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Grupo Zócalo
Publicado el domingo, 5 de octubre del 2025 a las 06:34
José Sánchez Ramírez | Saltillo, Coah.- Desde el año 2008, el latido de la sangre aguerrida se escucha en el parque hundido El Pozo, donde Gerardo del Bosque, acompañado por Claudio Armando Rojas Vega, su esposa Laura Delgado y el Ing. Joel Alejandro García Escalante, sembró una semilla que, con el tiempo, floreció en uno de los clubes más queridos de la región: los Pieles Rojas.
El coach Héctor Osvaldo Cepeda se convirtió en el arquitecto de un sueño que hoy tiene historia, identidad y tradición. Bajo su mirada firme, los jugadores de distintas categorías han aprendido que el futbol americano es más que un deporte: es disciplina, unión y familia.

Los campeonatos no tardaron en llegar. Mosquitos, Hormiguitas y Hormigas brillaron en las vitrinas durante 2023, mientras que las Ardillas, con corazón indomable, se quedaron con un subcampeonato en ese mismo año. Sin embargo, más allá de los títulos, el legado se forja en cada entrenamiento, donde el polvo se mezcla con el sudor y la esperanza de crecer.
Para la historia
La historia guarda capítulos memorables, como aquel Tazón de la Amistad en Colima, en 2010, cuando los Pieles Rojas conquistaron al público venciendo a los Loros; el Tazón de la Hermandad, en Mazatlán, donde midieron fuerzas con sus homónimos; o el Campeonato Nacional de Puerto Vallarta 2018, donde las porristas del club se llevaron la gloria en tres categorías.
La primera generación de Ardillas marcó el camino con un campeonato, demostrando que el futuro estaba asegurado. Junto a los trofeos y las victorias, nació una tradición que hoy define la identidad del equipo: la “Quema del miedo”, un ritual donde los niños enfrentan simbólicamente aquello que los detiene, recordando que un Piel Roja nunca se rinde.

Dentro y fuera del campo
Pero no todo son victorias en el campo. El equipo también se distingue por su labor social. “Lo más importante que hemos hecho fue traer niños de la casa hogar a ser parte del equipo. Hemos llevado a la playa a muchos niños a competir y somos de los pocos clubes en tener participación fuera del estado, seis veces en 17 años”, comentó Del Bosque.
La necesidad también toca la puerta: las Hormiguitas enfrentan un reto crucial, pues sólo cuentan con 13 jugadores, un número insuficiente para completar la plantilla. Del Bosque hace un llamado urgente a niños y niñas para sumarse a la “Sangre Aguerrida” y defender juntos el orgullo de los Pieles Rojas.

Un sueño que prevalece
En medio de esta historia surgen voces que representan la esencia del club. Rodrigo, corredor en Ardillas, sueña con algún día jugar para los Dinos de Saltillo. También es fanático de los Jefes de Kansas City, aunque en su familia, sus padres y hermanos, sean aficionados a los Delfines de Miami, Halcones de Atlanta y Cuervos de Baltimore.

Se le iluminó el rostro cuando habló de su madre, Zaira: “Que mi mamá esté bien y que nunca le pase nada”, confesó Rodrigo con inocencia, antes de correr con euforia a celebrar una victoria junto a sus compañeros, con quienes forma una camada y un vínculo especial.

En el emparrillado no hay género
Génesis, carismática jugadora de Hormiguitas, ocupa la posición de centro. Con apenas unos años de experiencia, habla con convicción: “Lo que más me gustó es cómo se entrena este deporte. Me gusta centrar el balón y jugar”. Su entusiasmo busca contagiar a más niñas: “Que vengan a vernos entrenar, que nos vean desde arriba cómo jugamos, y así decidan si les gusta o no”.

Junto a Génesis, su prima Natalia comparte la pasión. Ambas son prueba viva de que el futbol americano en Pieles Rojas no tiene género ni límites, sino un horizonte abierto donde cada niña y niño encuentra su lugar para crecer y ser feliz.

Formación y disciplina
En la tribuna, Mirna observa con orgullo. Sus dos hijos juegan en Hormigas, y su voz refleja la fuerza de una madre entregada: “Mi expectativa es que sigan jugando, que lleguen a ligas mayores y que sean hombres de bien, que sigan estudiando. Nos hemos enseñado a trabajar en equipo, dentro y fuera del deporte”, dijo con orgullo.

Con sangre guerrera
La rivalidad con los Pumas, acérrima y encendida, es el condimento perfecto para cada temporada. Los duelos son batallas que trascienden el marcador y se convierten en capítulos épicos de un libro aún abierto. Los “vecinos” todavía tienen mucho que ofrecer al público.
El club no sólo forma atletas, sino personas. “Nosotros somos un equipo conocido por ser unos guerreros. Formamos grandes personas y, en su mayoría, grandes profesionistas”, mencionó Gerardo. Esa es quizá la victoria más grande de Pieles Rojas: ser una familia que abraza, enseña y transforma.
A 17 años de su fundación, los Pieles Rojas siguen escribiendo su historia entre victorias, sueños y el compromiso de nunca rendirse. Porque, más allá de los cascos, los uniformes y los trofeos, lo que late en cada jugador es un corazón que se enciende con la fuerza de la tribu, demostrando así cuán poderosa es la sangre guerrera.
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