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Coahuila

¿Quién garantiza nuestros sueños?

Por Irene Spigno

Hace 4 semanas

Cuando un nuevo año inicia, solemos concentrarnos en lo que quisiéramos conseguir. Normalmente, las inscripciones en los gimnasios aumentan, a menudo debido al sentimiento de culpa por haber comido en exceso durante las fiestas. Tenemos la intención de comer de manera más saludable, ahorrar más para comprar un mejor carro o una casa más grande, viajar, leer más libros, dedicarnos más al autocuidado y otros buenos propósitos.

A veces, cuando pensamos en los propósitos de año nuevo, miramos hacia atrás para reflexionar sobre el año que acaba de terminar. Muy pocas veces lo hacemos con agradecimiento. Nuestra mente tiende a concentrarse más en los momentos difíciles que hemos vivido, los cuales deberíamos considerar como fuente de aprendizaje, que en aquellos que nos regalaron una sonrisa, nos dieron paz y tranquilidad, o nos hicieron sentir amados. A veces, casi ni vemos los logros, pequeños o grandes, que conseguimos o los sueños que, con tanto anhelo, realizamos.

Al mirar hacia atrás, no sólo para reflexionar sobre el año anterior, sino también sobre nuestro pasado en general, casi nunca adoptamos una actitud de autocrítica. En la mayoría de los casos, tanto al recordar lo bonito como al observar lo que no nos gustó, tendemos a buscar responsabilidades externas.

Por un lado, crecimos con la idea de que sentirnos orgullosos de los resultados de nuestro esfuerzo y trabajo significa ser soberbios. Al mismo tiempo, muchas personas creen que todo lo que les ocurre (y suelen ser cosas que perciben como negativas) es responsabilidad de alguien más.

Hoy podría ser un buen momento para adoptar una nueva actitud. Siempre es buen momento para un nuevo inicio. Por un lado, podemos mirar atrás y reconocer cuáles sueños hemos realizado hasta ahora. Seamos sinceros y objetivos con nosotros mismos. Estoy segura de que nos daríamos cuenta de que esos sueños que realizamos, incluso sin darnos cuenta a veces, son fruto de nuestro compromiso, esfuerzo y disciplina.

Con la misma sinceridad y objetividad, deberíamos también reflexionar sobre aquellas cosas que todavía no logramos realizar, las que no pudimos cambiar o mejorar, y aquellas que aún nos generan malestar. Preguntémonos cuáles de estas dependen de nosotros y qué podemos hacer para cambiarlas.

Quizás no será fácil; de hecho, en algunos casos puede ser muy doloroso. Pero si es cierto que todas las personas tenemos derecho a soñar (y soñar en grande), también es cierto que nosotros mismos somos los responsables de garantizar y proteger nuestros sueños y de hacerlos realidad. Nosotros y nadie más.

Así que, aunque estos primeros días del año sean el momento perfecto para escribir largas listas de buenos propósitos, asumamos la responsabilidad y el compromiso que nuestros sueños necesitan para hacerse realidad. No sólo hoy, sino todos los días, hasta que se cumplan. Nuestros sueños lo merecen.

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