Saltillo|Monclova|Piedras Negras|Acuña|Carbonífera|TorreónEdición Impresa
Departamento de justicia pide rechazar apelación de Ghislaine Maxwell Chaleco verde Acusan al INE de usar IA para clonar voz de José Lavat en campaña Bruno Mars sorprende en concierto de BLACKPINK cantando con ROSÉ Vinculan a proceso a funcionaria de Linares, NL, por homicidio de secretario del ayuntamiento

Zócalo

|

     

Opinión

|

Información

< Opinión

 

Coahuila

La falta de sinceridad que nos roba tiempo

Por Irene Spigno

Hace 4 semanas

Querida persona lectora:

Hace unas semanas conversábamos sobre el derecho que cada persona tiene a proteger su tiempo. En aquella ocasión profundizamos en la responsabilidad individual de no posponer para mañana lo que podemos hacer hoy y, además, en la obligación de no retrasar el momento de ser felices.

A pesar de esta conciencia de que nuestro tiempo no es infinito —y, por lo tanto, tenemos el derecho y la obligación de protegerlo—, la cotidianidad nos lo arrebata de formas innecesarias. Es innegable que la vida moderna, especialmente para adultos y profesionales activos, se vive a un ritmo vertiginoso. Intentamos sortear las olas de múltiples compromisos que, voluntaria o involuntariamente, asumimos: personales, familiares, sociales y profesionales.

Personalmente, tengo la tendencia a saturar mi agenda desde muy temprano en un intento casi siempre fallido de convertirme en una morning person. Quienes me conocen saben que me cuesta dejar espacios en mi rutina para el descanso o, simplemente, para el dolce far niente: ese arte de dejar a un lado el ritmo frenético del día para dedicarse a uno mismo.

Además, las personas con agendas apretadas por tantos compromisos también interactuamos con una gran diversidad de individuos. Estas interacciones pueden tener distintas finalidades: desde una simple conversación de amistad, de pareja o familiar hasta la búsqueda de un objetivo profesional.

Independientemente del propósito de cada interacción, existe un factor con un enorme potencial para hacernos perder nuestro valioso tiempo: la mentira. O, si preferimos un enfoque más diplomático, la falta de sinceridad. Es una conducta, por desgracia, demasiado presente en nuestras relaciones. Seguramente todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos dicho una mentira. Quizá pensando que éramos astutos, para obtener alguna ventaja, para ocultar una verdad incómoda o creyendo que protegíamos a nuestro interlocutor.

A menudo se habla de mentiras “buenas” y “malas”. En mi opinión, no existen las mentiras buenas. Cualquier falta de sinceridad implica una pérdida de tiempo y energía. Y no puede haber nada bueno en algo que nos roba lo más preciado.

Pensemos, por ejemplo, en una relación de pareja donde una de las personas miente sobre sus verdaderas intenciones sentimentales. Quizá ya no siente amor, pero miente para no herir a la otra persona. Esto solo provoca que el otro no entienda la situación y siga invirtiendo tiempo y esfuerzo en una relación que ya no es recíproca.

O consideremos una amistad donde la sinceridad brilla por su ausencia o solo se comparten verdades a medias. Esa relación pierde valor. Lo mismo ocurre en el ámbito profesional, la falta de sinceridad sobre el estado real de un trabajo o proyecto termina generando pérdidas de tiempo y recursos para todas las personas involucradas.

Las razones por las que una persona puede optar por no ser completamente sincera son diversas y, en muchos casos, complejas. No se trata de juzgarlas, sino de reconocer que tenemos la responsabilidad de proteger nuestro tiempo y de establecer límites frente a conductas que puedan afectarlo.

Notas Relacionadas

Chaleco verde

Hace 24 minutos

“La seguridad de las mujeres no debe ser una moda”: Fiscal General de Coahuila

Hace 3 horas

Relevo Listo

Hace 4 horas

Más sobre esta sección Más en Coahuila

Hace 24 minutos

Chaleco verde

Hace 4 horas

Relevo Listo

Hace 18 horas

Aliados de peso