Saltillo.- El desierto está vivo. Esa es una de las ideas principales que sostienen a Segar el Mar y Ceñir lo Yermo, las dos exposiciones con las que Coahuila se hizo presente en el Festival Internacional Cervantino, y con las que ofrece una visión al trabajo artístico visual que se realiza en el estado de forma contemporánea.

En estas se recorre la pintura, el grabado, la instalación, el video, así como la ilustración digital, mientras que en la segunda muestra, se encontrará con la visión actual de los fotógrafos que han retratado el páramo coahuilense, en muchas de sus facetas. Dando así, a los guanajuatenses, una aproximación al temperado color ocre de estas tierras.

Las exhibiciones que actualmente se exhiben en el Museo Palacio de los Poderes, de la capital cervantina, han sido definidos por Edith Leija, coordinadora de Artes Visuales de la Secretaría de Cultura, como una “visión de la identidad, desde el sentido particular del noreste del país”.

Pues Segar el Mar, la primera muestra del conjunto se encuentra divida por núcleos temáticos, en los que reverbera la transformación geológica del estado, que pasó de ser mar a desierto, que las reflexiones visuales sobre los estereotipos norteños como el sombrero y las botas.

Por ello los artistas participantes, entre los que se encuentran nombres consagrados como Alejandro Cerecero o Carlos Vielma y otros más jóvenes, optaron por jugar con “el polvo, la arena, la piedra, la materia y el desierto”, así lo muestra la pieza de Lorena Peña, quien recolectó tierra de diversas regiones del estado para mostrar sus diferentes tonalidades.

Documento árido

Así, la exposición gira de lo macro a lo micro, y de lo externo a lo interno. Por ello, otro de los núcleo tiene que ver con esa idea que el resto del país tiene sobre los habitantes, no solo de Coahuila, sino del noreste mexicano, ese que sabe a Carta Blanca y suena a acordeón y bajosexto.

Pero también de esa vida atávica que permanece en la memoria de todos, y que se mantiene viva por su increíble magnitud. Entre estos están los dinosaurios, símbolo del estado, pero también seres más modestos, pero no por ello menos representativos.

Aquí hay obras que muestran la vida vegetal y animal que vive y vivió en Coahuila: una escultura pequeña que, por ejemplo, reproduce las patas de las aves de corral, y otra que hace lo propio con los estromatolitos de Cuatro Ciénegas.

Para Leija, este núcleo llamado Mitos y Vestigios, es un eje que reflexiona “sobre qué es lo que es ser una persona en el desierto”, por eso estas obras dejan en claro al “desierto como un mar ausente”, por ello el collage de Alejandro Cerecero muestra “animales marinos casi en una laguna seca. Los vestigios de dinosaurios y otros seres que vivieron en antaño. En donde vemos al río Nazas, pero también temas como el peyote, que nos muestran cómo es el entorno”, dijo durante la presentación el sábado.

Para ella, esta muestra “concentra gran parte de la esencia del estado y de la estética visual del noreste del país”.

Por otra parte, Ceñir lo Yermo es, no una representación subjetiva e imaginaria de la vida en este ambiente, sino una visión casi documental cruzada por la ambición artística. Pues es un apartado enfocado en la fotografía de autores como Daniel Bates Hurtado, Alfredo de Stefano, Criss Poulain y Raúl Cantú, entre otros.

Lo que acontece en la zona del desierto, es lo que sus lentes han captado y muestra ahora. Huesos que se han blanqueado ante la acción calcinante del sol, parejas que viven en casas hechas con adobe o la Vía Láctea que se derrama como un río cósmico en el firmamento nocturno del yermo páramo.