Arte
Por Agencia Reforma
Publicado el jueves, 9 de febrero del 2023 a las 04:00
Ciudad de México.- Unos gramos de más, o unos cuantos de menos, podrían causar una verdadera catástrofe en la primera exposición en solitario en México de la artista polaca-alemana Alicja Kwade.
Al entrar a la galería OMR, el público se ve confrontado con una serie de móviles que penden del techo, compuestos por delgadísimos tubos de metal que mantienen suspendidas, casi de milagro, piedras de enorme tamaño.
Estas obras de arte motorizadas, que ponen en circulación, como si gravitaran, a las moles rocosas, fueron calculadas hasta el más mínimo detalle para soportar todo el peso posible, sin colapsar al suelo.
“ Son materiales realmente pesados que son casi imposibles de poner en un móvil”, explica Kwade (Katowice, Polonia, 1979), a mitad de la sala, entre las piezas en movimiento.
Desde el inicio de su carrera, a principios del milenio, los fenómenos físicos más complejos y las preguntas más insondables de la filosofía han sido la inspiración para una obra con la que la artista busca explicarse, a sí misma y al espectador, el universo y la condición humana.
La exposición Silent Matter (Materia en silencio), la apuesta de la Semana del Arte por parte de la galería ubicada en Córdoba 100, en la Colonia Roma, refrenda esta indagación.
Como elemento artístico, los móviles suelen remitir a figuras como Alexander Calder y a otros artistas que los han usado con insistencia, pero Kwade recuerda también a las estructuras similares diseñadas por Isaac Newton y otros científicos, quizás una referencia más precisa para pensar su obra.
“ Para mí, lo que es fascinante aquí es que se encuentra en el mero límite de lo que puedes hacer en términos de peso y gravedad. Si le agregas, no sé, unos 10 gramos más, colapsaría por completo, sería como si explotara, porque hay tanta tensión que, si le quitas una sola piedra, se caería por completo, por todo ese poder y esa tensión”, abunda.
Sus móviles hacen pensar de inmediato en los sistemas solares, donde los planetas masivos completan su órbita a través del cosmos, pero también en la pequeñez del ser humano para incidir en esta escala.
El martes 7, cuando la exposición se abra al público, más de un asistente encontrará esclarecedor -quizá también un tanto gracioso- que si no se fija dónde se para, una piedra gigante podría ir al encuentro de su rostro.
Los planetas a escala de Kwade también causan cierto temor momentáneo cuando, en su trayecto, parecieran dirigirse irremediablemente a estrellarse con una columna de la sala, únicamente para librarla por unos cuantos milímetros.
“ Lo bello de todo esto es que puedes balancear toda esta tensión y peso, para convertirlo en un objeto en apariencia muy ligero y balanceado que, por supuesto, se conecta con nuestro sistema planetario, con fuerzas que, básicamente, están moldeando nuestras vidas”, reflexiona la artista.
Desde el núcleo del planeta
En un esfuerzo por reducir el traslado de obra alrededor del mundo, Kwade busca trabajar piezas nuevas con materiales endémicos de los lugares donde expone.
En México, encontró la posibilidad de trabajar con un material que la dejó prendada: la obsidiana.
“ Quedé realmente fascinada de este material por su origen. Viene del núcleo de este planeta, se trata de lava que sube y, después de diferentes procesos, termina como este tipo de vidrio, entonces es algo que proviene, digamos, de la energía nuclear de nuestro planeta”, detalla.
Así, en el suelo de la galería, bajo los móviles que representan el movimiento de los astros en el cosmos, Kwade colocó piezas que provienen del centro de la Tierra.
Titulada precisamente Silent Matter, esta nueva serie está compuesta por pesadas masas de obsidiana, con una cara perfectamente pulida, como un espejo negro, a la que se le apunta la luz de una lámpara.
“ He trabajado con espejos, más o menos, como desde 2007, y estoy trabajando de nuevo con este aspecto, pero ahora tratando de ‘encender’, dicho de alguna forma, esta materia negra, que va a permanecer negra, pero que para mí es como tratar de recuperar el calor de la luz de este material que vino del reactor atómico en el centro de nuestro planeta”, pondera.
La obsidiana, un material con toda la carga histórica que posee, tanto ritual como para hacer herramientas o armas, es también ideal para trazar una metáfora sobre la experiencia humana con el universo.
“ Se trata sobre el origen de todo, pero también como una metáfora, digamos, tratar de obtener conocimiento, pero seguir de frente a la negrura, al vacío”, apunta.
“ La lámpara, creo, es un símbolo muy clásico del conocimiento, del aprendizaje, pero siempre estamos enfrentados con el problema de que estamos muy limitados en nuestras posibilidades físicas de salir de nuestros cerebros, entonces siempre terminamos de frente al abismo, la oscuridad“, expone.
Esta indagación sobre las posibilidades del conocimiento humano también está presente en otras piezas de la exposición, como en su serie Impact (Impacto), donde diseña un sistema gráfico hecho con manecillas de reloj para medir todas las horas de un año y después comienza a distorsionarlo, desacomodando las piezas, como si se tratara de una fuerza invisible.
También en las esculturas que mostrará en Zona Maco, en el stand de la galería, así como Lago/Algo, en el Bosque de Chapultepec, donde coloca sillas de bronce encima de esferas de mármol, para que el público se siente, como en un trono encima del planeta.
“ No puedo decir que solamente me interesa en fenómenos científicos, como el universo y las fuerzas naturales, sino también en la sociedad humana y los sistemas en general”, concluye.
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