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Notimex
Publicado el domingo, 15 de marzo del 2009 a las 22:33
México.- Mensajes cifrados o explícitos son inscritos por miles de jóvenes que, con plumón, aerosol o piedra en mano rayan todo espacio disponible, sea de concreto, papel o vidrio, para reafirmar su espíritu creativo y de expresión.
Sus pintas son impulsadas por la lluvia de ideas, tienen las manos y la ropa manchadas con la evidencia de su actuar; son quienes toman las latas de pintura como pinceles y las paredes de concreto como lienzos para dejar muestra de su visión del mundo.
“El graffiti es más que un estilo, es una forma de vida, pues cuando pintas te encierras en tu mundo. Lo veo como una enfermedad, una catarsis o un desahogo, sacas lo que piensas y sientes”.
Así opina Diego, alias “Siquet”, alumno del programa del Gobierno del Distrito Federal Prepa Sí, y que en sus ratos libres, después de la escuela o entre clases, disfruta pintar su cuaderno, muros e incluso vagones del Metro.
Comenta que comenzó a practicar esa actividad cuando cursaba la secundaria y se convirtió en una forma de vida para él. “Ir con los cuates o estar solo pintando en el cuaderno es chido”.
Diego está de acuerdo con la generación de espacios donde se les dé la oportunidad de expresarse, como los Megaconcursos de Graffiti organizados en el Estadio Azteca por la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF).
“Nos quedamos con un buen sabor de boca, tienes toda la tranquilidad de pintar y puedes tomarte tu tiempo para acabar el graffo sin la preocupación de que venga la policía y te suba”, dice.
“Es chido que den espacios como este pues nos dan oportunidad de decir y hacer”, opina “Siquet” entrevistado en el marco de la segunda edición del certamen referido.
Para Yair, alias “Kolor”, el graffiti “más bien lo veo como cultural porque muchos tienen demasiada información que quizá no le interesa a la sociedad, sino a la persona que lo está haciendo, siento que tiene mucho contenido pues cualquiera puede practicarlo”.
“Kolor” prefiere efectuar esa actividad en espacios permitidos, pues tiene mayor libertad de expresar sus ideas sin verse expuesto a ser detenido o señalado por la sociedad como un delincuente.
“Hay chavos de secundaria y preparatoria que sin saber el por qué de sus pintas lo hacen y muy bien, mientras que hay quienes lo realizan dándole un sentido ideológico, con más contenido”, opina. Sigue Graffiti, de práctica. dos. opina A su vez Raquel, quien practica esa actividad desde los 13 años, comenta que le resultó difícil adentrarse en ese ámbito dominado mayormente por los varones y sufrió discriminación.
“Cuando inicié lo hacía clandestinamente, de manera ilegal y sí me llegaron a decir groserías por ser mujer, que no era para esto; creían que no lo podía hacer, que mejor me pintara las uñas”, recuerda Raquel, quien firma sus obras como “Key”.
Aún así, continuó practicando e incluso fue remitida a la delegación, lugar de donde sus padres, quienes no estaban de acuerdo con lo que hacía, la sacaron varias veces hasta que le fue difícil conseguir recursos para sus pintas y dejó de hacerlas.
Ahora, con 23 años, participa en actos organizados por las autoridades locales en los que el graffiti es permitido y fomentado, pues la motivan para no tener que hacerlo de forma ilícita.
Para el director general del Centro Social Circo Volador, Héctor Castillo Berthier, es natural que en los grupos graffiteros haya más hombres que mujeres debido a las actividades que desarrollan y explicó la discriminación contra las féminas por el origen machista y trasgresor de los colectivos.
A su parecer, con la evolución de esos movimientos culturales cada vez hay una mayor participación femenina y más equidad en las relaciones que se establecen entre los grupos.
Castillo Berthier asegura que con el tiempo los colectivos de graffiteros también se han profesionalizado convirtiéndose incluso en una nueva generación de muralistas, pues hay quienes toman esa corriente artística como una forma de creación.
En tanto “Big Hache”, uno de los ganadores del primer lugar en la versión anterior del concurso referido en el Estadio Azteca, se considera un artista urbano y relata que comenzó a pintar desde la secundaria las bancas y los baños de su escuela.
Luego de casi ocho años de practicar esa actividad que comenzó con dibujos para seguir con la barda de la casa de su vecina, quien le dio permiso, continuó con la elaboración, en compañía de ocho amigos, de graffitis en la casa de uno de ellos.
“Algunos de ellos se dedican a la pintura al óleo, al dibujo digital o en acuarela como yo”, comenta.
“Big Hache”, al igual que “Kolor”, colabora desde hace un año en la Unidad Antigraffiti de la SSPDF, pues gracias a su buena técnica ha sido llamado para contribuir en el decorado de algunas escuelas mediante la pinta de murales.
Esos jóvenes pretenden hacer del graffiti una actividad legal que sea reconocida por las autoridades y por la ciudadanía sin que se les discrimine o se les estigmatice.
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