España.- Hace tan solo unos días se hacía viral en redes sociales un tuit de una madre que publicaba su asombro, y sobre todo indignación, ante el regalo que le habían hecho a su hija de siete años. Se trataba de un bikini, hasta ahí todo perfecto, pero es que la parte superior tenía relleno para realzar el pecho, siendo de una talla para niñas de 5-6 años.

Su comentario recibió rápidamente en Twitter 3 mil me gusta y abrió el debate, ya no solo sobre si las niñas menores deben llevar top o no cuando se bañen en la playa o piscina, sino sobre la conveniencia o no de llevar relleno a estas edades en las que su busto aún no se ha desarrolla.

Para muchos, el relleno en edades tan tempranas es una forma de que las menores se fijen en esta cuestión y, desde su más tierna infancia, se preocupen por aspectos estéticos y por querer emular tener más pecho de lo que tienen, lo que, según los expertos, es una manera de adelantar etapas hacia la adultez y crearles una preocupación que no les corresponde en una tendencia hacia la hipersexualización de la infancia.

A estas denuncias virales se sumó recientemente la organización FACUA-Consumidores en Acción al solicitar la retirada de estos bikinis para niñas de la marca PatPat con relleno en la zona del pecho. Consideran que se trata de un intento más de “cosificar a la mujer desde edades tempranas y erotizar a la infancia, lo que daña el bienestar de los más pequeños y conlleva consecuencias negativas para la autoestima”.

Defiende que la sexualización de la ropa de niñas supone una “incorporación exagerada” de los estereotipos de género y de “una única imagen de feminidad que, si está presente desde la infancia, es impuesta y forzada”, con el consiguiente impacto psicológico en las niñas y adolescentes, que, según Facua, podrían desarrollar una “insatisfacción” con su cuerpo desde muy temprana edad, lo que puede desembocar en conductas dañinas para su persona.

Y es que, el 73% de los españoles considera que en España existe una tendencia a la adultización de la infancia y que esto puede acarrear problemas graves a los niños en su futuro. Al menos así se desprende también de un estudio presentado hoy por la Fundación Multiópticas, que ha puesto en marcha la iniciativa “¿Qué quieres ser de pequeño?”, una acción de sensibilización sobre las consecuencias de esta adultización con el objetivo de defender el derecho de todos los niños y niñas a vivir con plenitud su infancia.

Según explica a ABC Salomé Suárez, directora de la Fundación Multiópticas esta iniciativa surge como pistoletazo de salida de la nueva estrategia que van a llevar a cabo desde la fundación ‘Protegiendo las miradas del futuro’, coincidiendo justo con el 15 aniversario de esta organización. “El objetivo es cuidar y preservar las miradas de nuestros niños aportándoles una educación en valores para poder construir juntos un futuro mejor. De este modo, esta iniciativa consta de una acción de concienciación, a través de un spot que pretende visibilizar algunas de las consecuencias de esa adultización y reivindicar la importancia de dejar a los más pequeños disfrutar plenamente de una de las etapas más trascendentales y maravillosas de la vida”.

Asegura que, además, pretenden hacer algo tangible para aportar su grano de arena para calar en la sociedad. “Por ello, hemos creado el libro solidario titulado ‘¿Qué quiero ser de pequeño?’ diseñado e ilustrado por Patricia Metola. Se trata de un relato dirigido tanto a niños como a adultos a través de una doble lectura: una legible a simple vista y otra visible únicamente con las gafas mágicas que se incluyen al final del libro. El propósito de este es concienciar a los adultos de las conductas que pueden acelerar la adultización de sus hijos y recordar a los niños el disfrute de la infancia y la importancia de vivir el presente. Además, el libro guarda un fin solidario ya que la Fundación Multiópticas donará los fondos recaudados a través de su venta a la Fundación Soñar Despierto, en apoyo a los niños que viven en hogares de acogida”.

Según Alicia Bandera, psicóloga que ha participado en esta campaña, la adultización es la aceleración de la transición de la infancia a la adolescencia o edad adulta. “Con este tipo de acciones, lo que existe es una erotización de la infancia, una forma de adultización, es la hipersexualización, en ese caso de las niñas y les impulsa a adoptar roles estereotipados que no les corresponden a su edad”.

