Arte
Por Christian García
Publicado el lunes, 11 de noviembre del 2024 a las 04:20
Saltillo, Coah.- Escribir es, siempre, un trabajo de minería. Escarbar hasta encontrar una veta que brille y seguirla, continuar con pico y pala hasta llegar a las entrañas de la tierra y encontrarse con una oscuridad que envuelve y oprime, encender una lámpara para darse cuenta de que esa oscuridad es aún más fuerte de lo que se pensaba, pues no sólo está en la literatura sino en la vida misma. Eso le sucedió a la escritora Mónica Castellanos quien, en su nueva novela Carbón Rojo (HachetteLivre, 2023), se encontró con una historia desgarradora en la tragedia de Pasta de Conchos y, a la vez, con una raíz: la de su familia en Coahuila.
Para la autora regiomontana Carbón Rojo “se empezó a gestar cuando una prima me dijo que su abuelo había sido dueño de unas tierras cercanas, y mi familia viene de (Nueva) Rosita y de Múzquiz, Coahuila, somos de allá. Entonces, cuando ella me comentaba esto, yo inmediatamente recurrí al cronista de Rosita a documentos oficiales de la época y constaté que la historia que ella me estaba contando era real.
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Ese fue el detonador para meterme en ese microcosmos, en esa sociedad, en ese lugar, que además era mi sociedad, porque es de donde veníamos. Entonces, fue todo un ejercicio de descubrimiento y de autodescubrimiento también para mí, lo que el trabajo que me llevó a escribir Pasta de Cochos. Fue una experiencia fuerte, enfrentarte al dolor humano es algo que siempre te cimbra de alguna manera”, explicó la autora de Aquellas Horas que nos Robaron en entrevista con Zócalo.
Así, Carbón Rojo cuenta la historia de Carmina, una mujer que debe desandar el camino del recuerdo para encontrarse con quién es, sobre todo en un pueblo tan pequeño como el que habita, en el que los rumores crean una atmósfera fantasmagórica que conlleva el peso de los declives familiares. Sin embargo, no es sólo su historia, sino también la de ese pueblo en el centro de Coahuila, uno que se ve lleno de muerte al suceder la tragedia de Pasta de Conchos, en la que muchos mineros perdieron la vida.
Así, Castellanos teje una historia en la que lo individual se teje con los fantasmas sociales de “un acontecimiento del 2006 que en su momento ocupó las primeras planos de los periódicos tanto a nivel nacional como internacional, pero que eventualmente la noticia se fue reduciendo hasta ocupar ya un pedacito”, y que por medio de la metáfora de la minería permite encontrarse “con un dolor humano muy profundo, una herida que sigue estando ahí entre las familias de Pasta de Conchos, pero también para ahondar un poco en la naturaleza humana. Pasta de Conchos me sirvió para hacer una exploración de lo que son los sentimientos más oscuros de nuestra naturaleza”, detalló la escritora.
Pero si Carmina funciona como un personaje que permite encontrar esas brazas ardientes del alma humana, en los que el desagrado y el odio se funden, el personaje de Bernardo es su contraparte: sobrino de la primera, es un periodista que motivado por la rabia de la injusticia se enfoca en mostrar las heridas de la tragedia.
Así, Carbón Rojo se convierte en un díptico de historias –entre muchas otras que aparecen a lo largo del libro–, en el que las potencias contrapuestas crean una tensión que llevará al lector a la simpatía y al rechazo, pero también a una reflexión sobre las formas del trabajo, la desidia de los empresarios y la necesidad de los empleados.
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Para escribir esta novela hice un trabajo de muchísima investigación: ir a Pasta de Conchos, adentrarme en todo el proceso de la extracción, el lenguaje de la minería, de quiénes eran los mineros, de ahí surgió el personaje del periodista, pero no uno que va únicamente a buscar la nota, sino uno que siente gran empatía con el sufrimiento y con el dolor que estaban viviendo esas familias, porque él entiende que hay una esperanza de encontrar a tu ser querido vivo primero.
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Y al paso de los días la expectativa se fue reduciendo hasta que lo que únicamente esperaban era que les devolvieran los cuerpos. De esperar los cuerpos, pues ahora lo único que esperan es algo de los restos, porque tienen ese derecho a cerrar el círculo del duelo. Recrear a un minero fue adentrarme en la vida de los mineros. En los testimonios que ellos habían dejado, sobre todo los que sobrevivieron el accidente, lo que fue antes y después en sus vidas del accidente, porque fue un parteaguas para ellos”, ahondó la novelista.
Así, la escritura del libro abrió en Castellanos, también, una reflexión personal sobre esos hombres y mujeres que día con día se arriesgan al bajar a las minas “en esas condiciones de trabajo que son tremendas: descubrir los salarios que están recibiendo, el meterte a la mina. Es un trabajo que debería tener unas condiciones de seguridad mucho más estrictas, y espero que Carbón Rojo sea un faro, o una luz que alumbre esa situación, para que todos, como sociedad, estemos alertas, y al mismo tiempo exijamos que esas condiciones de trabajo mejoren”, porque “todo eso está reflejado en Carbón Rojo, que es una expresión que los mineros utilizan para referirse al carbón que es extraído de minas que han cobrado vidas humanas, o sea, un carbón de sangre”, concluyó.
A LEER:
Carbón Rojo
Mónica Castellanos
Hachette, 2023
317 páginas
279 pesos
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