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El verdadero rostro de san Isidro Labrador: Varón, de entre 35 y 45 años y con rasgos africanos

Por Grupo Zócalo

Publicado el martes, 29 de noviembre del 2022 a las 08:31


El análisis forense realizado a la momia del santo concluye que llevó a cabo trabajos manuales y murió mucho antes de lo que se creía, por una posible

España.- No es 15 de mayo en la capital, pero san Isidro Labrador vuelve a estar más de actualidad que nunca. El patrón de Arteaga, Coahuila fue un varón de origen africano, dedicado a los trabajos manuales, con una estatura de entre 167 y 186 centímetros y cuya muerte se produjo cuando tenía entre 35 y 45 años. Estas son algunas de las conclusiones extraídas del estudio antropológico y forense realizado al santo, que esta tarde ha sido presentado en la Universidad Complutense. Ha sido, precisamente, un equipo de investigadores de la Escuela de Medicina Legal y Forense el encargado de examinar el cuerpo, tras recibir la autorización del cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro.

Las actuaciones se han dividido en siete fases diferentes (una descripción del entorno, dos exámenes, tres estudios y la reconstrucción facial escultórica, la primera que se realiza del santo), obteniéndose en cada una de ellas nuevos datos respecto al cadáver.

Por ejemplo, del estudio paleopatológico se desprende que no se han encontrado signos de violencia o traumatismos que puedan esclarecer un motivo claro de fallecimiento; si bien, los huesos maxilares confirman que padeció infecciones odontógenas, con importantes abcesos y fístulas, lo que podría haber desembocado en una sepsis.

Aunque en la actualidad la tasa de mortalidad asociada a esta patología ha descendido hasta el 4 por ciento, los forenses consideran que esta enfermedad, en el contexto de la época medieval, pudo ser la causa real de su muerte.

Asimismo, los hallazgos degenerativos en determinadas partes del cuerpo ponen de manifiesto que san Isidro usaba mucho los brazos, algo propio del trabajo de los labradores (en la bibliografía revisada previamente, se han encontrado también referencias a la actividad de pocero). Llama la atención, en cambio, que no aparezcan los mismos signos en articulaciones como la cadera o las rodillas.

El análisis del perfil biológico reduce a más de la mitad la edad a la que falleció. Según los métodos estándares de la antropología forense, el cuerpo corresponde al de un varón de entre 35 y 45 años, una edad diametralmente opuesta a la que la tradición venía atribuyéndole: 90, en el momento de su muerte.

Cabe recordar que dicha creencia nace hacia el siglo XVI y ha sido seguida por casi la totalidad de los hagiógrafos posteriores. Históricamente, se considera que el labrador nació en Madrid cerca de 1082, mientras que la bula de canonización, promulgada por el Papa Benedicto XIII en 1724, recoge que su muerte se produjo “cerca de 1130”, lo que parece coincidir con la edad reflejada en el presente informe.

Pese a que no es posible determinar el origen biogeográfico concreto, las doctoras señalan que no es una persona con rasgos puramente caucásicos, situándose su cráneo entre los que presentan “características más propias de grupos afrodescendientes” (en comparación con otros cinco tipos cuya ancestralidad es conocida). Con todo, no es posible asociarlo con un grupo poblacional único, incluyéndose también algunos caracteres asiáticos.

La extracción del santo, propuesta al cardenal arzobispo por la Real, Muy Ilustre y Primitiva Congregación de San Isidro de Naturales de Madrid (que lo custodia desde hace siglos), ha revelado que el cuerpo pudo momificarse al inicio de su enterramiento en el cementerio de san Andrés (un enclave acuoso por el que discurría un torrente), a causa de las condiciones de temperatura y humedad.

La mayoría de roturas y cortes observados en la momia parecen accidentales, pero en la pierna derecha permanecen las líneas de marcas de un instrumento de corte, que coincide “parcialmente” con lo descrito en la Revista Hispanoamericana (1929). En la publicación, se indica que el doctor Forns “separó un fragmento con un bisturí para que fuera enviado como reliquia a la ciudad argentina de san Isidro”.

 

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