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Coahuila

Encuentro de amor y fe

Por Cholyn Garza

Hace 1 mes

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Una vez más, como todos los años, la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México, recibió a millones de mexicanos que acudieron a cantar Las Mañanitas a nuestra hermosa Morenita del Tepeyac. 

Días antes del 12 de diciembre, los fieles se preparan para acudir a verla con el propósito de agradecer el haber recibido su bendición a través de un milagro solicitado o a pedir un favor especial.

Nuestra fe, la de la gran mayoría de los mexicanos, es muy grande.  Se manifiesta de la manera que el pueblo sabe hacerlo; con música, con alegría, con colorido y con la esperanza de que las plegarias sean escuchadas.

Esa manifestación de alegría lleva a un pueblo bueno, siempre necesitado de apoyo espiritual, a sumarse a quienes con gran fervor se unen en los cantos, danzas y plegarias 

Nuestra Madre Santísima es quien realmente conoce el corazón de cada persona.  Ella sabe lo que hay en nuestro interior; por lo tanto, se convierte en nuestro apoyo en los momentos difíciles por los que de alguna manera atravesamos y necesitamos ser reconfortados. 

Y quien mejor, que ella, nuestra hermosa Virgen de Guadalupe para escuchar nuestra aflicción.

Fue en la década de 1950 que miles de mexicanos y devotos de la Virgen, acudían a llevarle serenata a quien ha sido nuestra Madre espiritual.  Telesistema Mexicano, actualmente, Televisa, cubría las transmisiones las cuales mostraban a los peregrinos -número considerable de fieles- caminando, orando, cantando y llevando consigo ramos o arreglos florales a la Virgen.

Año con año, los danzantes ofrecían su espectáculo portando trajes que mostraban belleza multicolor.  

Con el tiempo, se unieron figuras del medio artístico con el propósito de ir a cantarle las Mañanitas, que se convirtieron en tradición. 

Es algo maravilloso y emotivo ver la cantidad de personas de distintas ciudades del país, acudir a la Basílica y ser parte de una celebración más a la Virgen.  Comprobar que hay artistas que continúan asistiendo y otros más, que se van sumando a la hermosa tradición de cantarle a nuestra Madre del Cielo. 

Cada ciudad de nuestro México ha hecho lo propio; grupos de danzantes en peregrinaciones programadas.  Gente que aún -y a pesar de las circunstancias que se viven en el país- ora con fe y no olvida una fecha tan importante para quienes somos católicos.

Nuestra fe no se debe poner en duda porque es precisamente por ella, que estamos en pie. Firmes en nuestras creencias, orando con devoción para que Dios nos ayude en esta lucha desigual donde la maldad se ha extendido de manera peligrosa.

Nuestro pueblo es aguantador, pero no es tonto.  Podrá ser tachado falto de cultura, hasta cierto punto ignorante por no tener los conocimientos o la preparación escolar necesaria. Sin embargo, es gente que ama su tierra, sus costumbres y respeta las enseñanzas recibidas en el hogar.

Debido a ello, a su convivencia desde pequeños con la naturaleza, su amor por la tierra los motiva a defender lo que en ella habita.  Están conscientes de los beneficios que Madre Natura nos ofrece a todos y hay que cuidarlo. 

Por eso se oponen a la destrucción de bosques, de la fauna existente aún, que tiende a desaparecer por el espíritu destructor de individuos sin escrúpulos. Y aunque elevan su voz para ser escuchados en defensa de lo que Dios nos dio, su voz es apagada de una manera infame. Por el ruido de las máquinas y herramientas que destruyen la vida en los bosques.

Muchas voces son silenciadas por la soberbia de quienes se sienten con el poder para hacerlo.  No les importa destruir lo que Dios le ha dado a esta tierra maravillosa que es nuestro México.

No les importa porque no creen en las bondades de cuidar el Medio Ambiente y preservar flora, fauna, todo lo existente para las generaciones actuales y futuras.

Esa es la verdadera ignorancia, porque un cargo no hace inteligente a nadie.

Por ello, ante tanta soberbia, maldad y destrucción, es un aliciente observar que hay algo muy importante que nos une, cuando otros quisieran vernos divididos y destruidos: ese algo es nuestra fe, que permite identificarnos en un día tan especial como es el 12 de diciembre dedicado a la Virgen de Guadalupe.

Las peregrinaciones, el rezo del Santo Rosario; nuestras peticiones, hoy, se han elevado por la paz.  Sí, esa paz que México merece y que todos anhelamos.

El 12 de diciembre se ha dado, una vez más, pero hoy con más intensidad el encuentro de nuestra fe con el amor de nuestra Virgen de Guadalupe.

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