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¿Existe el sexto sentido? Qué es la intuición, para qué sirve y cómo potenciarla

  Por Grupo Zócalo

Publicado el viernes, 2 de septiembre del 2022 a las 09:56


La habilidad para conocer, entender o percibir algún aspecto de la realidad de forma clara sin usar nuestra parte racional

Ciudad de México.- Recuerda la primera impresión que le dio la que hoy es su pareja?, ¿y la que ha acabado por convertirse en su mejor amiga?, ¿y aquel compañero de trabajo con el que terminó enemistándose?, ¿y la profesora de Lengua que le inoculó su vocación por el mundo infinito y mágico de la Literatura? ¿Acertó con aquellas corazonadas o no funcionó el sexto sentido?

Si no lo hizo es que quizá no lo tenía ‘entrenado’. 

La intuición se ejercita como un músculo. Estudios con resonancia magnética en el Instituto de Ciencias del Cerebro RIKEN vinculan la intuición a ciertas áreas del cerebro que se activan cuando tenemos un presentimiento”, explica el psicólogo clínico Juan Cruz.

 

Y constata eso que se dice de la «voz interna»: que las mujeres la tienen más desarrollada. Él es hijo de ginecólogo, vive con su mujer y sus tres hijas. Y es un observador nato: Lo femenino es más fuerte y la mujer tiene mayor sensibilidad.

A nivel biológico un hombre apenas tiene cambios hormonales a partir de la adolescencia, pero la mujer los tiene cíclicamente: menstruación, embarazo, menopausia… y se tiene que ir adaptando, e incluso entrenar la capacidad mental y emocional para manejar el dolor, que la tenéis más desarrollada que nosotros.

Todo eso os dota de mayor sensibilidad, y unido al instinto maternal, que avisa instantáneamente al presentir algo en el bebé, se traduce en una mayor empatía e intuición.

Que nos viene ‘de fábrica’ a todos, por cierto. «Hay veces que una persona se acerca a un niño y dice: ‘¡Uy qué rico!’, pero el crío percibe algo que le resulta desagradable. Y le dices que le dé un beso a ese señor y no quiere. No digo que la intuición de los niños tenga un cien por cien de fiabilidad, pero sí que hay que tener en cuenta ese instinto de protección y darles confianza para que decidan cómo mostrar el afecto».

–¿Vamos perdiendo capacidad intuitiva a medida que nos hacemos adultos?

–Sí, con la socialización se va activando más el hemisferio izquierdo del cerebro relacionado con la lógica y la razón. Se deja de dar protagonismo al hemisferio derecho y de confiar más en el instinto, las emociones, las respuestas espontáneas creativas que están en la base de la intuición.

Más que de capacidad, Juan Cruz habla de «inteligencia». Y así tituló Malcolm Galdwell, periodista y sociólogo inglés, su obra: ‘Inteligencia intuitiva. ¿Por qué sabemos la verdad en dos segundos’? (Taurus). El autor sostiene que esos segundos son, a menudo, tan fiables a la hora de tomar una decisión como la más sesuda de las reflexiones.

No es una afirmación que nazca de una corazonada, sino que se apoya en los resultados de decenas de experimentos que relata en el libro: desde esos jugadores de cartas que sin saber por qué rechazaban instintivamente el montón rojo –ahí se habían colocado las cartas ‘malas’–, hasta el entrenador de tenis que se obsesionó con su capacidad para predecir cuándo un tenista iba a cometer doble falta o el psicólogo que demostró que bastaba una grabación muda de dos segundos de un profesor dando clase para valorar su valía.

Desconfiamos de esta clase de cognición rápida. Se da por sentado que la calidad de una decisión está relacionada con el tiempo y el esfuerzo dedicados a adoptarla”, lamenta Galdwell, que defiende que “la prisa no es mala consejera y decisiones adoptadas en el momento pueden ser tan buenas como las más deliberadas”.

 

Sobre esto difiere un poco Cruz: «No desestimes esa corazonada, pero colócala un paso por detrás de ti. Escúchala, pero compleméntala con un pensamiento analítico y asume la decisión».

Otra cosa es que no haya nada que analizar: a veces simplemente sentimos que algo nos gusta o nos disgusta, sin poder explicar por qué aparece el sexto sentido. Y lo sentimos a nivel fisiológico incluso: « Cuando intuyes, creas la imagen de algo que has sentido, de una persona que acabas de conocer, de un presentimiento malo o bueno al pasar por un sitio…

Esa imagen activa áreas del cerebro emocional y genera endorfinas, dopaminas, serotoninas si el estímulo nos resulta agradable. Lo que se traduce en sensación de bienestar, relax… que predispone a decidir acercarnos.

Por el contrario, libera cortisol y otras hormonas del estrés que puede provocar sudoración, palpitaciones, ansiedad y nervios, si la sensación es negativa para invitarnos a alejarnos».

–Suena casi a magia.

–En nuestra memoria tenemos archivadas miles de imágenes de personas, de gestos… que no captamos y que pasan al nivel subliminal. Entonces conoces a alguien y, en esa primera impresión que decimos, sentimos si nos gusta o no. Es como si se accionasen las piezas del puzle del pasado y esa persona a la que nunca habías visto te conecta o te recuerda, sin saberlo tú, con otras personas. Puede ser por el físico, por un gesto, por la voz… El cerebro, en ese momento, que son milésimas de segundo, recupera información que estaba almacenada y, basada en experiencias previas, imagina el futuro. Por eso ‘sabemos’ si nos da buen o mal ‘feeling’ esa persona.

Luego el trato y las experiencias que acumulemos con ella nos dirán si nuestra intuición fue acertada o no. Y desgraciadamente acertado fue ese presentimiento de una paciente que acudió a la consulta de Juan Cruz. «Me contó que ella presintió que a un familiar le iba a pasar algo malo, algo relacionado con su salud. Y así ocurrió, pero ella se calló».

–¿Por qué?

–Mucha gente no verbaliza sus intuiciones por miedo o por estár mal visto. Pero lo cierto es que hay personas con una sensibilidad especial que perciben cosas, situaciones futuras, igual que algunos animales predicen un terremoto y los humanos no.

A propósito de esto el psicólogo relata una experiencia propia: «El verano pasado, volviendo de un viaje por Europa, pasamos por el puente Morandi de Génova que se derrumbó provocando 43 fallecidos justo dos horas antes. Era una zona industrial, pero no sé por qué saqué fotos, incluso grabé un vídeo en el punto exacto del accidente. ¿Por qué habiendo tantos sitios bonitos en el viaje me dio por grabar ese puente tan feo?». ¿Casualidad? «No lo creo. Yo creo que fue una intuición inconsciente».

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