La espera, que parecía se prolongaría, dio la sorpresa al mundo cuando el humo blanco salía de la chimenea.  Fueron momentos de grata emoción para los católicos que esperábamos conocer el nombre del nuevo Papa.  El sucesor de Pedro.

La plaza se empezó a llenar de gente que llegaba presurosa de distintos puntos de la ciudad.  No querían perderse la oportunidad de vivir un momento tan significativo para nuestra Iglesia y para cada persona, fuera creyente o no.

Vivir una experiencia de esa magnitud debe considerarse algo muy especial, muy hermoso.  Yo, que me mantuve frente al televisor, me sentía un ser privilegiado ¿cómo no estarlo? Si el mundo está urgido de líderes, de verdaderos líderes que toquen corazones en un mundo cada vez más deshumanizado.

Pronto llegó ese momento esperado y observamos a un hombre emocionado desde el balcón al dirigirse a la multitud.  Una plaza donde de manera sorprendente se reunieron miles de personas para ver, aunque sea de lejos y escuchar su mensaje.

Sí, el mensaje del Papa León XIV desde el balcón de la Basílica de San Pedro. 

Robert Francis Prevost Martínez, nacido en Estados Unidos, realizó una gran labor pastoral en Perú, donde se le recuerda por su cercanía con la gente. No olvidó dirigirse a ellos y lo hizo en español “a todos aquellos, en modo particular a mi querida diócesis de Chiclayo en el Perú”, de la cual fue su obispo.

Miembro de la orden de San Agustín, por lo tanto, misionero. Un hombre además muy preparado, políglota, pero lo más importante, un sacerdote conocedor de la gran problemática social que atraviesa la humanidad.

Está consciente de la división que existe en todos los sectores, incluyendo en nuestra Iglesia.  El alejamiento de los que se decían amar a Dios, pero ante el menor problema se alejan de los templos.

La conducta humana ha cambiado.  En muchos casos no ha sido para mejorar sino para poner en evidencia la falta de compromiso tanto de los guías espirituales como de los feligreses.

Hay señalamientos de conductas inadecuadas que desafortunadamente han dañado mucho a nuestra Iglesia.

¿Existe simulación? ¿Falsedad? ¿intereses? Yo creo que sí.

No solamente en la religión católica. ¡Por supuesto que no!  Está sucediendo en todas partes.  Ninguna congregación es perfecta porque no son las organizaciones las que fallan sino algunos de sus integrantes.

No solamente se puede hablar de religión sino también de una sociedad que se corrompe por dinero y claudica ante el poder.  Mirar hacia otro lado para ignorar una injusticia, equivale en ser cómplice de un acto infame en perjuicio de un semejante. 

Me agrada la designación del Papa León XIV, como líder de nuestra iglesia.  Un religioso que en su misión evangelizadora debe haber ayudado a mucha gente en sus problemas.

Así como el Papa Francisco oraba y ayudaba a los más necesitados, estoy segura de que también su sucesor intentará tocar el corazón de quienes mantienen a sus gobernados en calidad de rehenes, privándolos de la libertad a la que tienen derecho.

Individuos que no gobiernan sino empobrecen a una nación. Se apoderan de la riqueza de los pueblos por la ambición desmedida. Viven como reyes a costa de los ciudadanos a los que les suprimen todos los derechos.  

El derecho a la salud, al trabajo, a la vivienda y mucho más.  Y no reciben el castigo que merecen.

Al Papa León XIV le espera un arduo trabajo como líder mundial. Acercamiento, convencimiento -lo cual no será fácil, pero tampoco imposible- El mundo está urgido de paz, de tranquilidad, de mantener viva la fe en su Iglesia. 

 Por Cristo que murió en la cruz para la salvación de todos, debemos intentar ser mejor cada día, sin falsas promesas.

Dios bendiga al Papa León XIV en todo momento para el bien de nuestra Iglesia y por la paz en los corazones de todos.