Arte
Por Agencia Reforma
Publicado el martes, 11 de mayo del 2021 a las 22:02
Ciudad de México.- Las obras en vivo presentadas en galerías han experimentado altibajos en popularidad y duración en los últimos 60 años, pero en la actualidad ha aumentado la presencia de obras de larga duración, en particular en los museos.
Aunque estas experiencias aún resultan inusuales o inesperadas para el público, de acuerdo con Lizzie Sells, cocuradora del ciclo “Arte, política y contracultura, El mundo hoy”, organizado por el Museo Universitario del Chopo.
En la conversación “En los márgenes de la danza”, Sells charló con Maria Hassabi, coreógrafa y artista visual, y Oisín Monaghan, bailarín, performancero y modelo, sobre la transición de su trabajo en el formato escénico a los museos y galerías.
Ambos creadores, quienes han colaborado juntos, describen esa transición como un proceso orgánico. Hassabi lo asocia al trabajo que hacía entonces alrededor del tema de las imágenes; eran obras de corte escultural, y poco a poco comenzó a recibir invitaciones para museos y galerías.
“ Al principio mostraba piezas casi iguales a las que presentaba en formato escénico. Sin embargo, esta experiencia me permitió aprender acerca del comportamiento de la audiencia. Básicamente, aprendí a interpretar su reacción ante mi obra. Aprendí a evaluar su atención, que era muy importante para mí. Hay una gran diferencia entre la atención que presta la audiencia en un teatro y la atención en una galería”, expuso.
Cuando fue invitada a la Bienal de Venecia en 2013 desarrolló por primera vez una obra pensada para una exposición, y fue cuando empezó a utilizar los términos “instalación en vivo” y “loop”, cuando las obras se muestran mientras las galerías están abiertas.
“ Aunque todavía hago y me interesa el formato escénico”, ataja Hassabi. “También me interesan el espacio público y las exposiciones. Mi mente piensa en todas esas direcciones. Simplemente mi trabajo aborda una problemática nueva cada vez”.
Respecto a qué tan consciente es de la audiencia en un performance, Monaghan asegura que es tema muy discutido entre los performers.
“ Es una conversación íntima entre el performer, las esculturas, la arquitectura, el piso frío, según en donde te presentes; puede ser mármol, madera o una escalinata. Todo eso te da información como performer. Y todo cambia en función de la sede”, asegura quien ha colaborado también con Xavier Leroy y el fotógrafo Mario Testino.
Hassabi plantea que al ver un performance el público no ve una narrativa sino imágenes, y quizá las imágenes conformen una historia, pero eso depende de cada quien.
En el MoMA de Nueva York, ella presentó Plastic (2015-16) con Monaghan, y en la Bienal de Venecia Intermission (2013).
“ Más allá de las imágenes, cuando uno mira un performance, incluyéndome a mí misma, se ve la labor que hay detrás. Es algo innegable. Ves trabajo, resiliencia y devoción. Éstas son cuestiones muy poderosas”, plantea la coreógrafa.
A más de un año de iniciada la pandemia, Hassabi cerró la conversación con escepticismo.
“ La danza es irrelevante y seguirá siendo así. Es relevante para algunas personas. A mí me encanta, así que seguiré bailando, mientras que el perfomance me parece muy poderoso”, dice. “En vista de cómo está el mundo, hoy más que nunca las personas son adictas a la televisión. No sé si en algún momento habrá más espacio para nosotros y nuestro trabajo”.
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