No queda duda que nuestro amado país es hermoso por donde se le vea y a pesar de las diferencias que pudieran existir. Es una tierra pródiga, bendecida por Dios. Cada lugar, ciudad, estado, tiene lo propio. Nos unen la serie de festejos, tradiciones, cultura.

Septiembre es el mes dedicado a la Patria y a los héroes que lucharon por la libertad. Eso lo aprendimos en la escuela y así crecimos conmemorando fechas en un mes tan importante para nuestro México y para los mexicanos.

A pesar de la pandemia y a los protocolos establecidos, hubo quien saliera a las calles tanto el 15 a esperar la hora para dar el “grito”, como el 16 para ver el desfile militar.  

Quiero decir que me encantó ver a las familias y a muchos niños, quienes emocionados esperaban ver pasar frente a ellos a nuestras Fuerzas Armadas.  Ese espectáculo me hizo transportarme a mi niñez, muy lejana y sin embargo presente en mi memoria, en mis recuerdos de una época muy linda que me tocó vivir, gracias a Dios y a mis hermosos padres.

Ellos, me llevaban a presenciar el gran desfile del 16 en mi muy querido DF (hoy Cdmx) con el tiempo, y he de comentar, que me gusta ver por transmisión la Parada Militar.  Esta vez no fue la excepción; y les puedo asegurar que ver a tantos niños emocionados como yo lo estuve a esa edad, me hizo recordar tiempos idos donde aplaudía con gusto el paso de los contingentes.

No hay duda de que tanto niños como jovencitos ahí presentes, nunca van a olvidar esos momentos de felicidad. 

El desfile me pareció muy bonito, grandioso.  Como siempre, las Fuerzas Armadas hicieron gala de organización, destreza, conocimientos para brindarle al pueblo de México, un gran espectáculo.

Observé muchas caritas emocionadas y no dudo que algunos pequeños, en el momento de hacer una elección, se conviertan en soldados para servir a su patria.  Porque ahí, dentro de las Fuerzas Armadas tienen diversidad de carreras para su superación académica y profesional, pero sobre todo recibir una formación integral con valores que tanto están haciendo falta en la actualidad.  Valores que se sumarán a los principios aprendidos en el hogar.

Fue emocionante también ver a los contingentes invitados de otros países.  Su participación vino a dar mayor realce al ya tradicional desfile del 16 de septiembre.

Lo que considero estuvo fuera de lugar, fueron los discursos que se “aventaron” tanto el presidente de Cuba como el de México.  Ambos, muy mal.

El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, no debió siquiera tomar la palabra porque los festejos son nuestros y en nuestro país.  Que yo recuerde no había sucedido con anterioridad.

Además, al haber expresado la aportación que hizo Cuba a México al enviar un grupo de doctores para ayudar durante la pandemia. Olvidó mencionar que su gobierno recibió una fuerte cantidad -que no fue para pago a los profesionales de la salud- sino como apoyo a un régimen dictatorial.  

La pandemia fue el pretexto para ayudar al gobierno de Cuba.  Le vino a Andrés Manuel López Obrador, “como anillo al dedo”.  Quienes hicieron el trabajo en hospitales, atendiendo enfermos de Covid-19 fueron nuestros doctores, enfermeras y todo el personal de salud que ha actuado con enorme profesionalismo hasta caer exhaustos, y quienes con recursos propios se hicieron de equipo especial para protegerse del contagio.

Como sabemos, hubo muertes inevitables de gente valiosa que en ningún momento claudicó a pesar de su agotamiento físico y emocional y se mantuvo en la línea del deber.

Del discurso de López Obrador, muy mal, muy mal.  Una vez más -para quien no lo creía- dejó clara su ideología, por donde se inclina y hacia dónde nos quiere llevar.  Admira y apoya a dictadores -convertidos en amigos y aliados- y desprecia la democracia que tanto trabajo nos ha costado construir.

Y democracia no significa hacer consultas populares engañosas, amañadas donde se utilizan recursos millonarios que le hacen falta al país.

Discursos inútiles utilizados como herramientas políticas, en un momento de festejos a México por su Independencia.

Como si fuera poco, la ignorancia y lambisconería de algunos funcionarios se dejó sentir a la hora de dar el “grito”.  Señores Historiadores, verdaderos conocedores de nuestra Historia no arribistas, hagan algo por favor.  Hay que educar a quienes confunden una arenga para recordar a nuestros héroes, con servilismo hacia quien les dio “chamba”.  Un cargo que, obviamente, paga el causante cumplido, incluyendo el cargo de presidente y de quienes están a su servicio temporal.

Me agradó que el personal de las Fuerzas Armadas que estuvo, apoyando en la transmisión del desfile, con sus explicaciones, refrendara su lealtad a la patria y al pueblo de México.  Así debe ser.