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Coahuila

Emilio ‘Indio’ Fernández –I parte–

Por Otto Schober

Hace 2 años

Emilio “El Indio” Fernández Romo fue uno de los directores más importantes de la época de oro del cine mexicano y conocido internacionalmente como actor por sus papeles de hombre rebelde o macho seductor, que en el fondo esconde su ternura, con 129 películas en su haber, murió el 6 de agosto de 1986. Nació en el mineral de Hondo, Coahuila, el 26 de marzo de 1904, hijo de Emilio Fernández Garza y de María Sara Romo Bustamante, una auténtica indígena kikapú, según versión del Indio, pero las investigaciones del Tte. Cnel. Ricardo Palmerín Cordero señalan que la madre del Indio era una persona de tez blanca y ojos azules, nacida el 25 de febrero de 1883 en Nuevo Laredo, Tamaulipas, México; fue la tercera hija de José de Jesús Guadalupe Romo Espinosa y María Josefa Bustamante, el primero nativo de San Buenaventura, Coah.; y la segunda de Lampazos, N.L. 

En 1889 emigraron a San Antonio, Texas, en donde Sara se casó con el padre del Indio el 12 de junio de 1903 y ninguno de ellos era de origen kikapú. El Indio afirmaba que siendo adolescente en 1923, se enroló en las filas revolucionarias de Adolfo de la Huerta en contra de Obregón y al fracasar fue hecho prisionero, luego se fugó, exiliándose en Estados Unidos. Vivió en Chicago y en Los Ángeles, donde trabajó como albañil en Hollywood, sitio en donde laboró como extra, doble, actor secundario y bailarín en películas como Volando a Río en 1933, en donde Dolores del Río era la estrella. La llegada a Estados Unidos del mítico director del cine ruso, Sergei Eisenstein, marcó un hito para Emilio Fernández, que se impresionó del estilo del cineasta en la película ¡Que Viva México!, que resalta la belleza del país, que sirvió para que Emilio desarrollara su propio estilo, en el que destacó su patriotismo, lo naturalmente mexicano y la estética de la revolución. 

Regresó a México en 1933 y se empleó como boxeador, clavadista en Acapulco, panadero, maestro de tiro, camaronero y aviador, antes de iniciar su carrera en el séptimo arte. Esto se dio con la película Cruz Diablo, de Fernando de Fuentes, a la que siguieron Janitzio, de Carlos Navarro en 1934; Celos, del ruso Arcady Boytler en 1935, y Allá en el Rancho Grande, de Fernando de Fuentes en 1936. En 1937 como actor y guionista hizo Adiós Nicanor, de Rafael E. Porras; Juan Sin Miedo, de Juan José Segura en 1938; Los de Abajo y La División del Norte, de Chano Ureta en 1939, entre otras. Con el impulso económico del general Juan F. Azcárate y de su amigo David Silva, Emilio debutó en 1941 como director en la película La Isla de la Pasión: Clipperton. En ese año conoció en Cuba a su primera esposa, Gladis Fernández, con quien procreó a su hija Adela. En 1943, filmó María Candelaria, una de sus obras más importantes, que ganó la Palma de Oro por mejor fotografía en el festival de Cannes, Francia, al tiempo que hizo que el cine mexicano traspasara las fronteras y se colocara entre los mejores del mundo. Mañana, la conclusión de esta semblanza. (Conferencia Emilio Indio Fernández de Ricardo Palmerín Cordero, Múzquiz, Coahuila. 14 de marzo de 2015)

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