Arte
Por
Christian García
Publicado el miércoles, 7 de mayo del 2025 a las 04:16
Saltillo, Coah.- Dentro del desierto chihuahuense, en lo más profundo de la tierra quemada por el sol, existe un lugar: Norogachi. Un pueblo en el que el tiempo pasa lento, contando los granos de polvo que el viento levanta, limpiando la pátina de realidad a un mundo que, en lo cotidiano de su vida, encuentra la magia del lenguaje, pero también la violencia desgarradora.
Ese génesis poético es el que la dramaturga Camila Villegas cuenta en Lo Demás Es Silencio (TusQuets, 2025) su debut en la novela y con el que recrea “un espacio. Este libro es más un ejercicio de memoria, porque yo estuve un par de años en la Sierra Tarahumara, justo en ese pueblo de Norogachi, donde habitan los rarámuri”.
A partir de esa experiencia personal, Villegas explora la vida de ese pueblo cimentado en dos familias: la de Montejo y la de Pánfilo. Dos líneas que vertebran una historia en la que numerosos personajes se trasladan día con día en una atmósfera en la que reinan las tensiones que se revelan poco a poco a través sí, de las palabras que se usan, del lenguaje con el que se habla, pero sobre todo por los silencios que están ahí y cubren todo.
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En esta novela el personaje principal es el lenguaje, lo que sobresale es el trabajo con el lenguaje. Porque en realidad, en la novela, lo que narro son situaciones cotidianas. Me gusta pensar que habla de lo lento, lo callado, lo cotidiano, y eso solamente es interesante para la literatura si ha pasado por el tamiz de lo poético.
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Si estamos narrando el nacimiento del primogénito, por ejemplo, de Montejo y Matiana, que es Miguel, pues la narración de un nacimiento no es interesante para nadie porque los niños nacen todos los días, nacen cientos miles de niños diariamente. Solamente es material literario si tienes esta pátina poética:el lenguaje crea es tu universo poético. Por eso, para mí, era importante trabajar con las imágenes poéticas en Lo Demás es Silencio: quería poner en blanco y negro la página eso que no es espectacular, que es difícil de decir porque en realidad no es un evento enorme,que es la vida misma, las relaciones, nuestros vínculos. Pero ¿cómo hablo de eso? ¿De la sencillez y la profundidad de la cotidianidad y los vínculos para que se entiendan en su verdadera dimensión sin la poesía?”, explicó Villegas a Zócalo.
Son esas relaciones íntimas, privadas, pero también exteriores y sociales las que tejen la historia de Norogachi. Un pueblo en el que la violencia del narcotráfico llega a arreciar los símbolos de paz, como lo es la iglesia de Nuestra Señora del Pilar, pero en el que también se lucha para crear un bien restaurado.
Eso, porque además de los personajes que desfilan en el libro, es la sociedad, el pueblo, lo colectivo, un personaje más. Cada uno de los individuos, en este libro, pasan a formar una pieza del mosaico completo que es la novela, misma que se construye con gritos, voces y susurros.
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La manera que tiene el pueblo rarámuri de existir en el mundo y que mantiene y que forma parte de su identidad es, por un lado, su altísimo sentido de lo comunitario. Por eso, al final, creo que todos los personajes adquieren el mismo peso una vez que terminamos la novela.
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En el libro está esta absoluta conciencia de que no podemos existir sin la naturaleza y que la naturaleza no nos pertenece, sino que pertenecemos a la naturaleza. Que creo que es una diferencia enorme con la visión que tenemos a lo mejor desde el capitalismo. No somos dueños de, sino que somos parte de. Entonces, esas dos cosas me interesaba explorarlas desde la pregunta de cómo logramos mantener la esperanza, o en qué radica la esperanza. ¿Cómo podemos tener esperanza? O ¿cuál es esa esperanza a rescatar a México como lo es?”, señaló la también productora teatral.
Teatro en prosa
El conocimiento del trabajo creativo de Villegas, que le ha valido premios como el International Reading Festival de la Universidad de Columbia, o el Certamen Conmemorativo del Bicentenario (Sogem-Conaculta), se nota precisamente en la forma en cómo ha construido la novela, y en el uso del lenguaje, una música áspera que recuerda a Juan Rulfo.
Ese paso del teatro a la prosa, apunta la autora, fue una forma natural y orgánica de explorar sus obsesiones pero también la técnica narrativa. Pues mientras un libreto parte de la parquedad y el ejercicio directo, la novela le permite “explayarme”.
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Sí, hay cosas que transporto del teatro a la novela. Hay una conciencia absoluta de la acción dramática, esa que siempre nos dice que tenemos que ir hacia adelante, que la historia tiene que avanzar, pero esta historia que ha estado en mi cabeza durante 10 años, entendía que no podía contarla en teatro, porque en teatro el ritmo, el avance, tiene que ser más rápido. O sea, yo no me puedo detener en,habría muchísimas cosas de esta novela que tendrían que salir, porque en escena se caería el ritmo.
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Luego, por otro lado, está la conciencia del personaje. O sea, entonces los personajes, aunque son muchos, porque la novela arranca con dos árboles genealógicos cada uno tiene su propia vida y son personajes redondos. O sea, Rosa es distinta a Cristina, es distinta a Matiana, es distinta a Necha, tienen sus universos propios y eso también es una exigencia muy teatral”, concluyó Villegas.
Lo Demás es Silencio se presentará hoy a las 17:30 horas, en la Sala Julio Torri, en compañía de María del Roble.
HOY:
Lo Demás es Silencio
De Camila Villegas
Presenta María del Roble
17:30 horas
Sala Julio Torri
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