Arte

Publicado el lunes, 31 de enero del 2022 a las 04:10
Saltillo.- Es fácil perderse en las calles calientes, heladas, polvorientas, reales o ficticias de Ciudad Juárez que el escritor César Silva Márquez imagina, más que retrata. O, mejor dicho, dibuja como escenario de un cómic de Batman por el que igual deambulan rumores de hombres lobo, aliens y zombis, que un policía vengativo, y vengador, y un periodista atormentado por los fantasmas del pasado.
Esos recuerdos que lo aquejan mediante pesadillas, son imágenes borradas que rememoran una canción clásica entonada por la aterciopelada voz de Javier Solís, un recordatorio de que todos son Sombras Nada Más. Tema que también da titulo a la novela más reciente de Silva Márquez, en la que regresa a los personajes de su libro La Balada de los Arcos Dorados: el periodista Luis Kuriaki y el policía Julio Pastrana.
En esta ocasión, ambos deberán resolver un crimen que, si bien no es real, sí es realista en la desértica urbe chihuahuense: un feminicidio. El de una amiga de Kuriaki, quien se lanza en su búsqueda a través de interminables caminatas por esa ciudad oscura y cansada.
Para Silva Márquez “toda novela, pero en especial la novela negra, no debe de señalar, sino avanzar por esas cosas que uno vive. Porque una cosa es decir ‘mira lo que está pasando’ y otra es decir ‘mira por lo que estoy pasando; y creo que ese es el gancho de mi poética, con la que comencé mi trabajo”.
Su prosa guía al lector por un espacio físico que conoció de niño, pues nació en Ciudad Juárez en 1974, pero que desde hace años no habita. Ahora, esas calles, recodos y plazas están cubiertas de oscuridad, misma que se va ante los esfuerzos de su escritura. Una que permite iluminar la memoria y encontrarse con “esta ciudad en la que nada terrible pasa, pero todo lo terrible pasa y la cotidianidad es parte de todo eso”.
Una Ciudad Juárez “que es y no es la misma en la que crecí, porque la mía flota como a cinco milímetros de esa”, convirtiéndola en un espectro cubierto de paranoia y sordidez. Elementos que dotan de una presencia casi física al mal, pero no solo el de la ciudad, sino también el de sus personajes. Una pulsión que late por explotar tanto en Kuryaki como en Pastrana.

Calles del interior
Porque Sombras Nada Más es, también, un recorrido por el alma atormentada del periodista que Silva Márquez camina con una prosa lírica y pulida gracias a sus inicios como poeta, y en el que yace una idea central, la de que “no todos somos completamente buenos, ni todos somos completamente malos. En el caso de Kuriaki, él quiere descansar, no quiere soñar ya con su amiga. Pero en él también está la venganza, que existe para ser ejercida, desgraciadamente, porque somos grises, y a veces tenemos que serlo. En nuestra cabeza hay, siempre, una batalla entre una decisión y la otra. Es la misma pelea por estar vivo ante una vida injusta”, comentó a Zócalo en entrevista.
Y es ahí, en la intimidad, donde Silva Márquez muestra sus dotes como constructor de personajes, pues ahonda en ellos y muestra sus rutinas. Los dibuja como seres autónomos que, sin embargo, están atados a la cotidiano, lo de siempre. Aunque esos rituales se rompan, a veces, por la llegada de algo extraordinario que puede o no ser real, sino un simple rumor de algo más allá de esta vida.
Esto porque “si bien Sombras Nada Más se lee como una novela negra, yo quiero pensar que es una novela con tintes (del género), pero en la que lo pesado es lo cotidiano sobre lo que avanza uno en la vida: ir a trabajar, comerse unos burritos, hamburguesas, ir con tu novia, salir a las 12 de la noche y dormir o no dormir, pero donde el trabajo te marca. Y en el caso de Luis Kuriaki es ser periodista, y ¿cómo le hace él para sobrevivir a todo eso?”, detalla el escritor ganador del Premio de Novela José Rubén Romero.
Una risa gris
Pero uno no debería de pensar que Sombras Nada Más es un libro solemne, lleno de dolor y crimen, porque es, también, una novela en la que se roza el ridículo, el juego y el humor. Eso porque “la vida es absurda, un dibujo y puras sombras”, como agrega su autor.
Así, la historia juega constantemente con la luz y la oscuridad que proyectan sus personajes: los policías Botello y Taverna, quienes tienen una extraña relación laboral; el agente Álvaro Luna y su obsesión con el comediante de Jackass, Johnny Knoxville, y la sensualidad desbordante de la periodista Rossana, quien mantiene una affaire con Bazán, un mago de mediopelo que se ve envuelto en un problema con el narcotráfico.
Todos ellos dotan de una atmósfera enrarecida al libro que igual puede moverse de la voz melancólica de Kuriaki por su pasado a la broma más absurda de los encabezados periodísticos e, incluso, en la paranoia conspiracionista de la muerte de los tres grandes cantantes de México: Jorge Negrete, Pedro Infante y Javier Solís. Pero, eso sí, sin perder nunca la tensión que mantienen los personajes con la ciudad. La misma que Batman ha usado en sus más 80 años de vida, influencia clave para la creación de esta Ciudad Juárez.
“
Creo que esta Ciudad Juárez sí está muy dibujada, casi la puedo ver en cómic y eso es lo que quería lograr. Entonces Pastrana es, en cierto sentido, el Batman más actual y violento. Un vengador completo que va, busca y golpea. Todo ello cubierto por la policía, y leerlo te hace preguntar hasta dónde llegará”, comentó el también autor de Si Fueras en mi Sangre un Baile de Botellas.
César Silva Márquez –quien es también coordinador del taller de escritura creativa Escribir desde el Sótano de la Escuela Nox–, se inspiró en el periodista real Luis Kuryaki Chaparro para su personaje, pues este le mostró que hay una cosa que lo lleva a enfrentarse al lado más oscuro del ser humano: el romanticismo que lo hace ver lo luminoso del idealismo.
“
En Luis Kuriaki y sus recorridos por la ciudad está la obsesión misma del ser humano. Es un romanticismo que lleva dentro, porque él es periodista y hay cierto romanticismo en ese trabajo, sino no funcionaría. Esa idea que hay en el periodismo y en la policía, es lo que maneja al prsonaje a su antojo. Lo hace correr por esas calles que se desdoblan como otras. Es por eso que si tú crees en la novela fantástica, este libro se transforma en uno en el que hay fantasmas”. Espectros que siguen cantando al oído de Kuriaki los siguientes versos: “estoy en vida muriendo, y entre lágrimas viviendo los pasajes más horrendos de este drama sin final…”.
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