Saltillo Región Sureste

Publicado el domingo, 17 de agosto del 2025 a las 18:10
Ramosa Arizpe, Coah.- Ramos Arizpe no solo huele a lechón asado cuando llega el LechónFest. Huele a comunidad, a historia, a recuerdos familiares que se cocinan a fuego lento y a una hospitalidad que no se improvisa.
El primer LechónFest se convirtió en una fiesta de sabores, de tradiciones compartidas y de vínculos que cruzan fronteras. Entre los asistentes, dos invitados especiales vivieron la experiencia desde dentro. El chef Antonio Garza, originario de Sabinas Hidalgo, Nuevo León, y propietario del Bras Cancún, caminó entre los asadores como quien vuelve a casa.
“Coahuila me toca el corazón”, dijo. Y no lo dijo solo por cortesía: su abuelo tiene un rancho en el municipio de Juárez, y los cabritos que cocina en su restaurante, los compra en el ejido Pancho Villa y en Piedras Negras. Para él, cocinar con ingredientes coahuilenses no es una estrategia gastronómica: es una forma de honrar sus raíces.
En tanto, Alberto Pérez, City Manager de Mercedes, Texas, ciudad hermana de Ramos Arizpe, se mostraba entusiasmado. Con la gorra ligeramente ladeada y una sonrisa constante, Pérez no fue solo espectador: formó parte de uno de los 50 equipos que compitieron por el mejor lechón.
“Fue una competencia difícil porque todos cocinaron con el corazón. Se notaba que las recetas eran heredadas, familiares, llenas de historia”, comentó Garza mientras hacía memoria de cada platillo que probó como juez.
El calor del asador no opacó el talento. Al contrario: lo encendió. Las parrillas comenzaron a humear desde temprano y, poco a poco, el aroma a leña y carbón, así como condimentos invadió cada rincón del festival. Las porciones se sirvieron con orgullo, y los jueces tuvieron la difícil tarea de decidir entre sazones que hablaban de abuelas, ranchos, secretos de cocina y pasión.
Uno de los momentos más aplaudidos fue el triunfo del Club Rotario, que ganó el primer lugar en la categoría de mejor salsa.
“Una receta estilo Oviedo, con tomatillos, pimiento chico de rancho, aceite de oliva, especias, romero y albahaca”, explicó el chef Garza con admiración. “Una salsa exquisita, de sabor especial”. Más que una salsa, parecía una carta de amor al buen gusto.
Pero no todo fue competencia. También fue reencuentro, intercambio, y para algunos, como el equipo texano liderado por Pérez, un descubrimiento.
“Estoy fascinado con el RamosFest”, dijo al final de los tres días de fiesta. “Me voy contento. Si me invitan el próximo año, regreso sin pensarlo”.
Entre risas, platos vacíos y fotos compartidas, el LechónFest 2025 se consolidó como mucho más que un concurso gastronómico. Fue un puente entre culturas, entre generaciones, entre ciudades hermanas. Y sobre todo, fue una muestra de que, cuando la comida se cocina con el alma, también alimenta la memoria.
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