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AP
Publicado el viernes, 2 de noviembre del 2012 a las 07:58
México.- Las autoridades iniciaron el jueves un diálogo con los pobladores que desde hace cinco días están manifestándose armados con escopetas y armas de bajo calibre, incluso con barricadas en la calles, como reacción contra el crimen organizado después que un taxista fuera asesinado lo que desató la indignación de los habitantes.
“Sabemos por lo que está pasando la población y buscamos dialogar”, dijo Eusebio González Rodríguez, alcalde de Olinalá a The Associated Press.
Alrededor de 700 pobladores de Olinalá, 300 kilómetros al sur de ciudad de México, llegaron a enfrentarse el sábado pasado con presuntos delincuentes después de que el cuerpo de un taxista desaparecido fuera descubierto en un municipio aledaño.
El pueblo es conocido por confeccionar cajas con delicados diseños laqueados y la indignación se desató mientras los pobladores velaban al taxista asesinado y corrieron rumores acerca de la desaparición de otro transportista. En ese momento, una turba de alrededor de 100 personas se dirigió hacia la casa donde se encontraban cuatro presuntos delincuentes incendiándola y prendiéndole candela al vehículo estacionado al frente.
Al terminar, los mismos pobladores tomaron el ayuntamiento, bloquearon los caminos con llantas e impusieron toque de queda. Se dividieron en grupos de vigilantes anti-narcos para monitorear las entradas y salidas del pueblo, señaló González. “La población se vio forzada a tomar esta decisión”.
El alcalde dijo que los comités de vigilancia han continuado con sus operaciones desde el sábado en coordinación con el apoyo de la policía estatal y soldados del ejército, los cuales llegaron a Olinalá horas tras el enfrentamiento.
Agregó que el asesinato del taxista es sólo el último de los ataques sufridos por los habitantes.
“La cosa se puso bien fea”, dijo Paola Rosendo, residente de Olinalá a la AP. La artesana de 50 años de edad, explicó que el turismo en su pueblo pintoresco ha disminuido en los últimos años forzando a artesanos a salir fuera de la zona para poder vender sus obsequios.
Al menos dos pueblos turísticos en el estado de Michoacán han formado sus escuadrones de vigilantes y puesto barricadas para excluir la entrada a criminales. Al norte del país, habitantes de otros pueblos han formado grupos de vigilantes para protegerse del crimen organizado.
Para Eduardo Gallo, un respetado activista mexicano, el caso de Olinalá es parte de una creciente corriente entre pobladores que están buscando soluciones a la ingobernabilidad en zonas rurales del país.
“La población toma el control para evitar la colusión de autoridades con delincuentes”, señaló.
Otros pueblos en el interior de México han sufrido desapariciones y crímenes sangrientos desde que el presidente Felipe Calderón comenzó en diciembre de 2006 la ofensiva armada en contra de los cárteles de narcotráfico a lo largo del país.
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