Arte
Por La Jornada
Publicado el domingo, 24 de noviembre del 2024 a las 10:59
Pekín.- Una tarea que dejó el profesor de historia fue la semilla; el montaje de Bernardo Bertolucci sobre el último emperador manchú lo cambió todo para un estudiante de secundaria que se enfilaba a ser médico.
“ Esa película me impactó y fue a través de ella que empecé a sentir mucha curiosidad por China”, cuenta Pablo Mendoza Ruiz, cineasta mexicano que lleva casi dos décadas en Pekín.
Fue a través del cine que China apareció primero como un punto de interés, luego como una escuela y actualmente como su casa. El último emperador fue un vistazo definitorio, pero de ahí las obras de Wong Kar-wai, Zhang Yimou, Hou Hsiao-hsien y otros autores se volvieron las primeras ventanas al cine chino, a algunas se asomó tantas veces que ya le resulta difícil contar cuántas, como en el caso de In The Mood For Love.
Pablo Mendoza Ruiz es el primer latinoamericano en llegar a una de las tres mejores universidades a escala mundial para estudiar cinematografía, la Academia de Cine de Beijing (BFA, por su sigla en inglés). Desde muy joven, el mexicano tuvo interés por las narraciones de la gran pantalla, recibía las bocanadas de cine asiático que llegaban a la Cineteca Nacional, pero “yo no sabía que se podía estudiar cine”, comenta en entrevista.
Él todavía se encontraba en área dos, preparándose para entrar a Medicina, cuando supo de la existencia de la ahora Escuela Nacional de Artes Cinematográficas, en la que hizo examen para ocupar uno de los 15 lugares que se ofertaban en ese momento. A la par, inició mandarín en la Escuela Nacional de Lenguas, Lingüística y Traducción, lo que le permitió en 2006 ser uno de los primeros becados del gobierno de la República Popular de China para estudiar una maestría de cine en este país.
¿Por qué estudiar cinematografía aquí? ¿qué le caracteriza respecto a otros lugares?, se le pregunta durante una conversación en la BFA. El cine chino de autor –como el de Wong Kar-wai– se caracteriza por la apelación a los sentidos a través de la imagen y no como tal en el diálogo.
“ Son películas más sensoriales que se prestan a la interpretación, a diferencia de la enseñanza del cine en otras parte del mundo, donde el guion es lo más importante”, explica.
Sin embargo, hacerse de una carrera como cineasta aquí no es tan sencillo.
“ Si uno quiere desarrollarse como director, como extranjero es casi imposible (…) En China la industria cinematográfica en términos monetarios es tan fuerte como la de Hollywood, pero desarrollarse como director aquí es súper difícil porque todo está más bien focalizado a los directores chinos, entonces sí hace falta que haya más apertura hacia los cineastas extranjeros”, considera.
Detalla que como parte de los equipos, en áreas técnico-artísticas, como la dirección de fotografía, hay una mayor diversidad, pero incluso en el elenco, los extranjeros no suelen ocupar los grandes papeles.
“ Sigue siendo una industria muy local, pero eso es muy propio de los países de Asia, no sólo de China. Tampoco hemos escuchado directores extranjeros que se hayan desarrollado en Japón, también está muy centrado en sus nacionales, o Corea del Sur”, agrega.
Mendoza Ruiz ha trabajado como director de fotografía en Noreste Noreste de Zou Peng y dirigió Rojo eterno (2006). Ha colaborado en la empresa China Television Station y actualmente es coordinador de Difusión Cultural y Vinculación en el Centro de Estudios Mexicanos de la Universidad Nacional Autónoma de México en China.
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