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Coahuila

Nueva Rosita –II parte–

Por Otto Schober

Hace 2 años

En 1915, el mineral La Rosita, antecedente de lo que hoy es Nueva Rosita, tenía un juzgado auxiliar y una comisaría, un cine al aire libre y una plaza de toros. Se formó la Unión de Obreros que fue el cimiento del Sindicato Minero Nacional. Varias bombas a la orilla del río de los Álamos proporcionaban agua al mineral que se almacenaba en tres tanques elevados. La Rosita era parada obligada de los viajeros que se desplazaban a los minerales del norte a donde acudían o llevaban sus productos a vender, sobre todo a San Antonio de Bejar, en un camino con lugares muy conocidos como las Codornices y el Infante, donde había un gigantesco charco de agua en que los caminantes se abastecían del imprescindible elemento, llamado “De los Americanos”. En La Rosita, a un lado del panteón, había otro charco en donde paraban las carretas. 

El 8 de noviembre de 1919, la Compañía Carbonífera de Sabinas pasó a ser subsidiaria de la Asarco. En 1924, la compañía movió sus instalaciones a cinco kilómetros de distancia y abrió un moderno tiro, el tiro seis, al que pronto se le conoció como Nueva Rosita. Al oriente de este nuevo punto se fundó una colonia para los norteamericanos, al lado opuesto los trabajadores comenzaron a construir sus viviendas, fundando el “pueblo de madera”. Además de la mina, la Asarco construye una fundición de zinc, que administraba su filial, la Mexican Zinc, S.A. Junto a la compañía se apersonaron las secuelas inevitables, la explotación y la miseria de gringos y fieles sirvientes y también las primeras muestras de organización independiente y combativa. A estos “fieles sirvientes” se les conocía comúnmente como los “panzas verdes”. 

Después de la huelga ferrocarrilera de 1926 en Monterrey, llegaron a Nueva Rosita algunos ferrocarrileros y entre éstos y los mineros formaron el Sindicato Praxedis Guerrero. Para contrarrestarlo, la compañía Asarco formó un sindicato blanco, el Ignacio M. Altamirano, que produjo una seria división entre los trabajadores. A solicitud de los propios obreros, el jefe del entonces departamento autónomo de trabajo, Juan de Dios Bórquez, realiza un recuento entre la membresía de ambos sindicatos. El recuento arrojó como ganadores a los “rojos” sobre los “panzas blancas”, lográndose la unificación sindical de lo que en adelante sería la sección 14 del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana. Con el tiempo, el mineral de Nueva Rosita se convirtió en la cabecera municipal y el 5 de mayo de 1979 se le concedió el título de ciudad. (Resumen de la entrevista periodística hecha a don Ernesto Pérez, entonces de 79 años de edad, pariente de don Blas Pérez Mendoza, dueño original de las ricas tierras carboníferas del municipio de San Juan de Sabinas).

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