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Llamada de terror

Por Guadalupe Loaeza

Hace 2 años

El reloj marcaba las 10:30 horas cuando un amigo muy querido recibió una llamada a su celular. Era la voz de una mujer joven, llorando, y a quien se le entendía apenas las siguientes palabras: “Papá, papá, me acaban de detener”. Él contestó inmediatamente: “¿Quién habla, quién eres?”. “Soy tu hija”, respondió una voz muy angustiada que le pareció era efectivamente de su hija.

En ese momento, mientras él trataba de tranquilizarse, la bocina pasó a manos seguramente de un individuo que con un tono autoritario, dijo: “Aquí tenemos a tu hija, la tenemos detenida”.

Mi amigo, angustiado como estaba, le respondió: “¿Qué hija, cómo se llama?” “Tú, ya sabes”, respondió el hombre.

-“¡Pásamela, quiero oír qué pasó!”

-“Mira, soy el comandante X y quiero que me deposites una cantidad, porque si no ya sabes lo que le va a pasar a tu hija”.

-“Yo no tengo dinero, no te puedo depositar nada. Pásame a mi hija”.

-“Me tienes que dar 500 mil pesos”.

-“No tengo esa cantidad”, dijo mi amigo y le colgó.

En plena angustia Enrique, se comunicó por teléfono con su hija. Nadie contestaba. Siguió llamando y la llamada se cortaba por razones incomprensibles. Telefoneó inmediatamente a su otra hija, tampoco contestaba.

Llamó entonces al marido de la supuestamente detenida, sin obtener respuesta. Enrique no sabía qué hacer. Su temor aumentaba a grados incontrolables.

Ahora intentó telefonear, en plena desesperación a otra de sus hijas. Nada. Sin respuesta. Finalmente colgó. No sabía qué hacer. En ese momento, sintió un agudo dolor en el pecho.

A pesar de que ya tenía idea de que ese tipo de llamadas se daban constantemente para extorsionar a quien fuera, no dejaba de encontrarse en un estado de pánico. Siguió insistiendo en buscar a sus hijas, pero nada, o se cortaba la llamada o no contestaba nadie.

El tiempo pasaba implacablemente. No quiso volver a llamar al teléfono que había recibido y se dio cuenta de que el número Lada era el 56, que pertenece a Ciudad Acuña, Coahuila.

Fue entonces cuando empezó a sospechar que era el típico intento de extorsión desde la cárcel. Como fuera, no podía comunicarse con ninguna de sus hijas, ni con sus respectivos maridos.

A pesar del hecho de que el telefonema anónimo provenía de un lugar en el que seguramente no se encontraba ningún familiar o conocido, no dejaba de atormentarse y de preguntarse: “¿qué tal si es verdad y mi hija está detenida?”. Minutos después, que le parecieron horas, recibió una llamada y sin fijarse quién era, oyó la voz de una de sus hijas. “¿Qué pasó, papá? ¿Por qué me llamas?”. Le contó lo que había sucedido y ella le respondió que su hermana, que supuestamente había sido secuestrada, se encontraba en su casa con su familia. Poco tiempo después, Enrique recibió la llamada de la dizque detenida y le contó todo: “No lo puedo creer”, exclamó. Minutos después la “detenida” le mandó un video con sus hijas.

Desde ese sábado que recibió la llamada, mi amigo sufre de insomnios, de taquicardia y se encuentra en un estado de permanente angustia. Si le añadimos la pandemia, los problemas económicos, la edad y la falta de esperanzas de este Gobierno tan ineficaz y tan poco digno de crédito, el resultado es brutalmente aterrador.

¡Qué 4T, ni qué “mañaneras”, ni promesas, ni discursos, ni reformas eléctricas, ni “grillas”, ni Pandora Papers, ni fiscales nulos, ni tampoco policías corruptos, al lado de la inseguridad en que nos encontramos los mexicanos día y noche!

Todo es lo mismo que otros sexenios. El Gobierno de la 4T no es diferente de los demás. La violencia, la mentira, los secuestros, las extorsiones y el crimen organizado son iguales o peores que los de antes.

Las supuestas “Fuerzas del Orden” no existen. Estamos en la absoluta indefensión. Si no son capaces ni siquiera de controlar las llamadas que salen de las cárceles, qué se nos espera.

¿Por qué los presos tienen teléfonos celulares? ¿De dónde los sacan? ¿Cómo los consiguen? ¿De dónde obtienen dinero para costear las llamadas? ¿Cuántas tienen que hacer para que alguien caiga en sus redes?

¿Qué puede esperar nuestra generación que ha visto pasar toda clase de gobiernos del PRI, PAN, PRD y ahora Morena, cuyo único interés son los votos para las próximas elecciones?

Y todavía faltan tres largos años. Mi amigo está devastado y yo, con él.

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