Saltillo|Monclova|Piedras Negras|Acuña|Carbonífera|TorreónEdición Impresa
¡Remontada culé! Barcelona no baja los brazos y se lleva el triunfo ante el Valencia Solo 52 de cada 100 mexicanos votan; buscan ampliar participación VIDEO: Niño recibe a su padre con una fiesta sorpresa de cumpleaños Hemos sido la única campaña que ha crecido de manera sostenida: Movimiento Ciudadano Fiscalía por caso Ayotzinapa analiza 35 cuerpos: Rosales

Zócalo

|

     

Opinión

|

Información

< Opinión

 

Nacional

Personajes rechazados por el sistema político-económico establecido

Por Federico Muller

Hace 2 semanas

El siglo pasado (20) se distinguió por grandes cambios en las economías de los países industrializados, emergieron nuevos paradigmas que fueron bien aceptados por los políticos de aquel entonces. Europa occidental y Estados Unidos ponían a prueba las teorías keynesianas, y lograban crecimientos económicos cercanos al pleno empleo. Los europeos, con el apoyo del Plan Marshall, configuraron un estado de bienestar que satisfacía los requerimientos de salud más sentidos de sus habitantes, y los estadunidenses obtuvieron el mayor poder de compra de sus salarios después de la Segunda Guerra Mundial (1947-70). Ciclo de crecimiento económico que comenzó a decrecer y con ello, también el nivel de vida de las familias, cuando el presidente R. Nixon, en 1971, declaraba la inconvertibilidad del dólar frente al oro, y el país dejó de ser el banquero del mundo; su economía en la década de los 60, producía más del 35% del PIB mundial. Generalmente los avances económicos traen aparejadas transformaciones en los modelos ideológicos y en las culturas de los pueblos. Patrones religiosos e idiosincráticos, que por décadas habían caracterizado a la población de un país, de pronto se ven amenazados y ponen en riesgo intereses que se habían creado alrededor de ellos.

Desde económicos hasta políticos. Cuando alguien atenta contra el sistema o estructura de poder establecida, a través de la difusión de ideas (teorías) y/o acciones (políticas), se convierte en un personaje detestado, que provoca las más bajas pasiones de la población, o al menos de una parte de la misma, muchas veces exacerbadas o tergiversadas por los medios masivos de comunicación; o magnificadas desde los templos cristianos o escuelas. Para, el presente escrito se seleccionaron dos personajes que pudieron, quizá sin proponérselo, con su mero proceder, unificar, pero en su contra, a millones de personas de diversas clases sociales y nacionalidades. Madalyn Murray (1919-95), fue una mujer estadunidense anglosajona que concluyó la carrera de Derecho (abogacía), y posteriormente la de Trabajo Social, procedía de una familia de clase media, conservadora, que practicaba la doctrina cristiana.

A medida que fue creciendo se desligó del entorno de la fe cristiana, hasta llegar a negarla. Su férrea voluntad y convicciones anticristianas se dieron a conocer en toda la Unión Americana a partir de los debates públicos, que tuvo con pastores de iglesias cristianas de Texas, era una convencida de que la “historia del cristianismo es una de represión intolerante”. En 1963, obtiene su primera victoria legal cuando en todas las escuelas públicas del estado de Maryland (tierra de María) se dejó de leer la Biblia antes de iniciar las actividades escolares. Uno de esos lectores era su propio hijo de escasos 14 años, quien, se negaba a hacerlo, por ello, apareció como demandante. La demanda se interpuso ante la Suprema Corte de Estados Unidos y después de algunos años fue resuelta a su favor, declarando esa práctica como anticonstitucional. Los juicios legales los continuó hasta lograr confinar las prácticas religiosas de todo el país a los hogares e iglesias.

Un periodista tuvo la sensibilidad de acoger el sentimiento de más de la mitad de los estadunidenses, y sintetizarlo en célebre frase: “La Mujer más Odiada de América”, adjetivo que sólo se reservó para ella, hasta su muerte ni el criminal más despiadado, ni el político más ladrón, se habían ganado ese poco honroso calificativo. Su grave falta fue haber llevado el laicismo hasta el último rincón de la nación, y sin temor a equivocarse, también a exhibir la doble moral a la que juegan los gobiernos estadunidenses, manipulando los intereses de sus ciudadanos a conveniencia del poder económico y político. En el último cuarto del siglo XX, la economía mexicana, por el manejo irresponsable de las finanzas públicas, pierde la estabilidad macroeconómica, la deuda pública sobrepasaba la capacidad del Gobierno para cubrir los compromisos financieros adquiridos con los acreedores internacionales.

Al agotarse las reservas internacionales del Banco de México, el país suspende temporalmente el pago del crédito. Ante ello, recurre al FMI, y al Gobierno estadunidense, el primero acuerda con el Gobierno federal de aquel entonces el cumplimiento de condiciones socioeconómicas draconianas, entre ellas la congelación de los aumentos salariales, para poder hacerle llegar más recursos. Con el paso de los años se lograba el control de la inflación, pero a un costo social muy elevado. Una de las consecuencias de la caída del poder de compra de las familias fue el crecimiento de la economía informal. En 2018 llegaba al poder un presidente con un proyecto de nación distinto al de sus predecesores. Las principales diferencias se dieron en el enfoque que se les dio a las políticas sociales, dotándolas de más recursos para atender a las clases más desprotegidas, a través de aumentos salariales periódicos, pensión universal y becas a los jóvenes. El costo de los programas sociales se saldaría con ahorros provenientes de la reducción del aparato gubernamental y de su presupuesto, además de la cancelación de las prerrogativas económicas a grupos empresariales del país.

Lo que incomodó, y desató una guerra mediática en contra del primer mandatario y de su familia. Convirtiéndolo en el Jefe del Ejecutivo más vituperado por los medios de comunicación desde que existe libertad de expresión en México. El filósofo y docente de la Universidad de Guadalajara David J Bak Geller (1983), lo narra en el libro Ternuritas: El Linchamiento lingüístico de AMLO. Su autor después de haber leído y analizado cientos de columnas periodísticas, da pie para preguntar: “¿Es AMLO un poeta del insulto, un ser intoxicado de profundas confusiones lingüísticas, predicador energúmeno, demagogo en jefe, analfabeta funcional, incontinente verbal, populachero y vulgar, hablante de una jerga disparatada —Pejeñol, AMLOañol— que suena como el lenguaje que se usa para vender detergente?”.

Más sobre esta sección Más en Nacional

Hace 12 horas

Ni tan requetebién

Hace 12 horas

Las pérdidas por ciberataques

Hace 12 horas

Dan más tiempo a debate libre; Claudia y Xóchitl aceptan