Arte
Por Agencia Reforma
Publicado el viernes, 29 de noviembre del 2024 a las 03:59
Ciudad de México.- El escritor mozambiqueño Mia Couto llegará a la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara con un equipaje abultado: un caudal de lenguas distintas y un universo cultural entero que viene desde muy lejos.
Como primer autor africano en recibir el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, y apenas el cuarto en lengua portuguesa, Couto (Beira, 1955) se rehúsa a que el galardón sea visto como un reconocimiento individual.
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El gran significado para mí es que este premio no fue exactamente para mí, fue un premio que contempló un cierto universo cultural, ling¸ístico también, pero sobre todo cultural; una sensibilidad que viene del mundo africano”, señaló en entrevista desde su casa en Maputo, la capital de su país natal. “Es una conquista que fue hecha por muchos otros escritores, no sólo yo, de varias lenguas de ¡frica, de varias lenguas oficiales, vamos a decir, porque ¡frica tiene millares de lenguas diferentes”.
Abrir un libro de Couto, como Tierra sonámbula (1992) o la Trilogía de Mozambique, Las arenas del emperador (2018), es entrar de lleno a la sensibilidad de todo un continente, de gran riqueza, que ha llegado a ser soslayada por los países de Occidente.
Ya sea por la cobertura mediática exclusivamente basada en los conflictos armados y el hambre, o a través de una mirada folclórica y estereotipada, el arte y el pensamiento de ¡frica son todavía, para el autor, territorios por descubrir.
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La literatura y la producción de pensamiento en ¡frica es algo muy sensible, porque los filósofos africanos están haciendo grandes contribuciones ahora para el conocimiento del mundo, para el entendimiento del mundo”, reflexionó.
Aun así, Couto está bien consciente de que su literatura podría llegar a resistirse a la traducción, pues no solamente se trata de su manejo del portugués, que ya está permeado por muchas lenguas distintas, sino por la concepción del mundo que viene con cada idioma.
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No es un convivio sólo de lenguas, o de idiomas diferentes, porque estos idiomas transportan una cosmogonía diferente, una visión de mundo que es particular, que es bien distinta”, señaló. “Por ejemplo, hay palabras como ‘naturaleza’, como ‘dios’, o como ‘futuro’; como ‘cultura’, ‘sociedad’, etcétera, que no existen en la mayor parte de las lenguas de Mozambique, pero eso no implica que esas lenguas sean menores, que les falte algo, sino que entienden el mundo con otras distinciones, no tienen esas fronteras”.
Lo que ha llegado a ser leído como “realismo mágico” en la literatura de Couto, a partir de ese incesante afán de ponerle etiquetas conocidas a lo desconocido, es más bien el reflejo de una forma de concebir a la naturaleza de los seres y las cosas.
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Por ejemplo, cuando salgo a mi balcón y veo un árbol, yo sé que tiene alma, tiene voz, que platica conmigo, y no es una construcción poética, es un hecho”, explicó.
Sus personajes, que atraviesan por los momentos cruciales y a menudo trágicos de la historia de Mozambique, conciben a los ríos, las montañas y las piedras como seres con alma, y honran también la tradición de que los ancestros son dioses por derecho propio.
Por su propia historia, Couto posee también una sensibilidad particular, como hijo de un poeta portugués, Fernando Leite Couto, que llegó a Mozambique huyendo de la dictadura de António de Oliveira Salazar.
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Y no sólo porque él era poeta, sino porque era una persona muy dispuesta a no tener certezas, a saber que la gran finalidad de su existencia era el encuentro con otras personas, el encuentro con los diferentes”, contó.
El escritor recuerda a su padre tardando hasta media hora para cruzar una calle, porque quería conocer todas las historias de aquellos que lo rodeaban, sobre todo de aquellos que habían nacido en Mozambique.
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Se dejaba poseer por estas infinitas historias que escuchaba de la gente, que para los europeos blancos, de entrada, estas otras personas negras eran invisibles, no tenían nada que dar, y mi padre nunca lo convirtió en una doctrina, una enseñanza, diciéndome: ‘Mira, estoy haciendo esto’; no, él lo hizo como la cosa natural más grande del mundo, sin decirnos jamás que allí había un proyecto de vida”.
Es por ello que Couto no recuerda como un drama haber crecido entre la cultura europea de su pasado familiar y la mozambiqueña, pues siempre concibió que el mestizaje es una parte importante de su nación.
Esta creencia de que todos son valiosos e iguales en una sociedad lo llevó a militar activamente en el Frente de Liberación de Mozambique (Frelimo), una organización que terminó por decepcionarlo pero que forma parte de su vida política.
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En ese momento era una lucha clandestina, subterránea, y fue una entrega muy feliz; para mí fue un momento épico de mi generación. Teníamos la creencia de que íbamos a cambiar el mundo”, rememoró.
A petición del movimiento y luego de la caída de la dictadura en Portugal, trabajó como periodista para la nueva nación independiente, donde aprendió a escribir para los lectores, pero sin dejar sus ambiciones literarias, que empezaron en la poesía.
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Yo nunca abandoné la poesía, porque la poesía no es exactamente un género literario, es otra visión del mundo, que tal vez llamaría más femenina o lunar, que sin ella no percibimos el regreso a la palabra, a la intimidad de las cosas del mundo”, consideró.
En momentos donde la violencia no cesa en Mozambique -aunque esta entrevista se realizó antes de las cuestionadas elecciones en el país que dejaron decenas de manifestantes muertos-, Couto mantiene su filosofía literaria intacta.
Además de recibir el Premio FIL el próximo 30 de noviembre, el autor presentará los libros que ha publicado en Elefanta Editorial: Me quiere, no me quiere y El balcón del Frangipani, además de las novedades El cazador de elefantes invisibles y Compendio para desenterrar nubes.
A llevarse a cabo el 2 de diciembre, a las 19:00 horas, Couto presentará con Cristina Rivera Garza y Emiliano Becerril estos dos nuevos libros que provienen de sus colaboraciones en la revista Vis„o.
Pero antes presentará la novela El mapeador de ausencias, bajo el sello de Alfaguara, el sábado 30, 20:00 horas, con Cecilia Eudave y Mayra González.
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