Arte
Por Agencia Reforma
Publicado el martes, 21 de noviembre del 2023 a las 06:30
Ciudad de México.- El origen de Carbón rojo, la más reciente novela de Mónica Castellanos, es doble: están las memorias familiares narradas alguna tarde por una prima que para la autora eran desconocidas. Sucesos ocurridos antes de la Revolución Mexicana, cuando las tierras de la zona carbonífera de Coahuila pasaron de manos de los caciques a los juaristas y, finalmente, a la familia.
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Como pasa con cualquier historia familiar desconocida, el asombro me llevó a averiguar sobre esos acontecimientos, a hurgar en documentos, en bibliografía de la zona, a realizar entrevistas y adentrarme en la base verdadera de esas historias.
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Otro aspecto fueron las vivencias e impresiones de un joven periodista que inició su trayectoria tras la tragedia en la mina de Pasta de Conchos (San Juan de Sabinas, 19 de febrero del 2006) y que me sirvieron de inspiración para uno de los personajes que lleva uno de los hilos narrativos y da pie a la trama”.
Así, explica la autora nacida en Monterrey en 1960, Carbón rojo es un enclave en el que convergen historias: la de Carmina y sus rencores, su pasado y su familia, en especial de Bernardo, su sobrino nieto, que encuentra en Pasta de Conchos el inicio de su carrera periodística, así como las de los mineros que perdieron la vida y de los que sobrevivieron.
Historias que se unen, dice, como un viaje a los infiernos para poder conseguir, de alguna manera, la redención.
La explosión en la mina de Pasta de Conchos, que derivó en la muerte de 65 mineros, 63 de los cuales siguen sepultados en el carbón, le afectó: “Los testimonios de los sobrevivientes; el dolor de los familiares por la pérdida de sus esposos, hijos, padres; las condiciones de trabajo en los pocitos y en las minas de carbón me robaron el sueño y no me dejaron hasta que me senté a escribir su historia”.
El principal reto, agrega la autora de las novelas El aroma de los anhelos y Aquellas horas que nos robaron, fueron los personajes masculinos.
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Crear la voz de Indalecio, acorde al entorno y a la actividad minera fue uno de los mayores retos, sobre todo para incluir el lenguaje técnico de la minería sin que se sintiera forzado; otra voz fue la de Bernardo, el joven periodista que se enfrenta a cubrir una tragedia de las dimensiones de Pasta de Conchos”.
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Más que dar un mensaje”, dice, “me interesa alumbrar el infierno personal que puede desatarse cuando las pasiones como el rencor y la venganza toman posesión de una persona, una mujer en este caso, pero también de un pueblo y de un grupo de hombres sometidos a las malas condiciones de trabajo que existen en las minas de carbón”.
Añade: “Y más que escribir sobre los que tienen el poder para hacer la historia, me interesaba darle voz a los que la sufren. Y en este contexto, visibilizar a la mujer en la literatura que habla de la minería”.
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