Los protocolos de las navidades y la cena ahora han cambiado porque sus situaciones, personajes, escenarios son únicos cada año, aunque sean repetidos, pero con ese ánimo aún de que, sobrevivimos a la pandemia. En las redes sociales se hace mofa, sobre todo, de las tías enfadosas que preguntan cuándo el novio, o por qué no ha nacido el bebé o por qué no se ha casado y toda clase de cuestionamientos incómodos de las cenas navideñas.

¿Por qué ahora son incómodos y visibles? Porque los más jóvenes no se dejan y los más viej@s ya están hartos. No se trata de generaciones de menores contestatarios solamente, sino el cambio en la noción de lo privado. Las personas que han sido cuestionadas por sus parientes en cenas de navidad, reuniones familiares, bodas, entierros y todo acontecimiento humano que congregue a familias enteras sin duda ahora saben que se pueden defender.

Pero primero: los arquetipos de las redes sociales señalan a la tía enfadosa como la campeona de los cuestionamientos de las cenas familiares.

O a una señora, claro, de mediana edad, con hijos y esposo, pero que solo ve la paja en el ojo ajeno. O la tía soltera que le dicen solterona, porque esa etiqueta es una que no muere aún en este siglo de feminismos y sus revoluciones. O a la abuela matriarcal que solo se la pasa tomando lista de a ver cuándo se casan las hembras de la familia, cuál debe ser, lo más jóvenes posible, para que “no se queden”.

Las del chisme, las preguntonas y metiches, las invasivas siempre son atribuidas a las mujeres, o son más notorias y también son las más fáciles de parodiar, porque TikTok está lleno de señores con bigote y pelo facial, que con una peluca ya actúan como la “tía solterona”, “la abuela ofendida”, “la mamá que se hace la sentida”… Y son muy famosos y virales.

Lo que es notable es que en esas parodias navideñas de tías preguntonas y abuelas metiches y mamás invasivas, nadie señala al tío borracho que hace todos los desfiguros posibles, el fan de AMLO o el que odia a AMLO, el que está sentido desde hace varias navidades por algo que ya olvidó, pero que en la alta borrachera saldrá y entonces querrá agarrarse a golpes.

Tampoco se habla de que en esas mesas navideñas controversiales de chisme y de pleito, no se toca, ni se menciona, ni señala a los muchos agresores sexuales que están ahí dentro del núcleo familia, perdonados por tod@s, revictimizando a la persona agredida. Esto es un lugar común del entorno familiar mexicano y en las mesas familiares esto está presente también.

Cuando hablamos de la hormonalidad en los hombres en los talleres o consultas, muchos se preguntan que por qué a ellos “no les afectan las hormonas como a las mujeres”. El asunto es que, los hombres tienen hormonas y claro que les afectan, pero ellos reprimen o sobajan o traducen las emociones de su hormonalidad, en ocasiones, en violencia, ira o agresividad. La testosterona es volátil e inestable.

La cena navideña se debe de convertir en un espacio genuino en el que la convivencia sea en un espacio seguro y libre de violencia y, en el caso de quienes hayan sido agredidas o abusadas, optar por no estar ahí si es su deseo. Es recomendable que, aunque el tío violador o el padrino tocón sean perdonados por todos y hecho “como que no pasa nada”, la persona agredida puede estar fuera de esa convivencia sin necesidad de justificarse.