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Coahuila

Guadiana el constructor, ¿del tren Coahuilteca?

Por Luis Carlos Plata

Hace 2 años

Una vez perdió la elección para la Alcaldía de Saltillo el pasado 6 de junio, el senador de Morena por Coahuila, Armando Guadiana Tijerina, inició una intensa campaña para comunicar su interés de impulsar el tren Coahuilteca, proyecto estimado en 8 mil millones de pesos que conectaría Derramadero y Ramos Arizpe con una extensión de 54 kilómetros.

Antes de abordar a fondo el tema, un paréntesis: a nadie estorba la infraestructura para el traslado de pasajeros. Mucho menos en la Región Sureste de la entidad, cuyas vías de comunicación ya se ven colapsadas por vehículos particulares independientemente del día y la hora, y carece de transporte público digno y eficiente desde tiempos inmemoriales.

Aunque una cosa es la necesidad real, y otra muy distinta la oportunidad creada. Me explico.

El 2 de octubre de 2020, Guadiana constituyó con domicilio fiscal en Saltillo, la empresa Inmobiliaria Guman, S.A. de C.V., con el objeto social de celebrar “toda clase de adquisiciones, enajenaciones y alquileres de toda clase (sic) de bienes inmuebles”. Como socio figura él, con el 40% de las acciones, además de su esposa María Guadalupe Mandujano Flores y los hijos de ambos, Cecilia Guadalupe y Santana Armando Guadiana Mandujano, con 20% cada uno de los tres.

Por su parte, Victor Hugo Leija Peña, carbonero de Sabinas, quien ha representado los intereses de Guadiana en Materiales Industrializados, S.A. de C.V. (Minsa), aparece como responsable del órgano de vigilancia en la nueva sociedad mercantil.

¿Y eso por qué es importante?, se preguntará usted.

Porque la recién creada Inmobiliaria Guman, S.A. de C.V., tiene objetivos particulares que apuntan hacia el conflicto de intereses del legislador federal en el asunto del Tren Suburbano Coahuilteca. Cito dos en específico: “desarrollar y crear proyectos e inversiones inmobiliarias y de turismo”, y “la elaboración de planos de crecimiento de las ciudades, la presentación de nuevos modelos de desarrollo para áreas industriales, de vivienda o de salud”.

Justo es decir que un hipotético tren Coahuilteca no es otra cosa que un nuevo modelo de desarrollo para áreas industriales. En concreto, Derramadero y Ramos Arizpe. Tan obvio como que Guman es el acrónimo que surge de unir los apellidos Guadiana y Mandujano.

Si bien Guadiana ha invocado hasta ahora el argumento del financiamiento privado mediante la previa concesión del proyecto por parte del Gobierno federal a inversionistas, los estudios de factibilidad técnica y viabilidad económica, estimados en 36 millones de pesos, sí serían financiados con recursos públicos a través de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT). Inclusive desde la Cámara de Senadores, el 14 de julio, propuso un punto de acuerdo para que la Secretaría de Hacienda erogue a la brevedad presupuesto para dichos estudios, y que Comunicaciones y Transportes los haga. El tiempo apremia, ya que, según el plan, se tendría que licitar este año la obra y construir a partir de 2022 para poder inaugurar en agosto de 2024, es decir, un mes antes de que concluya el sexenio encabezado por Morena. Dicho de otra forma: antes de que la carroza se convierta en calabaza.

Hasta aquí alguien podría cuestionar: y si no hay mayor financiamiento público que los 36 millones de SCT, ¿cuál es el problema?

El quid de la cuestión radica en el aprovechamiento de apoyos indirectos, tales como el derecho de vía, infraestructura ferroviaria previamente establecida por el estado con dinero de todos, y permisos de SCT obtenidos mediante tráfico de influencias.

Cabe señalar que la exposición de motivos del referido punto de acuerdo explica que uno de los principales beneficios sería “detonar comercio y zonas económicas aledañas al proyecto”. E Inmobiliaria Guman, S.A. de C.V. aspira a “actuar como agencia de negocios”, como consta en su acta constitutiva en poder de quien esto escribe.

 

Cortita y al pie

Por lo demás, llama la atención que hace más de una década Guadiana no constituía legalmente una empresa pese a ser socio de 18 compañías diferentes (la última creada en 2009, mucho antes de iniciar su meteórica carrera política que lo ha llevado a participar en las elecciones de 2017, 2018 y 2021), y ahora encontró un área de oportunidad.

Inició su periodo legislativo como promotor del fracking y presidente de la Comisión de Energía en el Senado. Falló. Continuó su función como defensor de Alonso Ancira y sus negocios. Falló. Se empeñó en ir en pos de la Presidencia Municipal de Saltillo. Falló. Ahora va por el tren Coahuilteca.

 

La última y nos vamos

Pero no la brinca sin huarache. El interés tiene pies. ¿O acaso entró en la etapa del altruismo?

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