Declaraciones precisas las del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, al referirse al Gobierno de nuestro país. “México hace lo que les decimos que hagan”. La respuesta que dio Claudia Sheinbaun: “Para cualquiera que tenga alguna duda, este es un mensaje de México para el mundo. En México, el pueblo manda” ¿de verdad el pueblo manda? ¿Por eso han destruido las instituciones que servían a todos? ¿Por eso se llevó a cabo una elección, del Poder Judicial que no se justificaba y se usaron acordeones? ¿Por eso van por el INE?
Al ver a los ministros de la Suprema Corte de la Nación despedirse en sesión solemne, donde aparecieron por última vez, algunos con la emoción reflejada en el rostro y en sus palabras, me quedó una sensación de incertidumbre ante lo que vendrá. Las ministras de los “acordeones”, las elegidas por dedazo estarán ahí por largo tiempo al igual que el presidente de la SCJN. ¿Los eligió el pueblo? ¡Por supuesto que no! De sobra sabemos cómo y por qué están ahí, no precisamente por sus conocimientos sino por intereses políticos. Ocuparán un cargo que debe ser para gente preparada y comprometida con la justicia. Un perfil que no es de ninguno de los que están.
En EU y en todas las naciones del mundo están enterados de las condiciones de violencia que existe en México y la entrega de parte del territorio al CO. Que no es casualidad, mucho menos por votos ganados con limpieza en las urnas que están gobernando estados, ciudades y lo más importante al país.
Nuestro México ha sido un país de gente buena, pero no tonta. Gente con bondad cuya nobleza se dibuja en el rostro. Gente trabajadora, luchona que extiende la mano cuando se requiere y ayuda a levantarse al que cae o tropieza. Gente buena que se solidariza con el prójimo en la enfermedad, en situaciones difíciles. Por muy humilde que sea la persona, procura dar algo, no importa cuánto, para apoyar al que lo requiere. Así ha sido nuestra gente de este bello y noble país, que deseamos siga siendo nuestro. Nuestro, sí, porque mucha sangre fue derramada al momento de defender nuestra nación y darnos libertad.
Por eso y mucho más, México no merecía ni merece ser traicionado. Peor traición no puede haber que el pactar con grupos criminales. Y quienes lo hicieron no merecen gobernar; mucho menos, apoderarse de nuestra tierra. Muchos mexicanos han sido sacrificados por no ceder a las pretensiones de grupos criminales.
Cómo no recordar el caso reciente de una maestra, a quien observamos en un video que sus verdugos grabaron, quizás para mostrar su fuerza y de lo que son capaces de hacer a quienes no obedecen sus órdenes. La maestra dio muestra de entereza y soportó el dolor y la humillación. Puesta de rodillas, rodeada de individuos encapuchados que ocultaban su rostro -como lo hacen los cobardes- sosteniendo armas largas pretendiendo imponer miedo a otros ciudadanos que se negaran a pagar la cuota impuesta por un grupo delictivo. Cuota inaceptable por concepto de “derecho de piso”.
¿Qué gobernante permite tal aberración? De ninguna manera se justifica el que individuos, delincuentes peligrosos, amenacen, secuestren, priven de su libertad a un ciudadano que busca mejorar su condición de vida mediante el trabajo honrado.
Si existen esos grupos delictivos es porque la autoridad lo permite. Una autoridad que deja solos a los ciudadanos con problemas tan graves como el narcotráfico, no merece gobernar, ni una zona pequeña mucho menos un país. En el caso de la maestra, una mujer valiente, que merecía respeto hacia su persona por parte de autoridades. Ni una mención de quien se ufana en el discurso diciendo “llegamos todas”. Como tampoco se sintió el respeto de la gobernadora de Veracruz, que aseguraba que la maestra había muerto de un infarto “les guste o no”.
Muchos casos más de injusticia, de maldad, se conocen con más frecuencia de lo que quisiéramos. Situaciones donde las autoridades brillan por su ausencia.
Nuestro país no estaría en las condiciones en que hoy se encuentra, si no existieran complicidades. Si el poder al que tanto aspiran los que quieren gobernar, realmente se utilizara para lo que debe ser, para servir, México sería ya la potencia que estaba
predestinada a ser.
Lejos de pensar en las futuras generaciones, quienes gobiernan o están en un cargo sólo piensan en resolver sus propios problemas. La ambición les nubla el entendimiento y erróneamente creen que los puestos son para servirse y para enriquecerse.
En ningún momento han visto la encomienda como la gran oportunidad de servir; por el contrario, lo han tomado como el “regalo” que esperaban y del que hay que beneficiarse. Algo así como “si no es ahora, ¿cuándo?” Un “ya nos tocaba”.
Debido a la ineptitud, al desconocimiento total de las funciones que deben desempeñar en las dependencias, las personas que han llegado y siguen llegando a ellas las están llevando al fracaso.
Ya dejen de echarle la culpa al pasado, porque cada vez son menos los que creen sus mentiras. México ni está bien ni lo estará mientras la inseguridad, continúe.
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