Por: Joel Martínez
De forma muy simplificada, el cambio de modelo económico de Estados Unidos es el abandono de la globalización extrema con todo lo que ello implica: fin del uso de la política monetaria moderna, el evitar la segmentación mundial de las cadenas de producción de manufactura y la manipulación de muchas monedas, entre lo más visible.
Muchos de los paradigmas que usamos para los diagnósticos de los mercados, a partir del llamado Consenso de Washington, han cambiado.
Hoy tenemos el caso del crecimiento de la economía estadunidense, en donde, contrario a lo dicho por muchos, sigue mostrando bastante fuerza.
El crecimiento del PIB del primer trimestre de 2025 fue negativo, de -0.2%, pero casi exclusivamente debido al efecto de los aranceles sobre la cuenta externa estadunidense, básicamente sobre la balanza de bienes.
Como sabemos, los rubros que contribuyen al PIB son el consumo privado, la inversión, el gasto de Gobierno y lo que llaman las exportaciones netas.
Las contribuciones al PIB en circunstancias normales serían como las que se vieron al cierre de 2024: 64% del consumo, 17% de inversión, 16% por gasto de Gobierno y 3 de una quita o aporte negativo por exportaciones netas.
Las exportaciones netas son el resultado de lo que se exporta, menos lo que se importa.
Si es deficitaria, le disminuye o le recorta crecimiento al PIB y si es positivo, le aporta o le suma.
En el primer trimestre de 2025 no se cayó el consumo, sólo redujo su ritmo de crecimiento y por lo tanto la contribución.
Esto, porque hay pleno empleo, según los datos duros estadunidenses, como el de la Encuesta de Ofertas de Empleo y Rotación Laboral (JOLTS, por sus siglas en inglés).
Lo atípico es que hubo un déficit históricamente alto de la balanza de bienes, el mayor desde la Segunda Guerra Mundial.
Las exportaciones netas “rasuraron” o quitaron casi 5 puntos al PIB.
Esto se debió a un aumento desorbitante de las importaciones, de cara a la implementación de los aranceles trumpistas a todo los países.
Las empresas adelantaron violentamente las compras de todo, crecieron los inventarios y la inversión.
Todo fue “barrido” por el rubro de las exportaciones netas.
Pero esta historia no se repitió para el segundo trimestre de 2025, por el contrario, hubo una corrección.
Los primeros datos del mes de abril arrojaron que el consumo sigue creciendo (ver reporte de Ingreso-Gasto de las familias estadunidenses).
Y, sobre todo, el viernes se reportó que el déficit de la balanza comercial de bienes del mes de abril se contrajo 46%, según la Oficina del Censo del Departamento de Comercio.
El lunes salieron indicadores de manufactura y construcción.
La recuperación de la economía es fuerte: la estimación del modelo GDPNow de la Fed de Atlanta para el crecimiento del PIB en el segundo trimestre de 2025 es de 4.6 por ciento.
Hasta ahora, el cambio de modelo económico camina bien y ha desafiado el ruido, tanto de la prensa especializada, como la de los opinólogos tradicionales que auguran desastre.
Sólo así se entiende la fuerte recuperación de los índices del mercado de valores estadunidenses, de seguir por este camino, habría un miniboom accionario.
Otra de las variables importantes es la inflación, que camina bien hasta abril, pero esa es otra historia que debe contarse en una columna completa.
El rumbo de la inflación marcará las decisiones del Comité de Tasas de la Reserva Federal (FOMC, por sus siglas en inglés) y, por lo tanto, el de los treasuries.
Esta es la historia que nos cuentan los datos duros, que se han estado desmarcando de los llamados datos blandos, estos últimos se basan en encuestas y generan indicadores de expectativas:
-Encuestas de expectativas de sentimiento al consumidor como la del Conference Board y la Universidad de Michigan.
-Los PMI y los ISM que se basan en comentarios de los gerentes de compras de las empresas.
Por ahora, tanto Jerome Powell, presidente de la Fed, como Scott Bessent, secretario del Tesoro, han recomendado no perderse en el ruido y los indicadores blandos de las expectativas.
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