Ciudades

Publicado el sábado, 16 de septiembre del 2023 a las 03:59
Saltillo, Coah.- Sí Saltillo fuera una enredadera, las raíces nacerían en el Centro, las ramas se extenderían al Sur y las flores brotarían en el Norte.
Somos parte de una misma hiedra, pero no todos recibimos los mismos cumplidos.
Las casas abandonadas del Centro reflejan la nostalgia que llevamos dentro.
Ahora se están cayendo, pero apenas hace unos años pasamos la infancia en el patio de los abuelos, jugando entre los pirules, yendo a la tiendita de la esquina, sentados en las mecedoras esperando las tortillas de harina recién hechas.
Saltillo tiene una camaleónica personalidad que se recorre, de extremo a extremo, en una hora en auto (siempre y cuando no sea hora pico), dos en transporte público (sin contar el tiempo de espera entre las rutas) y en bici, mejor ni lo intente.
Por ejemplo, para llegar de San Patricio Plus a Teresitas se deben tomar tres combis e invertir una hora con 50 minutos de tiempo; y para llegar del Centro Histórico a Jardines de Versalles, se toman dos camiones y se camina casi un kilómetro.

Desentrañando…
El Centro es una amalgama de emociones y recuerdos, de tiendas y cantinas, de pan y de museos.
Transitar es complicado, ya sea a pie o en auto, pues las banquetas son estrechas y malhechas, con registros abiertos y escalones grandes y pequeños; y las rampas son una oda a la inoperancia.
Los camiones hacen magia para dar la vuelta en la calle más angosta del planeta, y los vehículos se amontonan tanto en la de Pérez Treviño que parece que se subirán unos arriba de otros.
Tiendas chinas, olor a caño y a comida, locales que han estado ahí desde el origen de los tiempos.
Uno sube al sur por la de Hidalgo y el panorama empieza a cambiar de forma tenue pero constante: expendios en las esquinas, transporte de personal, hombres con uniformes azules que van o vienen de las fábricas.

Y al sur…
En Parajes de Santa Elena la sierra enmarca el paisaje, los habitantes se despiertan con la vista del cañón en la ventana, sería idílico si no fuera porque el vecino escucha a Peso Pluma mientras se echa unas “banqueteras amanecidas”.
Las calles reflejan la presencia de pandillas: envases rotos, coches con llantas ponchadas, sillones viejos en el canal de desagüe, la Virgencita pintada en una barda.
Por estos caminos del sur encontramos ropa usada desde 10 pesos colgada en la cochera, letreros que anuncian mangonadas, y una mesa bloqueando la banqueta que exhibe tenis, ya no de segunda, sino de tercera mano.
Aquí quizá los llaman “bazares”, pero en el norte se anuncian como “venta de garaje” y “concept store”, que es lo mismo pero más bonito… y más caro.
Y es que, en “Saltillo Texas” las marcas gringas, las plazas negras y las terrazas vintage nos transportan a pintorescas ciudades americanas.
Las amplias avenidas están iluminadas para que los vecinos de los fraccionamientos salgan a pasear en bicicleta, seguidos por una camioneta de lujo para evitar algún accidente.

Y algo más…
Los hábitos de consumo también varían de acuerdo con la geografía.
Son las 12 del día y las rockolas de los bares del “Ranchito” ya invitan a beber, pero algo tiene el Centro que todo es un poco más sórdido.
Mesas oxidadas que han sido limpiadas infinidad de veces; cerveza fría, mujeres con ropa apretada, olor añejo a cigarro, cacahuates manoseados por muchos extraños, cerveza a 25 pesos o 40 si es Modelo, y esa tácita invitación permanente a que pase “algo más”.
Los pleitos de cantina se siguen dando, y eso no es exclusivo de la zona: los hay entre taxistas que se dan con las sillas como película del viejo oeste, y también entre júniors que se descalabran con botellas de mil 500 pesos.
En el sur, los bares se llenan de hombres que presumen su dinero con carros tuneados y de mujeres jóvenes muy delgadas que esconden su humildad con mucho maquillaje.
En el norte, los tenis blancos se llevan bien con saco y mezclilla, siempre y cuando el auto sea de reciente modelo y es un plus si va escoltado por guaruras privados.

Pequeñas y grandes diferencias
Pero, no sólo es cuestión de dinero, es algo intangible que abarca la herencia cultural, las experiencias fuera de la ciudad y la seguridad de un apellido.
En las colonias privadas del Eulalio Gutiérrez, los vecinos se comunican a través de grupos de WhatsApp para pagar las cuotas de mantenimiento, para organizar una Noche Mexicana y para apoyarse en sus respectivos negocios; en la colonia Nueva Jerusalén, entre Irak y Palestina, lo ideal es no hacer muchas amistades, pues la mayoría termina en gritos, golpes y Policía.
De ahí que las rentas sean tan variadas: en la Bellavista se encuentran casas de dos cuartos sin cochera en 5 mil pesos, en la de Múzquiz se elevan a 9 mil pesos, y en Doctores no bajan de 17 mil.

Entre plazas y calles
Las actividades recreativas también son diferentes: en el Centro viven pocos niños, y los que están, se entretienen en los largos pasillos de sus viviendas o en la Alameda, cuyo resbaladero ha resistido el uso rudo durante décadas.
Las plazas públicas del sur no tienen césped, los columpios penden de una sola cadena y las maldiciones con marcador negro son realmente permanentes; ¿por qué todo está rayado de este lado?
Franquicias se adaptan
Lo curioso de estas diferencias es que incluso las franquicias se adaptan a la zona: los meseros saben que “en la de arriba” una familia llega, pide una bebida que marea durante toda la comida, ordenan un platillo fuerte para cada uno, terminan, dejan 5% de propina y se van, todo en menos de una hora; mientras que “en la del norte”, los comensales duran más de dos horas consumiendo bebidas y platillos al centro, terminando con cuentas que ameritan el 15% de propina.
En promedio, en un restaurante de mariscos del bulevar Musa, dos personas se gastan alrededor de 600 pesos; en la de Nogalera se ajustan a 300.

De a tres…
Si tiene tiempo, lo invitamos a que visite los tres Saltillos, los distinguirá desde las letras que dan la bienvenida a la ciudad: si entra por el sur, “Saltillo” se lee sin ornamentos, simple y llano; si entra por el oriente, verá a un indio tlaxcalteca acompañar al gran letrero; y si llega por el norte, una bella glorieta rodeada por dinosaurios de metal lo sorprenderán tanto, que incluso se bajará para tomarse una foto.
Somos los mismos
–Parece imposible pero las diferencias son hasta físicas: las personas del Centro son curtidas, las del sur tienden al sobrepeso, y las del norte son fitness.
–Sí, es cierto, es una observación muy subjetiva, pero real, y también está presente en los supermercados.
–En Alsuper de la calzada Antonio Narro venden chiles rellenos acompañado de arroz en 50 pesos, mientras en el Fresh Market de San Patricio tienen una isla de sushi y comida oriental.
–En el norte hay plazas públicas con hamacas tejidas, los juegos infantiles tienen un puente de madera que no está roto ni rayado, y la gente recoge las heces de sus perros con bolsas especiales.
Como si fuera otro Saltillo.
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