Arte
Por Agencia Reforma
Publicado el lunes, 30 de septiembre del 2024 a las 03:25
Ciudad de México.- Ajeno a su costumbre de sólo tocar sus composiciones propias, pero movido por la nostalgia, el pianista Héctor Infanzón honra la memoria de otros colegas en Días sin tiempo.
En éste, su álbum más reciente, incluyó Se vive así, de Marcial Alejandro; Las pulgas freeway, de Eugenio Toussaint, y Triste verdad, de Mario Ruiz Armengol.
En entrevista, el compositor y pianista comparte que por la nostalgia vivida durante la pandemia y el recuerdo de sus amigos, a quienes extrañaba, decidió honrar su huella.
“
Es importante saber de dónde viene uno; uno no está descubriendo el hilo negro, uno siempre viene de influencias, y es importante honrarlas, saber y honrar eso que uno aprendió de estos grandes artistas”, agrega. Conoció a Toussaint a través de Marcial Alejandro; se lo presentó en un baile de Radio Educación en el desaparecido Salón Riviera. Infanzón era parte de Son de Merengue y admiraba sus discos con Sacbé y cuanto hacía en Los ¡ngeles.
“Con el tiempo fuimos amigos entrañables y la gente pensaba que éramos enemigos, pero no. Cuando me invitaba a palomear él decía: ‘Quiero invitar a mi acérrimo enemigo a echar un palomazo aquí con ustedes’. Nos divertíamos mucho, aprendí mucho de él”, cuenta.
Toussaint le compartía partituras, algún libro de armonía y orquestación, o materiales del jazzista Clare Fischer, un favorito de Infanzón. En el homenaje tras su muerte, en 2011, Infanzón tocó el Concierto para piano improvisado con la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México.
“Fue una experiencia muy bella y muy fuerte meterme en las entrañas de su música”.
En el Arcano, punto de encuentro de su generación, Infanzón tocaba con su trío Antropóleo y Marcial Alejandro, fallecido en 2029, llegaba con sus décimas. Colaboraron en producciones discográficas.
Escribió Se vive así a propósito del terremoto de 1985 y la dedicó al Banco del Ruido, agrupación comandada por Carlos “Popis” Tovar, en la que militó Infanzón. La letra dice que, a pesar de la tragedia, “se vive así, pero se puede”. “Esta la tocábamos en los albergues; fue una experiencia fuerte. Lamenté mucho la partida de Marcial”.
A Ruiz Armengol, fallecido en 2002, lo conoció en el Arcano, en la época de Antropóleo. “Muy bien muchacho, me gusta lo que estás haciendo”, lo felicitó el veterano compositor. Infanzón le pidió que le diera clase y él lo citó a la mañana siguiente en la XEW. Cuando llegó, lo encontró ya sentado en el piano; comenzó a tocar varias de sus piezas. “øYa conoces ésta? øDeberías montarla?”. Mientras, inquieto, pensaba: “øA qué hora empieza la clase?”. Hasta que le cayó el veinte: La clase era oírlo tocar su obra. Después le regaló partituras, un “bonche de copias” que Infanzón conserva. “Hasta la actualidad sigo aprendiendo: qué manera de arreglar, qué manera de construir esta música a través de la orquesta. Un gran orquestador, juguetón con la armonía. Era conocido en Estados Unidos como Míster Harmony por su manejo sutil de la armonía”.
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