Arte
Por Agencia Reforma
Publicado el jueves, 4 de agosto del 2022 a las 03:31
Ciudad de México.- De todas las luchas que libró la artista mexicana María Izquierdo (San Juan de los Lagos, 1902- CDMX, 1955) en su vida, la que más le duró fue la de ser mujer.
Comenzó cuando era adolescente y sus padres la casaron en Coahuila, con un militar, ella tenía 14 años de edad. Después de varios años, y ya con dos hijos, dejó Saltillo y se mudó a la Ciudad de México.
Desde niña había estado cerca de las expresiones artísticas y en 1929 ingresó a la antigua Academia de San Carlos.
En torno a su figura se cuentan muchas historias, una de ellas que durante una exhibición de arte de los compañeros de clase, -donde Izquierdo era prácticamente la única mujer – Diego Rivera dijo que la obra de un tal “Izquierdo” era la mejor, aunque se rumora que cuando se enteró de que se tratara de una mujer, se retractó.
Otras versiones dicen que sus compañeros, enojados porque habían elegido a una mujer como la mejor de su generación, la acosaron hasta que ella terminó por abandonar la Academia.
Sin embargo, esa guerra, que inspiró su célebre frase “Es un delito nacer mujer. Es un delito aún mayor ser mujer y tener talento”, apenas empezaba.
El mural que no fue
En 1945, Javier Rojo Gómez, entonces jefe del Departamento Central del Distrito Federal, comisionó a María Izquierdo a realizar un mural para la escalera del Palacio del Ayuntamiento.
Ella comenzó a crear los bocetos preparatorios con el tema de la historia y el progreso de la Ciudad de México para los muros verticales y alegorías de las artes para los plafones del techo. Paralelamente contrató a sus asistentes y se dispuso a armar los andamios.
Tras varias excusas y dilaciones, el contrato fue cancelado definitivamente.
“ Se cree que por consejo de Rivera y Siqueiros, que en ese momento habían conformado un comité de pintura mural, se recomendó cambiarle la comisión a un edificio menos importante, como un mercado o una escuela”, explica la doctora Dina Comisarenco, investigadora especialista en muralismo mexicano hecho por mujeres.
“ Recordemos que Rivera ya había sacado de la jugada a Guerrero, de la Cueva y Charlot en la SEP y que dichos espacios no gubernamentales eran donde normalmente se permitía el trabajo de los artistas más jóvenes y/o de las muralistas mujeres, alegando que Izquierdo no tenía la suficiente experiencia. Vale la pena recordar que tampoco la tenían los ‘tres grandes’ cuando comenzaron su carrera como muralistas”, advierte la doctora en Historia del Arte por la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey.
Habría pintado una obra monumental, en una superficie total de 154.86 metros cuadrados, con un costo total de 34 mil 843 pesos de la época.
Izquierdo, furiosa, decidió entonces defenderse de la cancelación de su contrato y comenzó a difundir artículos en la prensa.
En 1947 publicó en El Nacional un texto titulado “Maria Izquierdo vs. los tres grandes”, en el que con gran claridad denunciaba al movimiento muralista como “el monopolio” masculino de Rivera, Siqueiros y Orozco.
“ Izquierdo sufrió mucho a raíz de este dramático incidente, pero tuvo la claridad y la valentía necesarias para analizar y denunciar lo que en efecto estaba sucediendo con el movimiento muralista, que inició con gran idealismo como un movimiento que buscaba democratizar la experiencia artística ampliando el público de arte y dejando fuera las consideraciones mercantiles, pero que en lo que hace a los mismos artistas, no siempre resultó tan incluyente, ni tampoco tan abierto a otros estilos y concepciones artísticas como hubiéramos deseado”, puntualiza Comisarenco, autora del libro Eclipse de Siete Lunas, sobre las mujeres muralistas en México.
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