Arte
Publicado el sábado, 29 de abril del 2017 a las 09:03
Saltillo, Coahuila.- La palabra numinoso se utiliza para expresar la idea del poder mágico que hay en un objeto. Y en El Jardín del Honor (Alfaguara, 2016), la reciente novela de Maruan Soto Antaki, aparece un anillo que tiene la propiedad de mostrar el pasado de una familia, y también de contar historias.
En la obra del escritor están presentes temas como la migración, el refugio, el exilio, la memoria, pero en este libro hay una conexión directa con las raíces del autor, que se encuentran en Medio Oriente.
“En El Jardín del Honor quizá es un poco más tangible esta circunstancia, a partir de la ciudad origen del objeto que sirve de pretexto para contar la novela. El Jardín del Honor cuenta la historia de un ladrón profesional que se roba un anillo, que se relaciona íntimamente con la historia familiar, y para poder contarla tengo que viajar ocho siglos atrás, al siglo 12, donde el emperador griego Alejo Comneno, justo al terminar la primera cruzada, le da a uno de sus súbditos, en recompensa, el título de una ciudad: Antioquía”, relata el autor en entrevista con Zócalo.
En esta ciudad, que se ubica en la frontera de Turquía y Siria, es donde comienza la vida de un objeto que sirve como detonador de una narrativa cercana al thriller.
“Este primer familiar viaja a Antioquía para tomar posesión de un terreno y después vienen las siguientes cruzadas, la caída de Bizancio, el imperio otomano. Son casi mil años de historia durante los cuales el título de la ciudad se queda en el buró familiar junto con un anillo, que es el que se usaba antes para marcar con cera las cartas.
“Ese anillo se quedó en Antioquía durante ocho siglos. A principios del siglo 20, en 1917, mi bisabuelo fue el último gobernador de la ciudad bajo el imperio otomano, y durante su gestión se opone al segundo gran genocidio, primero del mundo occidental, del que tenemos registro en la historia: el imperio otomano masacra a millón y medio de armenios en una operación de limpieza étnica espantosa”, relata Soto Antaki.
El novelista cuenta que este gobernador dedicó sus fuerzas a salvar armenios, escondiéndolos y cruzándolos por la frontera, a la ciudad siria de Alepo. Al ser descubierto, es condenado al exilio.
“En una noche tiene que salir con la familia, con los pequeños objetos que podía llevarse, y entre ellos está este viejo anillo de Antioquía, que viajó en 1975 a la Ciudad de México y en ese año fue robado. Tenía que ocurrir en México”.
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