Con todo lo que está sucediendo en nuestro amado país de unos años a la fecha, queda preguntar ¿qué nos pasó? ¿por qué no fuimos capaces de detener lo que era inminente sucedería?
En realidad, son unos cuantos cuestionamientos que podríamos hacer, aunque hay que reconocer que ya es un poco tarde.
Un poco tarde, sí, pero de ninguna manera quiere decir que no haya solución a la terrible problemática que está enfrentando nuestro México. Por supuesto que recuperar el país en las condiciones que se encuentra, no será fácil, pero tampoco imposible.
A México se le ha hecho un daño de tal magnitud que se requiere de mucho amor a esta patria, para enfrentar a quienes se han ido apoderando de nuestro territorio.
“Bajar los brazos” de ninguna manera debe considerarse una solución. Sería tanto como darse por vencidos en esta guerra infame a la que nos ha conducido la maldad de un hombre que siempre dio muestra de lo que realmente deseaba y lo que es. Pero también ayudó la apatía, el conformismo, el exceso de confianza por parte de ciudadanos en un gobierno que daba muestras de ambición y de traición.
Individuos que llegaron a gobernar gracias al supuesto hartazgo de ciudadanos en gobiernos anteriores, pero más que eso, motivados por el discurso falso y conveniente de un individuo que planeó la destrucción de nuestro país.
El individuo de Macuspana jamás intentó gobernar. Sólo deseaba destruir y en eso se convirtió: En un destructor. Era su principal objetivo, por eso su amistad con líderes que han sometido a sus pueblos y los mantienen arrodillados, pisoteando su dignidad de seres humanos.
El odio que fue sembrando por donde pasaba fue de tal magnitud, que hoy vivimos las consecuencias de la traición artera a la patria y sus instituciones.
Individuo mezquino y ruin; enfermo de poder que siempre se hizo víctima al no ganar elecciones donde participó. Tratando de justificar el no obtener el triunfo, se atrevía a proclamar un fraude que nunca pudo comprobar porque no existió más que en su mente enferma y mentirosa. Al victimizarse ante los ciudadanos, fue sembrando la duda y aprovechó para promover el repudio y en algunos el odio al dirigir la culpa de sus propios fracasos a gobernantes anteriores.
Nada más falso, pero sí redituable.
Todo lo que está sucediendo actualmente en este bello país el que -a pesar de todo sigue siendo nuestro- ya se veía venir; fuimos advertidos de diferentes maneras de lo que podría suceder: Pero la gran mayoría de los ciudadanos prefirió mirar hacia otro lado, más por conveniencia que por convencimiento.
Nunca he podido entender el por qué la gente se dejó engañar. Podría entenderse de cierta manera en la gente que no tiene preparación, aunque eso no la hace del todo ignorante. Pero ¿qué decir de personas preparadas? “nadie nos había dado tanto dinero” ¿Por una pensión engañosa pretendieron convertirse en cómplices de las fechorías de un grupo en el poder? ¡Por favor! Porque esa pensión y todo lo que el gobierno ofrece es para fines electoreros, de eso no queda duda.
¿De dónde sale el dinero para las pensiones electoreras? ¡por supuesto que de los impuestos que paga el contribuyente!
Las señales de la maldad humana se observaron cuando iniciaron la desaparición de fideicomisos. Eso en buen español se llama ROBO, falta de interés y empatía hacia quienes iban dirigidos los recursos. Por eso fueron creados para apoyo en tratamientos de personas enfermas; para la cultura y tantos más. En fin, fueron desapareciendo por disposición de un resentido y seguidores, a quienes nada importó una niñez que dependía en buena parte de la ayuda que recibía, para su tratamiento.
Tratamientos que no deben suspenderse, porque con ello va de por medio la vida misma.
Jamás se debió permitir que un individuo resentido y lleno de maldad llegara a gobernar. Sus antecedentes -quema de pozos petroleros, plantones, chantajes, además de una historia familiar inaceptable- lo definen. Pero bueno, el daño ya está hecho y ahora se tiene que buscar las estrategias para lograr salvar a esta patria nuestra de quienes, por ambición desmedida, entregaron buena parte del territorio al enemigo.
A ese enemigo que no vino del exterior, sino que está en nuestra propia casa y el que se ha apoderado de buena parte de nuestro territorio. Y si lo ha hecho y actuado libremente es porque ha gozado de la impunidad que le otorgó un gobierno traidor a su Constitución y complicidad con quienes juraron velar por los intereses de la Nación.
La tarea no es fácil y menos lo será cuando los ciudadanos no tengamos espacio para dónde hacernos, sin una ley que nos proteja. Menos aún, cuando no haya una autoridad que vele realmente por los intereses de todos nosotros para ofrecer justicia.
Dirijamos la mirada a Cuba, Venezuela, Nicaragua. Sus ciudadanos nunca imaginaron ser traicionados por aquellos que ofrecían libertad y bienestar en un cambio para todos. Hoy, convertidos sus dirigentes en millonarios y el pueblo empobrecido y humillado. Unos comen langosta y el resto, hurga en los botes de basura con la esperanza de encontrar algo que les permita saciar el hambre.
Nuestro México es maravilloso y no merece más traiciones. ¿Hasta cuándo, mexicanos? Sí, hasta cuándo seremos capaces de tolerar a quienes han estado destruyendo nuestra casa común, el país que heredamos de nuestros padres y estamos obligados a cuidar para las generaciones por venir.
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