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Autor Invitado
Publicado el jueves, 20 de septiembre del 2012 a las 14:02
México, DF.- La música se apodera de cada una de las asistentes a la clase de baile erótico. Su intención no sólo es bajar de peso danzando al ritmo que marcan los instructores, algunas acuden como parte de una terapia para mejorar su vida sexual, pues además de aprender pasos sensuales para atrapar la atención de su pareja, este ejercicio les ayuda a participar de forma activa en sus relaciones sexuales y a mejorar diversas condiciones de salud.
Margarita Sánchez, una de las encargadas de promover en México esta disciplina llamada Sexy Dance, explicó que mujeres jóvenes y adultas acuden regularmente a sus clases para disminuir la rigidez de sus caderas, característica que las hace ser más pasivas durante sus encuentros sexuales.
En estos cursos aprenden distintas técnicas, como apretar su pelvis, mantener un ritmo constante de movimiento hacia adelante y hacia atrás, manejar su respiración sin cansarse y juguetear con sus piernas, ya sea elevándolas o convirtiéndolas en una especie de candado.
Por lo regular, detalló la instructora, los movimientos que enseña durante más de una hora de clase también se relacionan con conocer su propio cuerpo, por eso en algunas de las sesiones, haya o no música sugerente, como parte de la coreografía las incitan a acariciar sus brazos, piernas, senos, glúteos y hasta su vagina, con lo que empiezan a romper con el prejuicio que sienten hacia su cuerpo no siempre bien torneado, pasado de peso y a veces sin cintura.
LOS BENEFICIOS
Este tipo de baile ayuda a quemar calorías, tonificar diferentes áreas del cuerpo y aumentar la flexibilidad y agilidad de la que lo practica; pero tiene también otro propósito: ayudar a las mujeres con problemas de salud, como la incontinencia no grave, a apretar su pelvis y ordenar a su cuerpo a obedecer y no filtrar líquido orinal. De acuerdo con Sánchez, son los propios médicos los que recomiendan este ejercicio.
Aunque sobre la duela se hacen todo tipo de pasos, la indicación principal es que cada una de las mujeres lo maneje a su ritmo, sin cansarse, atendiendo aquello que le gusta más aprender, ya sean movimientos de seducción o manejar sus caderas o las manos, con las que en algunas melodías simulan estimular a su pareja.
Uno de los éxitos de Margarita Sánchez es que, sin involucrarse en el posible conservadurismo o forma de pensar de las aprendices respecto a su vida sexual, logra que éstas se diviertan y den rienda suelta a sus fantasías agitando sus hombros y cabeza de un lado para otro, hincadas o imitando gatas en celo.
La danza, abundó la instructora, está dirigida a un amplio público, desde aquellas que tienen cuerpo delgado y desean tornearlo, hasta las que “cubren con largas camisetas su cúmulo de kilos”.
Todas ahí, a su manera, se vuelven verdaderas strippers con ejercicios de bajo impacto, que combinan aeróbicos con ritmos de cumbia, salsa, lambada y grupera, todo con la finalidad de provocar activación cardiovascular que contribuye a quemar calorías y al mismo tiempo a aprender el arte de la sensualidad.
No se pretende llegar a que la gente se desnude al final de la sesión, acotó Sánchez, sino que eso sea un proceso interno de liberación y de placer.
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