Otros datos

Nueve días después del accidente en la mina El Pinabete, la titular de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STPS), Luisa María Alcalde, se asomó para defender la teoría de que la dependencia sí cuenta con suficientes inspectores de minas y revirar a los señalamientos que, entre otros, hizo el obispo Raúl Vera López, quien, si no recordamos mal, acusó al presidente Andrés Manuel López Obrador de tomar una “decisión criminal” al retirar a los encargados de vigilar que las carboneras funcionen con mínimas condiciones de seguridad.

Con decirles que Alcalde hasta presumió tener oficinas en Saltillo, Torreón y Sabinas, con 24 inspectores en la entidad, 13 de ellos en Sabinas, de hecho, aseguró que El Pinabete era una mina segura… ¡de a buenas!, pero sus datos no checan, por lo menos no con los que su jefe soltó el jueves en La Mañanera, cuando aseguró que la minería del carbón carecía de seguridad y en muchos casos opera en la clandestinidad. Total, ¿a quién le hacemos caso?

 

No se ve cómo

Si ya de por sí eran difíciles las condiciones para entrar a la mina a buscar a los 10 trabajadores desaparecidos, y la lluvia de este viernes vino a suspender por completo los trabajos de limpieza, para permitir el ingreso de los buzos rescatistas.

El optimismo con que la coordinadora nacional de Protección Civil, Laura Velázquez, amaneció este inicio del fin de semana, se apagó con la tormenta, al grado de que el bombeo para extraer agua paró, y las brigadas de trabajadores se debieron replegar y guarecerse en los toldos del improvisado campamento.

Los argumentos de Velázquez se agotan, al mismo tiempo que la paciencia de los familiares de los trabajadores.

En la zona cero trabajaban alrededor de 500 personas, con distintas tareas, y por lo pronto la instrucción original del gobernador Miguel Ángel Riquelme se mantiene: el rescate se dará solo si las condiciones técnicas, y ahora climatológicas, lo permiten para no poner en riesgo a nadie más.

 

Más reclamos

Otra vez no le fue bien al presidente Andrés Manuel López Obrador con el pueblo bueno y sabio. En su segunda gira por Coahuila durante la misma semana, de nuevo lo recibieron reclamos por promesas incumplidas: primero fue el rescate de los mineros en Sabinas, que hasta ahora quedó en palabras, y ahora la solución a los problemas de agua en la Comarca Lagunera, sin afectar a ejidatarios.

Pero si algo tiene el tabasqueño es habilidad para responsabilizar a otros, y esta vez el objetivo de sus señalamientos no fueron los adversarios, o conservadores, sino la gente, en general, y “los caciques”, en particular, a quienes identificó como el obstáculo para el desarrollo del programa Agua saludable para La Laguna.

El caso es que el mencionado programa no tiene pies ni cabeza, y tampoco representante, pues desde hace meses dejó la chamba tirada el senador Gabriel García, a quien AMLO encomendó la tarea de consensuar con campesinos y quienes están inconformes con el proyecto.

 

A puerta cerrada

El Presidente también anduvo en Parras, municipio que hasta diciembre gobernó su partido. Estuvo para inaugurar una sucursal del Banco del Bienestar, y como en La Laguna no le fue como esperaba, en el pueblo mágico, la ayudantía optó por poner vallas y que el Presidente agotara la agenda por Coahuila a puerta cerrada.

 

En Parras

Y a propósito de Parras, los que por allá se dejaron ver fueron los diputados federales Tereso Medina Ramírez y Rodrigo Fuentes Ávila. Estuvieron con el alcalde Fernando Orozco, para relanzar la federación local de la CTM.

Durante la administración morenista, el organismo prácticamente desapareció, pero como desde enero el PRI regresó por sus fueros, la cosa es distinta.

El caso es que Tereso, como dirigente cetemista en el estado; Rigo, como dirigente estatal del tricolor, y Fernando, como primer priista local, coincidieron en el evento, por cierto, con movilización y todo, como a la vieja usanza. ¿Eso todavía funciona?

 

Irreconciliables

Dice la máxima que del odio al amor hay un paso, pero en el pleito que traen los morenistas de Coahuila quién sabe si se vaya a cumplir.

Como se sabe, en Morena van todos contra todos por la nominación para la gubernatura, pero lejos de asomarse una tregua, la bronca cada vez está más extensa y los golpes, patadas y hasta arañazos, el pan nuestro de cada día.

Desde el búnker de Luis Fernando Salazar todos los días salen tiros de precisión en contra de Sóstenes Mejía, pero el policía acapulqueño no se queda atrás y se da tiempo para golpear al expanista y al senador Armando Guadiana, al mismo tiempo.

Si bien los tres aseguran tener con qué para abanderar a su partido, lo cierto es que, quien lo logre, no podrá contar con los otros dos. Es un hecho.