Arte
Por Grupo Zócalo
Publicado el jueves, 19 de mayo del 2022 a las 04:24
Ciudad de México.- El escritor gallego Domingo Villar, considerado un maestro de la novela negra murió ayer a los 51 años a causa de un infarto cerebral, informó la prensa española.
Nacido en Vigo en 1971, Villar se inició en el género con Ojos de Agua (Siruela, 2006), la primera entrega de una saga protagonizada por el inspector Leo Caldas.
El segundo título, La Playa de los Ahogados (2009), lo llevaría al mercado literario internacional y luego pasarían 10 años para la publicación de El Último Barco, editada en 2019 y que marcó el esperado regreso del inspector Caldas.
Durante la gira para promover El Último Barco, Villar concedió una entrevista a Reforma, en la que hizo referencia a los sucesos personales que lo llevaron al silencio de una década.
Contó entonces que, en 2013, todo parecía listo para el lanzamiento del título, pero una pérdida le obligó a dar marcha atrás.
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Tenía la novela ya prácticamente lista, tenía título, tenía cubierta; la editorial Siruela estaba dispuesta a publicarla, pero en aquellos días falleció mi padre y me encontré en un lugar emocional distinto del que estaba el libro”, relató.
Y sucedió que, de pronto, la trama de la historia, sobre un padre que busca a su hija, súbitamente desaparecida tras un vendaval que azotó las costas de Galicia, adquirió una dimensión distinta.
“
El Último Barco es una novela negra en la que se investiga una desaparición de una mujer, pero también una novela que habla fundamentalmente de la paternidad y la maternidad, de lo complicado que es ser padre y ser hijo”, contó.
Villar, multipremiado autor cuyo tríptico ha sido traducido a 15 idiomas, se ganó un lugar especial por detalles como las profundas descripciones de su tierra, la costa gallega.
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Yo escribo desde los recuerdos, desde los recuerdos añorantes de un lugar que es mágico, y supongo que parte de esa emoción que a mí me absorbe cuando me siento a escribir acaba regando el libro”, dijo sobre Vigo, su ciudad natal.
Afincado en Madrid, no olvidaba las costumbres y maneras de su terruño, plasmados con tal detalle en sus novelas que incluso agencias de viajes comenzaron a ofrecer recorridos turísticos para visitar los lugares de sus libros.
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Lo que a mí más me enorgullece no es ninguna de estas cosas (de los reconocimientos). Lo que más feliz me hace es que alguien haya podido sentir el deseo de hacer la maleta y conocer mi tierra siguiendo las huellas de mis personajes”.
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