Uno de los bienes más preciados que la humanidad tiene es el tiempo. Tan valioso como celoso. El tiempo transcurre mirando hacia adelante y nunca vuelve atrás. Es algo que creemos tener de forma indefinida, sin pensar que cada instante que vivimos no regresará jamás.
Cada persona puede tener una relación distinta con el tiempo. Hay quienes son conscientes de que el tiempo corre inexorablemente e intentan vivir de la manera más plena, y a veces intensa, cada instante. Para estas personas, el tiempo nunca es suficiente, probablemente porque quieren hacer muchas cosas durante sus días y llenan sus agendas con múltiples actividades.
También hay personas que no tienen esa conciencia y creen que el tiempo a su disposición no tiene límites. Probablemente tienden a postergar para otro momento lo que deberían hacer hoy. Muchas incluso posponen su felicidad. Pero ya hemos hablado de esto en otras ocasiones.
Tal vez ambas posturas sean algo extremas. Como en todas las relaciones, también la que tenemos con el tiempo debería estar marcada por cierto equilibrio, necesario para que podamos definir el valor que el tiempo tiene en nuestras vidas.
Es cierto, además, que hay un tiempo para cada cosa. Podemos ser los pilotos de nuestro tiempo y decidir cómo queremos manejarlo según los objetivos que deseamos alcanzar. Habrá quien quiera consolidarse en su espacio profesional y quien prefiera formar una familia. Y también hay muchas personas que no quieren renunciar a ninguna de las dos opciones.
A lo largo de la vida, muchas actividades pueden representar una pérdida de tiempo, porque en lugar de aportarnos algo, sólo nos restan, no sólo tiempo, sino también energía. Pero también existen cosas que, aunque puedan parecer una pérdida de tiempo, y quizá para algunas personas lo sea, en realidad son una inversión. Nunca es una pérdida de tiempo hacer algo que nos gusta: un pasatiempo que nos apasiona, un deporte que nos hace sentir bien, compartir momentos con nuestros seres queridos, con la familia o con las amistades. Nunca perdemos el tiempo cuando decidimos descansar.
Pero sí desperdiciamos nuestro tiempo cuando estamos en situaciones, relaciones o con personas que, en lugar de darnos paz y tranquilidad, solo nos agotan. Lo malgastamos cada vez que acordamos algo con otras personas y estas no respetan lo pactado, generando un impacto negativo en nuestras actividades.
Querida persona lectora, ¿qué valor tiene el tiempo para ti? Ya en este espacio he citado varias veces el dicho: “Vive cada día como si fuera el último. Algún día acertarás”. Aunque esto sea cierto, quizá lo más sensato no sea vivir con la angustia de que pronto dejaremos este plano, sino con la conciencia de que tenemos el derecho a proteger nuestro tiempo. No podemos posponer siempre lo que podemos hacer hoy, aquí y ahora. Y lo más importante, lo que no podemos postergar en absoluto, es el momento de ser felices.
Más sobre esta sección Más en Coahuila