Decía el cineasta, dramaturgo y filósofo francés Sacha Guitry que no había nada más misterioso que una pareja: ¿por qué siguen juntos si se odian?, ¿por qué se separan si no pueden vivir uno sin el otro?, ¿de qué platican por las noches si, durante el día, no se dirigen la palabra?, ¿por qué dejan de hacer el amor si tanta falta les hace?, ¿qué tanto los unen, hasta que mueran, sus respectivos resentimientos? y, por último, ¿por qué se casaron?
Ya que mañana, 14 de febrero, se celebra el Día del Amor y la Amistad, le dedicamos esta columna a una mujer que supuestamente se casó enamoradísima y que ahora, según fuentes de la prensa y ex colaboradores, “detesta” a su marido. Nos referimos a la primera dama de Estados Unidos casada con Donald Trump.
La periodista chilena del diario español El País Elizabeth Subercaseaux se pregunta, muy acertadamente, varias cosas respecto a lo que había realmente detrás de aquel sombrero de Melania, el cual causó tanto misterio el día de la segunda toma de protesta de su marido como Presidente.
La reflexión va en dos planteamientos; ¿era que no quería ser vista o que no quería ver? ¿Si no quería ser vista, o más bien, no ver lo que pasaba a su alrededor? “… el sombrero de Melania simbolizaba lo que a más de la mitad de este país y a una gran parte del resto del mundo le cuesta ver. Así como a ella le habría costado mirar de frente a un marido condenado por abusar sexualmente a una mujer en un vestidor de ropa de una tienda elegante, declarado culpable de 34 cargos criminales por pagar el silencio de una porno star con la cual tuvo una relación sexual… al resto del mundo le está costando asimilar el anuncio de lo que puede ocurrir en Estados Unidos en los próximos cuatro años…”.
En efecto, Melanie Trump ya no quiere ver el mundo que está creando el monstruo de su marido. No coincide con sus convicciones. Ya no le interesaba regresar a la Casa Blanca. En sus memorias, ella reveló que no estaba de acuerdo con su marido, Donald, en un tema crucial de su campaña electoral: el aborto. Algo que los medios estadunidenses han comparado con una traición. “No creo que en la historia hayamos visto a la esposa de un candidato decir: ‘Estoy completamente en desacuerdo con el partido de mi marido en un tema clave’”, declaró Van Jones, analista de CNN. En las mesas políticas de los programas estadunidenses, algunos periodistas llegaron incluso a afirmar que Melania “odia” a Donald Trump. “¡Quizás Melania se presente a una reunión con Kamala Harris!”, dijo Van Jones. Ante la polémica, la exmodelo esloveno-estadunidense se vio obligada a justificarse: “Donald conoce mis creencias (…) y me deja ser quien soy”, declaró en una entrevista en Fox News.
Las reacciones a los comentarios de Melania Trump podrían ganar aún más impulso. ¿La razón? En sus memorias, va aún más lejos en su razonamiento sobre el aborto: “Es imperativo garantizar a las mujeres la autonomía necesaria para decidir su preferencia en cuanto a tener hijos, en base a sus convicciones personales, sin ninguna intervención o presión del gobierno”, escribió. “Restringir el derecho de la mujer a elegir interrumpir un embarazo no deseado equivale a negarle el control sobre su propio cuerpo. Esta convicción me ha acompañado durante toda mi vida adulta”.
Por cómo Melanie ve el mundo, contrariamente a como lo ve su marido, ella prefería ocultarse, huir y ya no aparecer ante los medios.
De allí que la periodista de El País se cuestione: “Sólo cabe preguntarse si los 77 millones de ciudadanos, que votaron por Donald Trump, van a usar el sombrero de Melania para no ver los resultados de su elección, escondiendo la frustración detrás de una visera, o van a mostrar su rostro mientras se oponen a una oligarquía cuyos intereses no tienen nada que ver con las necesidades básicas del pueblo y para quienes la democracia no tiene ningún valor si no se traduce en más poder y riqueza para ellos”.
No, Melanie ya no quiere a Trump. Solo está con él por su hijo. Seguramente también detesta a Musk y a todos los multimillonarios que apoyan al presidente de Estados Unidos.
De otras primeras y exprimerizas damas nacionales o internacionales, mejor no hablemos, de lo que sí estamos seguras es que muchas de ellas, el viernes 14 de febrero, vivirán en el absoluto desamor. ¡¡¡Pobrecitas!!!
Más sobre esta sección Más en Nacional