Destrucción, caos, sufrimiento, pobreza, migración son algunas de las consecuencias de la guerra en el mundo, si son tan desastrosas y provocan grandes daños las guerras, entonces ¿por qué existe la guerra? Son muchas las razones que se dan para justificarla como: problemas políticos, territoriales; la adquisición de recursos; diferencias ideológicas y religiosas. En el fondo siempre aparece en este escenario el apetito de poder, la ambición desmedida, las justificaciones abundan y la guerra nunca termina.
La guerra es un conflicto armado entre dos o más grupos humanos, que emplean diferentes elementos para imponerse sobre el enemigo como tácticas, estrategias y ahora la tecnología, se usan elementos materiales para herir o dañar al enemigo.
Veamos la raíz de la palabra guerra, proviene del griego pólemos, que se traduce como “la guerra es la madre de todas las cosas”. Según el diccionario de la Real Academia Española la guerra es una desavenencia y rompimiento de la paz entre dos o más potencias. Para la Biblia la guerra es un combate entre Dios y Satán. La sociología la define como un conflicto social y político violento entre grupos humanos. Maquiavelo señalaba que “La guerra no se evita, sino se retrasa para ventaja del enemigo”. Siempre está presente.
No cabe la menor duda, la guerra es un enfrentamiento entre grupos cuya finalidad es demostrar la fuerza y lograr el dominio; los vencedores generalmente se escudan en que la guerra se genera para defender a los inocentes, para recuperar los bienes robados, para castigar acciones indignas, para defender de una agresión, entre otras. Cualquiera que sea la razón los humanos siempre estamos en guerra, peleamos por el amor a la patria, por defender a nuestra familia, por obtener la libertad.
Viene a mi mente un recuerdo sobre el tema de la guerra que viví en la etapa universitaria, cuando leí El Arte de la Guerra, de Sun Tzu, un tratado clásico de la guerra que muestra una gran cantidad de estrategias y tácticas para la guerra y la solución de conflictos, se basa en la planificación y el engaño, lo que me sorprendió y para mí es lo valioso de sus enseñanzas sobre el conflicto es: “El arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar”.
Triunfas en un conflicto cuando lo resuelves sin necesidad de ir a las armas, “quien sabe resolver las dificultades las resuelve antes de que surjan. El que se destaca en derrotar a sus enemigos triunfa antes de que se materialicen sus amenazas”. Una de sus recomendaciones, es antes de sacrificar a tu ejército “conoce al adversario y sobre todo conócete a ti mismo y serás invencible”. Ojalá y todos los líderes políticos del mundo eligieran leer a conciencia este libro antes de iniciar un conflicto armado, la situación a nivel mundial no tendría tan graves consecuencias.
Recordemos que a través de la historia de la humanidad han surgido grandes personajes que están a favor de la paz, no de la guerra, por mencionar algunos: Mahatma Gandhi, Martin Luther King Jr., Nelson Mandela y Rigoberta Menchú, la madre Teresa de Calcuta y el Dalai Lama también, se han preocupado por fomentar la paz y el bienestar de la humanidad. Cada una desde su campo de acción, algunos fueron sacrificados por sus ideas de paz de forma violenta, otros siguen en la lucha. Pero las guerras continúan.
Cuando las naciones conviven en un ambiente de paz se respetan los derechos humanos, se fomenta la igualdad, existe cohesión social, participación ciudadana y sobre todo las comunidades son resilientes. Como nos enseña Sun Tzu, los humanos debemos desarrollar la habilidad para resolver los conflictos a través del diálogo, la cooperación, para evitar la violencia y el enfrentamiento por el bien de la comunidad. Coincido totalmente con las sabias palabras de Nelson Mandela al señalar “La paz no es simplemente la ausencia de conflicto; la paz es la creación de un entorno en el que todos podamos prosperar”.
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