Carbonífera
Por
Fabiola Ferrer
Publicado el domingo, 30 de noviembre del 2025 a las 04:00
Sabinas, Coahuila.- “No es lo lujoso del árbol, si no las personas y los recuerdos que se crean alrededor de él”.
En entrevista exclusiva para Periódico Zócalo, el maestro Juan Andrés Márquez de la Cruz, decorador navideño desde hace diez años.
Todo empezó en mi niñez, la Navidad era mi época favorita, la más esperada como para muchos niños, pues mi abuela, mi mamá y mi tía, se encargaban de que montar el árbol y el nacimiento del niño Jesús, fuera todo un acontecimiento.
Tomar un chocolate caliente frente al pino de Navidad tenía una sensación de felicidad diferente, abrir los obsequios que rodeaban el árbol, fue lo más emocionante de toda mi infancia.
Tan lo era, que desde que llegaba el mes de octubre, mi familia ponía nuestro árbol, sólo por mí, porque esperaba ansioso todo el año para ese momento.
Cuando cumplí 12, mi tía lo puso a medias, no me gustó, entonces me dijo que lo decorara como yo quisiera.
A partir de ahí año con año, fui el encargado oficial de montar el pino en mi casa.
Conforme pasaba el tiempo mis habilidades se iban perfeccionando.
Pero fue en 2014 cuando me detuve frente a un aparador muy conocido en esta ciudad, los pinos que se exhibían tenían una decoración perfectamente armoniosa, balanceada, las luces colocadas con una simetría asombrosa.
Entré a la tienda y ahí conocí a la que por poco más de diez años fue mi mentora y mi gran amiga, la señora Liz Spence, pionera en la decoración navideña de la Región Carbonífera.
Al escuchar mi pasión por la Navidad, me ofreció trabajo, me enseñó generosamente todo lo que sus muchos años de experiencia le habían enseñado.
Su profesionalismo era impecable, priorizando siempre la seguridad, pues tomábamos cursos con personal de comisión federal de electricidad, para evitar accidentes o incendios.
Ellos nos instruían sobre lo peligroso que pueden ser las extensiones de foquitos en mal estado, las luces dañadas, el exceso de extensiones, sino se cuenta con las instalaciones correctas.
No sólo se trata de que se vea bonito o lujoso, se trata de que sea seguro, pues los accidentes no son menores.
Liz siempre decía, un decorador jamás sale de casa sin tijeras, pinzas, alambre y escalera, pero, sobre todo jamás expone a sus clientes.
Esta será la primera Navidad que mi maestra y mi amiga no estará para animarme en cada proyecto, sin ella, la Navidad se sentirá muy diferente, pero su alegría, su legado y su hermoso corazón me acompañarán toda la vida, igual que el amor vivido en casa de mi abuela.
Pues la Navidad es algo que se refleja en los ojos de cada niño.
No se trata de hacer grandes gastos, se trata de llevar felicidad a cada hogar.
En ocasiones un pino modesto con una familia feliz, es mucho más bonito que uno ostentoso en un hogar triste.
Eso es lo más asombroso de este trabajo, ver como una casa se transforma en un cálido hogar con pequeños detalles, esa es la magia del espíritu navideño.
Lo que empezó hace diez años, cuando se me dio la oportunidad y la confianza de decorar el primer pino, hoy, son poco más de 40 árboles navideños al año, cada uno decorado con la misma pasión de aquel pequeño de doce años.
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