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Coahuila

El Presidente no es Dios ni dueño del país

Por Cholyn Garza

Hace 2 años

Un error garrafal que cometen algunos o quizás muchos gobernantes, es sentir que, cuando llegan al poder, pueden hacer lo que les venga en gana. Consideran que son los dueños de las instituciones, del dinero que hay en las arcas, de todo lo que hay en el territorio nacional.

Qué error tan grande. Un cargo, sea cual sea, es la oportunidad de servir a su país, ya sea en su comunidad o municipio; en una entidad federativa y ni se diga en la Presidencia de la República.  

No sé por qué se hacen “bolas” si cuando protestan, juran cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes que de ella emanan. Y si no lo hacen, pues tan sencillo como atenerse a ser juzgado por su desempeño. “Que la nación me lo demande” no es una simple frase, es. 

¿Cuál es el propósito real de realizar consultas populares habiendo tantos problemas por resolver? Una consulta que de antemano estaba predestinada a fracasar. Al presidente se le paga para gobernar, para velar por los intereses de la nación; de ninguna manera debe andar haciendo experimentos y lo peor, utilizando recursos que mucho hacen falta.

Desde que inició su gobierno, el presidente López Obrador no ha hecho más que despotricar contra sus antecesores, tal como lo hizo en campaña; por eso ganó, por eso llegó al poder porque prometió algo que de antemano sabía que no iba a cumplir: Encarcelar a los expresidentes.

Millones le creyeron sin detenerse a pensar que lo único que le importaba era tener el poder y hoy que lo tiene, apoderarse de él para instaurar su dictadura.  A López Obrador no le importa el pueblo, ni México como nación.

Si realmente le importara la democracia, dejaría de atacar al INE, organismo que ha demostrado trabajar de la mano de los ciudadanos, no de los partidos políticos y menos aún plegarse a los caprichos del presidente en turno.

Eso es lo que realmente le molesta al Presidente y a sus seguidores. Por eso el ataque constante que lanza en contra del Instituto Nacional Electoral y los consejeros tratando de desprestigiarlo ante el electorado.

A nadie conviene que el INE desaparezca para que regresemos a la época en que el Gobierno, a través de la Secretaría de Gobernación, organizaba las elecciones tal y como pretende el actual Presidente.

No se entiende cómo alguien que habla de “fraudes electorales” en el pasado, pretende regresar al pasado. Sólo hay una explicación: Se quiere tener el control de las instituciones y qué mejor que hacerlo eliminando el que es quizás el único recurso que los ciudadanos tenemos de elegir a nuestros gobernantes.

Y eso, no lo debemos permitir.

El INE ha funcionado, primero como Instituto Federal Electoral (IFE) con el Mtro. José Woldenberg a la cabeza. Ha ofrecido certeza en la organización de elecciones en nuestro país porque son miles de ciudadanos los que participan en un arduo trabajo que culmina el día de la elección.

Que no pretendan engañarnos y desviar la atención de los verdaderos problemas existentes, atacando a una institución que nos pertenece y que debemos defender de las intenciones mezquinas de quienes se sienten dueños del país.

El Presidente debe gobernar y no lo ha hecho. Sólo ha buscado la confrontación, la descalificación de quienes no piensan como él y no están de acuerdo con sus absurdas decisiones. Ve la “paja en el ojo ajeno” y no ve la viga enorme que empaña su visión. ¿Corruptelas? Las de otros ¿Y las de su gente? ¿Cuándo?

Los diputados están cometiendo un gravísimo error, el de creer que su “patrón” es el Presidente y que a él le deben obediencia. Lo que le deben es respeto, el mismo que le deben a las instituciones y a los ciudadanos. Ellos fueron electos para legislar en beneficio de los mexicanos, no para levantar la mano porque se lo ordenen.

Han obedecido fielmente las órdenes de eliminar los fideicomisos existentes que fueron creados para fines determinados, como el de salud, por ejemplo.  No les importó que miles de pacientes, niños con cáncer tuvieran que suspender sus tratamientos.  Y cuando a un gobierno no le importa su gente y la expone a morir por falta de atención, no merece la confianza para seguir en el poder.

Los cargos, de mayor a menor, deben honrarse, mostrando preocupación por los demás, sirviendo a los demás, no sólo a sus grupos. México no es de un solo hombre, sino de millones de hombres y mujeres que le damos vida a este país.

Queremos gobernantes con sensibilidad, que hablen con la verdad, no que se escuden en la mentira y la hipocresía. Deseamos que cumplan con su encargo y gobiernen con rectitud y honestidad, no que pretendan eternizarse en el cargo para imponer una dictadura. Tampoco necesitamos que resalten la figura de individuos de otros países, poniéndolos como ejemplo de una democracia inexistente, cuando en realidad han llevado a la opresión y a la miseria a su pueblo.

Tengamos presente que el Presidente no es dueño de nuestro amado México, mucho menos es Dios para ponernos de rodillas. Es sólo un hombre.

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