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Operación Polanco

Por Peniley Ramírez

Hace 11 meses

En agosto pasado, una fuente me dijo que tenía algo para mí. Me lo envió por mensajería encriptada. Era un documento en inglés, de 30 páginas, con un título sugerente: Operación Polanco. El documento está firmado por la Agencia antidrogas de EU, la DEA. Contiene una reseña del proceso electoral mexicano en 2006, referencias a una reunión secreta en Nuevo Vallarta y a personas cercanas en aquel momento a Andrés Manuel López Obrador, como Nicolás Mollinedo, entonces colaborador de AMLO, y el empresario Mauricio Soto.

Poco antes de que se confirmara a AMLO como candidato en 2012, la DEA propuso la Operación Polanco. El nombre proviene de una reunión que ocurrió, dice la agencia, en ese vecindario. La DEA planeó que Soto, quien entonces colaboraba con la justicia de EU, entregara dinero a la campaña obradorista. El dinero llegaría, supuestamente, desde la organización criminal Beltrán Leyva. El documento dice -y otras fuentes me confirmaron- que el narcotraficante Édgar Valdez Villarreal, “La Barbie”, desde 2010 declaró a oficiales de EU que organizó una reunión para entregar dinero a los obradoristas, antes de la elección en 2006.

Entonces, “La Barbie” designó a un socio como su enlace con la campaña de AMLO. Esta persona, muy conocido en casos judiciales mexicanos como el testigo “Jennifer”, era responsable de pagar sobornos del crimen organizado a oficiales del Gobierno. A través de este traficante y Soto, la DEA trataría de entregar dinero a la campaña, y documentarlo.

En vísperas de la elección de 2012, la operación que proponía la DEA incluía que Soto introdujera a un colaborador con Mollinedo, le recordara el “apoyo monetario” de 2006 y le ofreciera 5 millones de dólares, que lavarían a través del sistema bancario. Un mensajero debía entregar los primeros 100 mil dólares al colaborador de AMLO. Luego, la Secretaría de Seguridad Pública, entonces liderada por Genaro García Luna, lo detendría, decomisarían el dinero, no arrestarían al mensajero y grabarían llamadas sobre el decomiso entre los colaboradores de la DEA y de López Obrador.

Parecía, claro, una historia muy prometedora. El reto periodístico era conseguir fuentes que confirmaran que el documento era auténtico, la operación había existido y era cierto: la DEA intentó probar que había dinero del narco en las campañas de AMLO en 2006 y 2012.

Sin embargo, después de filtrar el documento, la fuente principal decidió que hablaría sólo con un reportero, luego dos, que publicarían la información fuera de México. En los meses siguientes, pude confirmar algunas partes del documento, pero no las esenciales. Por eso no había publicado una línea sobre el documento y la historia, hasta ahora.

En cambio, mis colegas de Deutsche Welle, ProPublica e Insight Crime sí lo consiguieron. Hace un par de semanas, con horas de diferencia, publicaron reportajes con referencias al mismo documento que obtuve, abundando en quiénes eran las fuentes, cómo la DEA obtuvo primero, y le fue negado después, el permiso para seguir investigando, cómo un colaborador había logrado grabar a una persona que trabajaba con la campaña de AMLO y cómo los fiscales encontraron que la evidencia recabada por la DEA era “incriminatoria, pero no decisiva”. Mis colegas no pudieron confirmar si hubo una indagatoria posterior. Yo tampoco lo he logrado, ni si está ocurriendo una ahora, que Morena está de nuevo en campaña.

Desde Palacio Nacional, AMLO insultó particularmente a ProPublica, alegando que el reportero, Tim Golden, quien tiene dos premios Pulitzer, era un “peón de la DEA”. Esta semana, el editor en jefe de ProPublica respondió a López Obrador. Defendió a su periodista y explicó que contactaron a Palacio Nacional antes de la publicación y no respondieron.

Cuando se publicaron los reportajes me cuestioné si debí indagar más la historia en los últimos meses. Ahora, me alegra que lo hicieran mis colegas, porque ellos tuvieron acceso a fuentes que yo no tuve. Así es el periodismo. Puedo decir, sin embargo, que el documento existe, que las fuentes están en registros judiciales y que la publicación ha provocado dolores de cabeza no solo en México, sino tambien en Washington. A unos meses de unas nuevas elecciones, con tanto dinero en tantas campañas, más vale que los políticos sepan que esas investigaciones existen y que, aunque tomen mucho tiempo, casi siempre se conocen

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