El fenómeno es igual a lo que ocurre en los cuerpos vivos, en la naturaleza.
Poco a poco y, por razones naturales, todo cuerpo vivo termina por llegar a la descomposición.
Y tanto en la política, como entre los políticos, todos terminan por padecer ese feo fenómeno de la putrefacción.
Fenómeno que, la voz popular, conoce como pudrición.
Y es el caso del partido Morena, cuyos malos gobiernos, al ojo público, se pudren.
Y es que no sólo apestan, sino que sus entrañas están en un avanzado proceso de corrupción sin límite, que los ha convertido en los peores gobiernos de la historia en México; gobiernos en putrefacción.
Una descomposición cuyo hedor ya trasciende fronteras.
Y es que el mundo sabe que el partido Morena, el partido en el poder en México, es un partido no sólo podrido, sino que apesta.
Y por eso, ya resulta inocultable para el mundo lo que pasa en el mexicano partido en el poder, ya que los corruptos y sus corruptelas son de tal escándalo –al ojo público–, que ni ellos mismos –los propios “morenistas” –, se toleran.
Sí, ya ni ellos soportan el hedor y la pestilencia de la putrefacta política en el poder; maloliente ejercicio del poder que permea a todos en Morena; a políticos, a sus gobiernos, legisladores, a sus potentados y, en especial a Palenque y a Palacio.
Y es que les guste o no a los políticos en el poder, Morena se pudre por su destino manifiesto; por su corrupción endémica.
Pero lo que más preocupante no son los rateros y corruptos políticos de Morena, sino que los ciudadanos parecen no querer olfatear la putrefacción por la que votaron y menos las ratas por las que votaron; sí, un partido político podrido y purulento.
Sin embargo, tampoco es nuevo el hecho de que Morena es un cuerpo purulento y podrido.
Sí, apenas en el Itinerario Político del pasado 30 de julio del 2025, titulado: “Se pudren Morena y sus gobiernos”, dije lo que hoy es noticia mundial; que el partido político en el poder en México o sólo está podrido, sino que su pestilencia llega al mundo entero.
Y si existe alguna duda, aquí un resumen de esa entrega: El mayor signo de la debacle que vive el partido oficial no sólo son los escándalos de corrupción, de violencia sin freno y tampoco los probados vínculos de sus gobiernos con las bandas criminales en todo el país.
No, la verdadera prueba de que los gobiernos de Morena se “pudren” de manera acelerada, es el derrumbe de la popularidad de la Presidenta, Claudia Sheinbaum.
“Un nivel de aceptación que ha perdido casi dos dígitos –12 % según una encuesta no oficial–, cuando “la señora Presidenta” aún no cumple el primer año de gestión.
“Y de seguir en esa tendencia, nadie en el partido oficial terminará el sexenio en su cargo, ya no se diga que muchos podrían acabar tras las rejas, sea en México, sea en Estados Unidos.
“Por eso, frente a tal debacle, obliga preguntar: ¿Cuánto tiempo más tolerarán esa situación los políticos, dirigentes y gobernantes del partido Morena, antes que de que la debacle sea irreversible?
“¿Quién será capaz de empujar los correctivos necesarios, además de diseñar y conducir el cambio de rumbo que reclaman, de manera urgente, no sólo los gobiernos municipales, sino estatales y el propio Gobierno federal?
“Y es que en Palacio y en Palenque podrán decir misa y hasta podrán quemar incienso para tratar de cambiar “la suerte” de la mal llamada “4-T”, pero lo cierto es que, por ningún lado asoma indicio alguno capaz de cambiar lo que parece una debacle anunciada”.
Sí, de manera inevitable se “pudren” Morena y sus gobiernos.
Y por eso volvemos a la pregunta recurrente: ¿Hasta cuándo despertará la sociedad mexicana?
Al tiempo.
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