En su opinión, se está acelerando ese proceso para el que no están ni física ni psicológicamente preparadas y, como consecuencia, se les crean necesidades que no tienen por su edad; es decir, se les adultiza, y se les originan unas disonancias cognitivas entre lo que son, lo que tienen que ser, a lo que tienen que aspirar…

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No es una expectativa para ellas, tienen que vivir acorde a su edad para no estar expuesta a varios riesgos. ¿Cuáles? Si las hipersexualizamos de esta manera, reducimos su valía a su capacidad de atracción sexual. Si adoptan conductas por un interés muy exagerado por su aspecto físico, que por edad no deberían adoptar, entonces ya les sometemos a una presión social que también influye el mercado. Ahora ya esas niñas son un target en las que crear necesidades. Por ello, es importante cuidarlas y respetarlas mucho”.

Añade que de estas preocupaciones tempranas pueden derivar trastornos alimentarios y una tendencia a que se concentren en la apariencia física como principal fuente de aceptación, reduciendo su valía solo a un físico. Como resultado, puede mermar su habilidades cognitivas u otras oportunidades que puedan desarrollar su identidad.

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Además —explica a ABC—, se trata de una limitación en el autoconcepto, en la forma en la que ellas se ven y, por tanto, en problemas de autoestima, lo que puede suponer que estén expuestas al acoso o a la violencia sexual de personas que quieren mirar otras cosas a través de esas niñas”.

¿Qué deben hacer los padres?

En opinión de Alicia Bandera, los padres no deben prohibir frontalmente a los niños este tipo de conductas, salvo que sean excesivas y les pongan en riesgo, pero sí deben poner límites. “En primer lugar, es esencial entender qué mueve a los pequeños a desarrollar este tipo de conductas, y para ello debemos preguntarles por qué les gusta, por ejemplo, vestirse de forma no acorde a su edad, para poder entender de dónde surge ese comportamiento”.

Explica que este comportamiento a veces responde a su propia necesidad de aceptación y de valorarse a través del físico. Y en otras ocasiones se debe a que están muy expuestos a los ideales de belleza promovidos en medios y redes sociales. “Quieren ser como las personas famosas a las que admiran (por ejemplo, cantantes), algo que ha ocurrido desde siempre, pero ahora puede ser más real que nunca al tener una plataforma que les facilita la exhibición y el acceso a ese mundo”.

Sin embargo, matiza que datos de un estudio reciente reflejan que las niñas se muestran sexualizadas son consideradas menos inteligentes, competentes y capaces por parte de la audiencia, que el resto de las niñas no sexualizadas. Esto puede empobrecer la imagen que la sociedad tiene de la infancia y de la inocencia y de lo que tienen que vivir en esa edad.

Desde el punto de vista de los padres, esta experta aconseja trabajar la comunicación con los menores para enseñarles a no entender el éxito o la aceptación en base a esos comportamientos exclusivamente. “Debemos revisar mismamente nuestra educación en valores, para reforzar la autoestima de los pequeños y los modelos con los que se identifican. Los niños hoy abandonan antes su infancia y eso tiene un impacto emocional sobre ellos, y somos los adultos quienes debemos de frenar la aceleración de este proceso a pesar de que la línea entre adultos y niños esté cada vez más desdibujada. Conforme los niños van siendo más mayores, debemos poner límites, y en algunos casos establecer unas normas que pueden ser consensuadas de forma consensuada; y paralelamente, hacer un ejercicio de reflexión para tratar de educar adaptativamente a nuestros hijos preservando su inocencia”.

Incide esta psicóloga en que los padres pongan límites a los contenidos violentos y sexuales a los que acceden sus hijos, puesto que las pantallas son ventanas abiertas al mundo donde se cuela cualquier contenido, y eso tienen un impacto psicológico y emocional para lo que su cerebro todavía no está preparado. “Es muy importante que podamos establecer un control parental, educación digital y supervisión por parte de los padres, poner límites y unas normas para que los niños no accedan a determinados contenidos. De hecho, ya nuestros hijos están accediendo a información y conocimientos sobre sexualidad a través del porno, la pornización de la sexualidad, que no tiene que ver con una educación afectivo sexual sana y de valor. En el caso de que accedan a ellos, que podamos hablar abiertamente y que cada padre y madre pueda abrir vías de comunicación con sus hijos”.