Saltillo, Coah.- Con permiso del Enmascarado de Plata, el Zorro Plateado portó durante muchos años una máscara similar a la de El Santo y se convirtió en una de las grandes figuras de la lucha libre de Saltillo

Tras 25 años de la muerte del máximo ídolo en la lucha libre mexicana, El Santo, es inevitable recordar sus innumerables hazañas sobre el cuadrilátero y en sus filmes fantásticos.

Basta con volver la mirada hacia atrás para encontrar un legado no sólo presente en la vieja guardia del pancracio nacional, sino también tatuado en la cultura y costumbres mexicanas. En la actualidad, la imagen del Santo se puede encontrar desde una playera con estampados que se vende en cualquier tianguis, hasta en una pintura al óleo exhibida en una galería de arte.

Y al igual que en otras épocas no han faltado los “impostores” que pretendan obtener un beneficio explotando el nombre e imagen del Enmascarado de Plata, incluso a nivel empresarial (como el Santo Negro de Triple A), cuando realmente el único poseedor de ese derecho es El Hijo del Santo.

El Zorro Plateado acudió a la misa realizada el 5 de febrero como homenaje póstumo al héroe de Tulancingo, en la Catedral Metropolitana de México, a la cual asistieron guerreros tales como Negro Navarro, Solar y Dorrel Dixon, entre otros compañeros igual de experimentados.

A su regreso, el luchador retomó el tema y platicó un poco sobre ésto, recordando viejas polémicas.

Por coincidencias del destino surgió en la ciudad de Saltillo, Coahuila, el 18 de marzo de 1953, un gladiador que al igual que Rodolfo Guzmán Huerta (Santo) vistió un equipo de color plata. Durante 47 años de estar activo, su nombre de batalla fue Zorro Plateado, una leyenda saltillense que libró combates al ras de lona y sostuvo duras rivalidades sobre el encordado de la clásica Arena Obreros del Progreso y en otros entarimados alrededor de la república.

En su debut de 1953, se le programó como Flecha Roja en la lucha inicial contra un elemento de Monterrey, pero éste lo convenció para tomar otro nombre porque en su indumentaria no vestía nada alusivo a ese color. Con el cambio de identidad, al saltar al ring, el creador del nombre disfrutaría el primer triunfo del futuro ídolo de Saltillo, Zorro Plateado.

De inmediato el promotor intervino al descubrir el potencial del luchador y, según comentó Zorro Plateado, “para la siguiente función yo ya estaba luchando en la estelar”. De ocupar con Flecha Roja el combate inicial, con su nuevo personaje encabezó carteles en Saltillo, Monterrey, Ciudad Juárez y Guadalajara.

Con el transcurso de los años, Zorro Plateado desarrollaría encuentros de antología, hasta tener al filo de la butaca a los aficionados. Su rivalidad con Viking concluyó a su favor en una apuesta de máscara vs máscara; igualmente, en otra de sus celebradas victorias, rapó la cabellera de Camilo Pérez “Bulldog”.

‘SANTO CONSENTIMIENTO’
El legado de la figura del Enmascarado de Plata grabó con tinta indeleble en la leyenda de Saltillo una gran responsabilidad: portar el equipo del Santo, que incluía no sólo la vestimenta sino también su repertorio de técnicas y llaves, como el uso de “La de a caballo” y “el Tope celestial”.

No obstante, este tema generó polémica en las arenas donde los enmascarados se presentaron en diferentes fechas, pues siempre causaron confusión en el público.

“Gente que iba a la lucha nomás porque estaba programado El Santo, me empezaba a decir, no Zorro, sino Santo, Santo, Santo. Pero nunca, nunca hice un abuso del nombre, por el equipo que llevaba. Yo siempre me identifiqué como el Zorro Plateado”, refirió.

Además asegura que nunca hubo ningún conflicto entre los “plateados”, porque incluso el Hijo del Santo estaba enterado del acuerdo tomado entre su papá y el Zorro tiempo atrás.

“Un día vino el Santo aquí a Saltillo, le llevé fotografías mías, hablé con él para que me diera permiso de seguir usando su equipo, su máscara. Me lo concedió, pero nada más que le echara muchas ganas”, añadió.

A pesar de ya no seguir en activo, hasta la fecha el Zorro Plateado cubre su identidad con la máscara, ya que nadie logró quitársela en ninguna de sus luchas por apuesta; conserva su “tapa” bien sujeta para sus presentaciones.