Ciudad de México.- Héctor de Anda se reconoce como un artista sin límites. Para comprobarlo, basta con echar tan sólo un vistazo a su síntesis curricular: pintor, escultor, actor, modelo, fotógrafo, editor de revistas de moda y productor televisivo. 

A sus 75 años, cumplidos en marzo, puede hablar por igual de sus exposiciones en México y en el extranjero; de haber pisado el escenario bajo la dirección de grandes como Julio Castillo, José Antonio Alcaraz y Juan Carlos Uviedo; de haber desfilado en las pasarelas de Roma, Milán, París, Madrid y Barcelona, y las ediciones de la revista Vogue que estuvieron a su cuidado en México, entre 1980 y 1994. 

“

Soy muy inquieto, siempre lo he sido. Me dan claustrofobia los horarios, los compromisos”, declara el artista, entrevistado en su casa-estudio. 

Esta inclinación por permanecer en movimiento ha sido documentada, con lujo de detalles, imágenes y anécdotas, en el libro Héctor de Anda, Metáfora de transición, recién publicado tras casi dos años de trabajo editorial. 

“

Era la necesidad de dejar huella. Yo creo que es un poco, o un mucho, de ego. Eso de ‘dejar huella’ es muy pretencioso, pero es mi historia, es una manera de contar todo lo que he hecho y lo que he trabajado en mi vida, desde que fui actor universitario”, explica De Anda. 

El título del volumen proviene de una frase que el crítico e historiador del arte Olivier Debroise (1952-2008) le confió alguna vez para definir su trayectoria. 

“

Me dijo: ‘Tú estás como en metamorfosis, estás en tránsito. Tú eres como una metáfora de transición; todo el tiempo estás cambiando, y eso está muy bien, porque manifiesta mucha energía y mucha vida’.  “Por eso me gustó para título, porque me ubicaba como soy’”, relata el artista. 

Pocos mejor enterados para hablar sobre su trayectoria como Debroise, pues ambos formaron parte del Grupo Teatral Ergónico, la compañía experimental de Uviedo, provocador director escénico argentino que residió en México entre 1971 y 1974. 

Para ese momento, De Anda apenas había egresado de la Licenciatura en Teatro en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en el inicio de una carrera en la escena profesional que, sin embargo, él mismo decidió dar por terminada muy pronto. 

“

Quise liberarme, quería viajar, tenía la inquietud de viajar desde niño y dije: ‘Pues si no lo hago ahora, que soy joven, ¿cuándo va a ser?’”, cuenta. 

En Florencia, Italia, el joven actor comenzó a tomar clases de historia del arte y de fotografía, para perseguir una inquietud por las artes visuales que había tenido desde niño. 

Tras un breve regreso a México, en el que retomó la actuación, pudo continuar con su aventura a través de una profesión que, sin haberlo planeado, le trajo gran éxito: el modelaje.   

“

En los años 70, en Europa trabajé con Hermes, con Christian Dior, con Brioni..”, narra el artista, cuyo tiempo en las pasarelas forma parte también de Metáfora de transición. 

Ya en la década del 80, decidió dejar el modelaje cuando le ofrecieron el puesto de editor para la edición mexicana de Vogue. 

“

La gente decía: ‘Héctor de Anda en Vogue? No va a quedarse, no va a aguantar los horarios porque no le gusta la rutina’. Pero lo que no sabían ellos es que en una revista no hay rutina. Todo el tiempo está cambiando y la moda es cambiante, todo el tiempo está moviéndose”, recuerda en entrevista el conocido artista mexicano. 

Durante 14 años, el editor buscó que México estuviera al día con las últimas tendencias de la moda, echando mano de los contactos europeos que había logrado en su tiempo como modelo. 

Fue en esa época, al regresar de noche a su casa, cuando empezó a echar a andar la que sería su carrera definitiva como artista, con una serie de pinturas al óleo y de máscaras de distintos materiales. 

En 1984, por invitación de una pareja de amigos, tuvo su primera exposición en La Galería, en Valle de Bravo, titulada Entre máscaras Anda.