Así como el Océano Atlántico tiene su místico triángulo de las Bermudas, entre Puerto Rico, Miami y Bermudas, donde suceden cosas misteriosas como la desaparición de barcos, aviones y pequeñas embarcaciones, en Saltillo una zona delimitada por unas cuantas calles constituye el “Triángulo nuestro de las Bermudas”, donde guardando las proporciones que son enormes, miles de ciudadanos se han perdido y se pierden por horas en las siete cantinas que hay o que hubo en el lugar.

Las desapariciones de barcos, aviones y pequeños botes en el Triángulo de las Bermudas siguen siendo misteriosas, y ha dado pauta desde mediados del siglo pasado a una serie de historias plasmadas en libros, revistas, periódicos y hasta películas con el tema. George X. Sand afirmó en un artículo de la revista Fate que en esa zona sucedían extrañas desapariciones marinas.

El Triángulo de las Bermudas es un área geográfica con forma de triángulo escaleno, situada en el océano Atlántico, entre las islas Bermudas, Puerto Rico y la ciudad estadunidense de Miami (en el estado de Florida). Al unir estos tres puntos con una línea imaginaria se forma un triángulo de unos mil 600 a mil 800 km de lado, y una superficie aproximada de un millón de kilómetros cuadrados.

La combinación de un denso tráfico marítimo y el tiempo tempestuoso, con grandes olas,  pueden explicar la mayoría de las desapariciones alegadas.

El Triángulo de las Bermudas de Saltillo está comprendido por las calles Colón, Xicoténcatl, Moctezuma e Ildefonso Fuentes.

Entre los siete bares, El Capri se localiza en Moctezuma, unos cuantos metros hacia el norte de Ildefonso Fuentes, propiedad de José María, a quien le decían “El Indio”. Más hacia el norte El Tropicana, de Francisco Balderas, quien era empleado de la oficina local de la Secretaría de Hacienda. En la esquina de Ildefonso Fuentes y Moctezuma el salón Estrella, propiedad de un cuñado de Roberto Rodríguez, el dueño de Casa Rodríguez; enseguida el San Martín de Leobardo Silva, “El Chaparro”. Ahí los cantineros eran Mario Gutiérrez y Santos.

En Xicoténcatl, casi esquina con Colón, estaba el Piedras Negras de Roberto Contreras. Enfrente, el Club Verde, donde atendían a la clientela Dante Arroyo, Jaramillo, “El Zurdo” Juan Antonio Rodríguez y “El Caballo” Ambrosio Cerda.

Hubo una época en que el vino que más se consumía era el Presidente. Un señor de apellido Castillo tomaba puro ron Castillo con coca y siempre traía la cartera repleta de billetes. Fueron miles los clientes que se perdieron por horas o por días en el Triángulo de las Bermudas de Saltillo. Entre ellos don Manuel Moreno Viesca, quien fue delegado de lo que ahora es el Instituto Nacional Electoral; el poeta y locutor saltillense Clemente Bárcenas, por citar solo a unos cuantos del gran número de clientes que tenían estas famosas cantinas.

Las cervezas que más se consumían eran las mismas que ahora están en el gusto del público.

La anécdota

El dueño del Club Verde, Guillermo Aguilar Díaz, agarraba la parranda por más de 20 días, tomando tequila Herradura y cerveza Tecate. Cuando quería cortarse la borrachera tomaba pura cerveza.

Hace 77 años que se dio la primera tragedia en el Triángulo de las Bermudas, cuando desaparecieron cinco bombarderos estadunidenses que habían despegado de la costa de Florida para entrenamiento. No se hallaron rastros de los aviones ni de los 14 hombres que iban a bordo. Su misteriosa desaparición dio lugar a la historia del Triángulo de las Bermudas.

En el de Saltillo no habido desaparecidos, pero sí muchos estadios de crudas. Tal vez se dieron algunas riñas. Recuerdo la muerte de un joven saltillense a manos de un individuo a quien decían “El Vallo”, hecho suscitado en una de las siete cantinas del Triángulo de las Bermudas de nuestra ciudad.