Pasamos de ningún sismo reportado en 2007, a 29 registrados en Coahuila por el Servicio Sismológico Nacional en 2021. En esos 15 años el territorio de la entidad ha sufrido modificaciones subterráneas por acción del hombre. Por su mano extractiva, más bien. Y ahí es donde se hallan las respuestas.

Explotación de agua sin freno en Cuatro Ciénegas y la Región Centro de la entidad, con repercusión indirecta en San Buenaventura, sede de cinco temblores en lo que va del año (entre 3.9 y 4.2 grados Richter). Parras de la Fuente, por su parte, comparte como denominador común el estrés hídrico. Ahí, en cambio, han ocurrido tres eventos de la misma magnitud.

Punto y aparte, es la actividad minera en la Región Carbonífera. Así, entre Múzquiz, San Juan de Sabinas y Palaú, suman ocho sacudidas que tendrían una hipótesis explicativa obvia.

Y aquí volvemos al tema del agua, en este caso la que consume desde 2013 por hectolitros Constellation Brands, la cervecera de la Región Norte: ¿puede ser un factor a considerar en los frecuentes terremotos que se registran en Piedras Negras? En los primeros ocho meses de 2021, acumula siete, siendo el municipio con mayor cantidad en el estado.

Aunque aquí, cabe señalar que un total de 47 pozos han sido perforados de 2006 a la fecha, utilizando la técnica del fracking para la explotación de hidrocarburos en Coahuila, según información de Pemex y Alianza Mexicana contra el Fracking.

La mayoría en el municipio de Hidalgo, sede del Campo Olmos, ubicado en la “brecha del gas” que colinda con Nuevo León y Tamaulipas. Algunos, como el Hidalgo 501, alcanzando una profundidad de 4 mil 623 metros y otros, como Gamma 1, acumulando 62 fracturas en total.

Y las estimulaciones hidráulicas del fracking, como se sabe, están relacionadas con la inducción sísmica.

Saltillo y Ramos Arizpe, sin embargo, en últimas fechas representan un punto activo pero insondable. A diferencia de la placa tectónica de Cocos, misma que afecta Guerrero, Oaxaca y Chiapas –la zona con mayor actividad sísmica en el país– donde los movimientos de la tierra ocurren a cientos de kilómetros de profundidad, en la Región Sureste suceden prácticamente a ras de suelo a comparación.

Cito un ejemplo. Del 27 de julio al 8 de septiembre del presente año, han ocurrido cuatro sismos: dos en Saltillo y dos más en Ramos Arizpe, y todos presentaron una profundidad de cinco kilómetros.

Un detalle a señalar es el horario, pues el 27 de julio y el 19 de agosto, tembló con una diferencia de nueve minutos (a las 21:07 y 20:58 horas respectivamente), y el 26 de agosto y el 8 de septiembre, con un intervalo menor a una hora (8:10 y 7:14 horas) ¿No le resulta por lo menos curioso que la tierra se mueva con esa puntualidad?

En resumen: no existen registros de sismos en Coahuila de 2007 a 2009, hubo tres en 2010, dos en 2011, ninguno en 2012, uno en 2013 y tres más en 2014. A partir de 2015, punto de quiebre, fueron detectados 17 sismos, solo uno en 2016, cuatro en 2017, 10 en 2018, 11 en 2019 y 17 en 2020.

Por lo demás, en todo ese tiempo ninguno ha tocado a Monclova y Torreón. Y en general ha habido pocos en La Laguna: San Pedro de las Colonias registra uno en 2017 y uno más en 2018; ese mismo año reporta el SSN uno en Matamoros y uno en Francisco I. Madero, y tres movimientos telúricos en este último municipio en 2019.

Cortita y al pie

Septiembre, además del testamento, es el mes de los terremotos. Focalizado el riesgo en la Ciudad de México, justo es decirlo. Y si bien hasta el momento en Coahuila no hay daños de consideración en la superficie, a consecuencia de los 29 sismos ocurridos en 2021, el fenómeno descubre lo que pasa en el subsuelo: explotación de recursos naturales.

Al final todo se traduce a cambios de presión en los cuerpos rocosos subterráneos.

En lo sucesivo se puede revertir esa tendencia, cuestión a todas luces improbable, o que se les termine considerando un mal menor producto de un bien mayor.

¿Para quién exactamente?, es la pregunta. ¿Quién gana?

La última y nos vamos

Ahora bien, si el fenómeno es transversal a todas las cuencas geológicas y regiones geográficas de Coahuila, no sería por tanto el fracking –que solo aplica en la Región Norte– la única respuesta, sino el aprovechamiento desmedido del agua. Ojo con eso.