Coahuila
Hace 1 año
No deja de ser irónico que la palabra más usada por la generación Z: “peak”, haya constituido el nombre de la coartada que usó para defraudar alrededor de 800 millones de pesos un trío de centennials emulando a Leonardo Di Caprio en “El lobo de Wall Street”.
“Todo se ve mejor desde la cima”, alardeaba como lema la tercia de socios de 29, 30 y 35 años que, en lugar de convertirse en influencers, optaron por constituir en 2021 la empresa Peak Growth Capital, S.A.P.I. de C.V., y para complementar el concepto rentaron un piso en la Plaza UMA ubicada en Residencial Chipinque, de San Pedro Garza García, Nuevo León. Justamente ahí: uno de los puntos de mayor altitud en la Zona Metropolitana de Monterrey.
Aderezaron la idea con nombres en inglés (Peak Investment Fund Management), una imagen corporativa en colores mate y escala de grises que reflejan categoría y estatus social, y fotografías de sus CEO en perfiles de Instagram que irradian un nivel de vidas extraordinarias acorde a Di Caprio en la escena canon de la película de Scorsese, a la postre convertida en meme, donde avienta billetes como si fueran cartas desde la eslora de un yate como señal ineludible de éxito económico.
Estaban “en su peak”. Entendido esto como el clímax de una situación. Su mejor momento. ¿Qué podría salir mal?
Y de repente, parafraseando a Emmanuel: todo se derrumbó.
Se esfumaron los fondos. Se fugaron los dueños. Abandonaron las oficinas y sin pagar la renta. Finalmente, pusieron de parapeto a un pool de abogados no de Nuevo León sino de La Laguna, concretamente Torreón, para que dieran la cara de manera virtual en tanto los responsables ganaban tiempo para preparar la huida.
Se trata, en estricto sentido, de un esquema Ponzi por sus características; una estafa piramidal en donde los inversores no están, de hecho, invirtiendo en un negocio subyacente sino recibiendo parte de su propio dinero como si fuesen intereses, o recursos de nuevos clientes que se suman a la bolsa común con sus fondos.
El atractivo radica en la presunta presencia de “Peak” en 19 estados de la República (incluido Coahuila) y, especialmente, en las altas tasas de rendimiento que supuestamente pagaban, ya que ofrecían 18% de ganancia por año. Eso equivale a 180 mil pesos anuales por invertir un millón de pesos, sin hacer nada ni mover un dedo. Demasiada belleza para ser real.
Aquí no hay buenos ni malos; en todo caso, cautos e incautos, pues inversores y estafadores comparten un denominador común: la ambición por el dinero fácil como valor de la posmodernidad, y la inmediatez para conseguirlo.
Hace una semana exactamente quienes se ostentaban como inversores, alrededor de 100 en total, fueron informados por una terna de abogados laguneros de que Grupo Peak se declararía en quiebra mediante asamblea virtual celebrada el 17 de abril.
Al existir “capital líquido nulo”, es decir, ni un peso de lo ‘invertido’, y sin dar mayores explicaciones más que un correo electrónico de contacto, comentaron que iniciarían un concurso mercantil previo a declararse en quiebra. Sin embargo, una semana después no ha sido iniciado ningún proceso ante los juzgados de distrito en materia administrativa de Nuevo León, como se pudo verificar en el Instituto Federal de Especialistas en Concursos Mercantiles, del Consejo de la Judicatura Federal.
Y si bien Torreón destaca en el padrón de Condusef por una cantidad importante de despachos de cobranza en el Municipio, especializados en recuperación de deudas y cartera vencida, llama la atención la participación de los tres letrados.
Existen. Y sí son abogados. Se trata de Ricardo Antonio Muñoz Juárez, quien egresó en 2017 de la Universidad La Salle Laguna, y es postulante. También Roberto Ríos Romero, egresado por su parte de la Universidad Autónoma de La Laguna en 1999, quien mantiene un modesto despacho.
Aunque resulta por demás interesante la colaboración como “asesora” de la notaría 53 de Torreón, Ana Patricia Ramos Torres, una veterana de la función pública.
A ella le fue otorgado el fíat el 27 de noviembre de 1981 durante el interinato de cuatro meses que cubrió Francisco José Madero como Gobernador de Coahuila, a la salida por anticipado del gobierno de Óscar Flores Tapia.
En 2021, cabe señalar, Ramos Torres fue sancionada por el SAT debido al comportamiento desaseado de su labor, y se quedó “sin posibilidad de realizar inscripciones remotas al sistema de RFC” ya que no cumplía con los trámites necesarios de registro y renovación de vigencia.
¿Qué tendría que andar haciendo una fedataria cuya jurisdicción radica a 360 kilómetros de distancia?
Específicamente interviniendo en una trama de fraude y abuso de confianza, pues no se puede tipificar de otra manera la manipulación para engañar y obtener dinero de manera fraudulenta.
Cortita y al pie
Arturo de Jesús González Cantú (29), Victor Hugo Sepúlveda de León (30) y Santiago Gerardo Avelino Tamez (35) figuran como dueños de “Peak”.
Los dos primeros, son socios a su vez en Soluciones Fiamos, S.A.P.I. de C.V., SOFOM, E.N.R., asimismo en Terpay Global Solutions, S.A. de C.V., y en Asseth Cash, S.A.P.I. de C.V., sociedad mercantil que se convirtió en Grupo Domov, S.A.P.I. de C.V., y posteriormente en Transportes Peak AV, S.A.P.I. de C.V. Todas creadas entre 2022 y 2023 con el mismo objetivo: crecer dinero ajeno.
Avelino Tamez es dueño por separado de Carplace México, S.A. de C.V. junto a dos hermanos, persona moral para la compraventa de automóviles creada en julio de 2022 en San Pedro Garza García.
Y Sepúlveda de León, a su vez, constituyó junto a sus padres en abril de 2023 la razón social Grupo Sepdel, S.A. de C.V., en San Pedro igualmente, cuyo objeto social es el desarrollo inmobiliario.
La última y nos vamos
Y oh, sorpresa: Grupo Peak no validó información acerca de su estatus de operación como Sofom (Sociedad financiera de objeto múltiple), y tampoco está inscrito en el Sistema de Registro de Prestadores de Servicios Financieros (Sipres). Ni siquiera cumple obligaciones de ley. Es decir, no existen asideros que sostengan su actuación.
Los émulos de Di Caprio, por lo demás, no son primerizos enfrentándose sin éxito a las adversidades de su trabajo, tal como ejemplifica el trend “Mi primera chamba” de redes sociales.
Se trata, en cambio, de una práctica común en San Pedro: dinero fácil sin hacer nada; el gancho para cazar aspiracionistas en el paraíso de los factureros y nuevos ricos.
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