Arte
Por Agencia Reforma
Publicado el miércoles, 1 de diciembre del 2021 a las 04:09
Ciudad de México.- Los crímenes contra las mujeres son crímenes políticos, advirtió la antropóloga argentina Rita Segato al recibir este martes, por parte de El Colegio de México (Colmex), el Premio Daniel Cosío Villegas en Ciencias Sociales correspondiente al año 2020.
En su exposición, titulada Educación, Investigación, Autoría e Influencia Desde una Politicidad Femenina, que ofreció en el marco de la recepción del galardón, dio muestra de lo que aprendió al investigar los asesinatos de Ciudad Juárez, y advirtió que hay una “juarización” del país por los crímenes contra mujeres que se propagan día con día.
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Organizaciones mexicanas me convidaron a visitar una escena: Ciudad Juárez, cuyo análisis me condujo a la formulación de una serie de categorías que después hicieron su propio camino”, relató la académica, quien se autodefinió como “desobediente” y “excéntrica” ante los cánones disciplinares.
En primer lugar, mencionó la estructura comunicativa de la violencia, que ya había detectado al entrevistar a violadores de crímenes comunes y que refrendó en Ciudad Juárez.
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Violar, torturar, es, en primer lugar, una forma de comunicar poder y dominación sobre un territorio, sobre una jurisdicción, y diría hoy, con mucho dolor, también sobre una Nación. Esa estructura comunicativa me lleva también, a partir de ese escenario de Ciudad Juárez, a hablar de la corporativa masculina.
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En mi investigación anterior con presos por violación, por crímenes comunes, hablaba de la masculinidad como una cofradía, como una hermandad, pero después pasé a hablar de una corporación, y la masculinidad tiene una estructura corporativa que va a replicarse en la mafia, en la policía, en las fuerzas armadas, inclusive, a veces, en las universidades. Esa estructura corporativa es un cáncer de nuestras naciones, pero es nada menos y nada más que la réplica constante de ese origen, que es la corporación patriarcal”, señaló.
El primer valor corporativo es la lealtad y, el segundo, la jerarquización, en la cual un “macho supremo” debe ser obedecido, mientras que otro “macho” -el último en la escala- hará cualquier cosa por pertenecer a la corporación, describió.
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La masculinidad es obediente; nosotras, las mujeres, no. Por increíble que pueda parecer, la máxima obediencia es característica del mundo masculino”.
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